El tablero geopolítico vuelve a sacudirse. Con una serie de decisiones que remiten a la etapa más agresiva de su primer mandato, el presidente estadounidense Donald Trump anunció el regreso de aranceles del 25% a productos importados desde Japón y Corea del Sur, incrementando la presión sobre sus aliados asiáticos y encendiendo la alarma en los mercados globales.
La medida no solo reaviva el conflicto comercial con potencias clave, sino que también abre un nuevo frente contra países BRICS y aliados de China, como Brasil, cuyas exportaciones agrícolas podrían verse afectadas. El anuncio, cargado de simbolismo geopolítico, también elevó la aversión al riesgo en los mercados, provocando movimientos cambiarios e incertidumbre en la demanda de commodities.
Europa intenta contener la escalada
En paralelo, la Unión Europea busca sellar un acuerdo comercial preliminar con EE.UU. antes del 1° de agosto, con el objetivo de frenar posibles nuevos aranceles. Las negociaciones siguen abiertas, y si bien Trump enfrió temporalmente la escalada, el riesgo de que se profundicen las tensiones sigue latente.
India también aguarda la respuesta de Washington a su propuesta de entendimiento, consciente de que quedar atrapada en el fuego cruzado podría impactar en sus exportaciones y relaciones estratégicas.
¿Qué implica para el agro?
El sector agropecuario global sigue con atención estos movimientos, ya que una nueva ola proteccionista puede alterar flujos de comercio, modificar precios internacionales, afectar la demanda de granos e insumos, y tensionar los mercados cambiarios.
Para exportadores agrícolas como Brasil, Argentina o Estados Unidos, cualquier modificación en las reglas de juego global puede tener efectos directos en la rentabilidad, los contratos de largo plazo y la estabilidad de sus socios comerciales.
El regreso de Donald Trump al centro de la escena con una estrategia comercial
confrontativa vuelve a sembrar incertidumbre en un sistema ya tensionado por
los conflictos geopolíticos y las transiciones tecnológicas globales.
Mientras los mercados responden con cautela, el agro se mantiene alerta: la
historia reciente muestra que, cuando las potencias se enfrentan en el terreno
comercial, el campo muchas veces termina pagando el precio.


