Los rumiantes, como las vacas, liberan a la atmósfera una gran cantidad de metano que se produce durante la fermentación natural del alimento en el rumen. El metano es un potente gas de efecto invernadero que tiene un poder de daño 23 veces superior al dióxido de carbono. Para el sector agrícola, encontrar formas de reducir las emisiones de metano de las vacas se ha convertido en un tema crítico.

Uno de ellas, es seleccionar vacas que estén genéticamente predispuestas a emitir menos metano, ya que las vacas varían en cuanto a la cantidad de metano que emiten. Sin embargo, se puede tomar más de un camino.

Investigadores de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca, descubrieron recientemente que dos factores independientes influyen en la variación de la producción de metano de las vacas lecheras. Un factor es el genotipo individual de la vaca, mientras que el otro es la composición de su microbioma ruminal. Si los criadores pueden apuntar a las emisiones de metano en ambos frentes, podría conducir a mayores avances en la reducción de las emisiones de metano.

«Nuestro estudio demuestra que la variación en la emisión de metano probablemente no esté modulada por los efectos genéticos de la vaca en el microbioma del rumen. Por lo tanto, el microbioma del rumen y el genoma de la vaca podrían abordarse de forma independiente, criando vacas con bajas emisiones de metano y, en paralelo, investigando posibles estrategias que apunten a cambios en el microbioma del rumen para reducir las emisiones de metano en la industria ganadera», afirman los autores en un artículo publicado en PLOS Genetics.

Los investigadores partieron de la hipótesis de que la composición relativa del microbioma en el rumen es hereditaria, es decir, controlada por el genoma del huésped, y que las variaciones en la emisión de metano del rumen están influenciadas tanto por el genoma de la vaca como por el contenido microbiano del rumen. Tomaron muestras del contenido del rumen de 750 vacas lecheras en cinco granjas comerciales en Dinamarca. La emisión de metano de estas vacas se midió individualmente durante el ordeño automatizado a lo largo de una semana.

Los investigadores observaron una variación considerable en la emisión de metano entre las vacas. El 10 por ciento superior de las vacas emisoras de metano tuvo una diferencia media del 41 por ciento con respecto al 10 por ciento inferior.

En las muestras de rumen, los investigadores encontraron una gran cantidad de microbios. Identificaron 3.894 bacterias y 189 arqueas (un grupo separado de organismos unicelulares), que estaban presentes en la menos la mitad del rodeo. La abundancia relativa de algunos de estos microbios es hereditaria y está asociada con la producción de metano. Sin embargo, la mayor parte de la variación en la abundancia relativa de bacterias y arqueas del rumen se debe a factores no genéticos.

«La genética de la vaca puede explicar el 21 por ciento de la variación en la producción de metano y los microbios del rumen pueden explicar el 13 por ciento. Es importante destacar que los dos son en gran medida independientes entre sí, por lo que es poco probable que la cría de vacas con bajas emisiones de metano produzca cambios desfavorables en el microbioma del rumen», señalan los autores.

También es posible dirigirse a las comunidades microbianas del rumen a través de aditivos, formulaciones de raciones y vacunas contra el metanógeno, pero estas estrategias no son acumulativas. Incluso el trasplante de bacterias del rumen no es una solución permanente, ya que el microbioma vuelve a su composición previa al trasplante después de un período breve. Por el contrario, enfocarse en la genética de la vaca y el microbioma puede tener un efecto más sostenible, persistente y acumulativo a lo largo de las generaciones posteriores.

El metano que emiten las vacas también tiene un valor energético y representa una pérdida neta del 2 al 12 por ciento de la ingesta bruta de energía de la vaca. En consecuencia, el ganado y otros rumiantes con una mayor eficiencia para digerir alimentos ricos en fibra pero con una producción reducida de metano podrían beneficiar principalmente al clima global y, al mismo tiempo, mejorar la rentabilidad y la sostenibilidad de la producción ganadera.

El estudio se llevó a cabo en colaboración entre la Universidad de Aarhus, la Universidad Técnica de Dinamarca y la Universidad de Arizona en el marco del proyecto REMRUM financiado por el Consejo Danés de Investigación Estratégica.

Fuente: Bioeconomia.info - Emiliano Huergo