Borrando con el codo, lo escrito con la mano, el gobierno en septiembre pasado implementó la aplicación de un nuevo cuadro de derechos de exportación.

A diferencia de anteriores esquemas, a partir de septiembre de 2018, se establecieron impuestos de $4 por cada unidad de dólar exportado, para el caso de las materias primas. Y de $3 para el caso de los derivados con mayor valor agregado. Para el primer caso, el impuesto se aproxima al 12%.

El complejo soja pasó a una forma de tributación especial.

En este sentido, recibe un trato discriminatorio. Los anteriores derechos de exportación pasaron de 25% a un nivel de 18%. Pero, con una particularidad: sobre el monto exportado neto de derechos de exportación sufre una quita de $4 como los demás granos. De esta forma, el impuesto se aproxima a 30%.

En número redondos, tales coeficientes y sumas fijas representan tributos muy elevados, que fueron justificados por la abrupta devaluación de agosto pasado. Pero, el dólar alto, como veremos en seguida, duró poco. Para peor, las sumas fijas no han sido licuadas por aumentos nominales en el valor del dólar que sigue siendo similar al de septiembre.

Aun aceptando la legitimidad de estos tributos, la justificación del momento ha desaparecido.

¿Por qué decimos ello?

Pues porque en agosto, el valor del dólar era de $37. Este monto equivale a cerca de $46 de hoy (este valor resulta de la aplicación de índice de precios mayoristas nivel general).

Y hoy el dólar se aproxima a tan sólo $38.

¡Miren la diferencia! Al momento de la aplicación del nuevo cuadro de impuestos a la exportación (que en rigor son a la producción), el dólar era equivalente a $ 46 y ahora es de tan sólo $38.

En suma, puede afirmarse que el dólar tiene una capacidad adquisitiva 17% menor a la fecha de la aplicación del nuevo cuadro tributario.

Sin embargo, el nivel de tributación sigue siendo el mismo.

Esta es, seguramente, la principal razón por la que los precios de los granos están bajos.

El problema no es sólo éste. Lo grave es que si el dólar continúa perdiendo capacidad adquisitiva, la desconfianza sobre la sostenibilidad del tipo de cambio podrá reiniciarse y volver así la tendencia al atesoramiento de dólares.

¿Estamos pecando de reduccionismo? Puede ser… pero la realidad no es tan distinta a lo acá comentado.