Por las retenciones cero a los cereales y al girasol y la baja de 35 a 30 por ciento a la soja más el fin de los cupos a la exportación, la agricultura reaccionó rápidamente. El aumento del área sembrada, la recuperación en el consumo de fertilizantes y el crecimiento de las ventas de maquinaria agrícola fueron los primeros indicadores positivos. Y si los números no son todavía mejores es que se partió de una base muy baja y de una situación financiera crítica para gran parte de las empresas agropecuarias.
Hay más datos. Las exportaciones de biodiésel crecieron un 94% en el primer
trimestre de este año respecto de igual mes del año pasado, según un informe de
la consultora KPMG. Con ventas por 140 millones de dólares, esta industria, que
no es otra cosa que mayor grado de elaboración de la soja, abre el canal de la
demanda energética y derivados industriales para los granos. Todavía se estará
lejos de alcanzar los 1,7 millones de toneladas anuales exportadas en 2011, que
generaron ingresos de divisas por US$ 1500, pero las perspectivas son positivas.
Y más aún si se logra recuperar el mercado europeo tras la caída de las medidas
antidumping que había impuesto la Comunidad Europea como retaliación a la
nacionalización de YPF. También el etanol exhibe números positivos, con un
aumento de la producción en el primer trimestre de este año de 16% respecto del
mismo período de 2015, según el relevamiento de KPMG.
¿Qué hay detrás de estos números? La respuesta es simple: cuando se eliminan las
restricciones, el agro responde con inversión y mayor grado de desarrollo. Esta
evidencia debería ser tenida en cuenta por el Gobierno en el momento de decidir
si concreta o no la promesa de bajar este año cinco puntos porcentuales los
derechos de exportación a la soja y sus productos derivados.
El tema fue motivo de análisis en la reunión de la Asociación de la Cadena de la Soja (Acsoja) esta semana. La entidad le volverá a pedir una audiencia al ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile, para que informe cuál es la decisión del Gobierno. En Acsoja, que reúne a todos los segmentos de la cadena oleaginosa, aseguran que no buscan ponerle plazos al Gobierno, pero quieren dejar en claro que la soja tiene retenciones elevadas que son más perjudiciales para las áreas con mayores distancias de las plantas procesadoras y puertos. "En esas zonas, la soja fue el pivote a partir del cual empezaron a crecer la ganadería y el maíz", recuerda el presidente de Acsoja, Rodolfo Rossi. Ese proceso se detuvo con las prohibiciones a exportar y la fijación de cupos. Quedó la soja como única alternativa.
Rossi dice que es beneficioso para la soja que se haya comenzado el camino a un sistema de producción sustentable, con la rotación de cultivos como maíz, trigo y girasol tras la eliminación de las trabas al comercio y la reducción de las retenciones. No obstante, explica que la caída de área que experimentaría la soja en la zona núcleo no sería compensada con un aumento en el NOA si no hay una definición clara sobre los derechos de exportación.
Los productores del NOA agrupados en la Asociación de Productores y Ganaderos del Norte Argentino (Apronor) se lo cruzaron Buryaile en el Congreso CREA y se lo plantearon directamente: sin rebaja de retenciones no tienen rentabilidad.
Las gremiales también comienzan a moverse, aunque con cautela. El presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Luis Miguel Etchevehere, eligió el camino de la paciencia. "No tenemos por qué poner en duda que el Gobierno no vaya a cumplir con la promesa", sostuvo en declaraciones a radio Continental. "Las retenciones eran malísimas con el gobierno anterior y siguen siendo malísimas, sin ningún tipo de dudas", añadió. Etchevehere tiene una teoría que sintoniza con la idea que pregona el presidente Mauricio Macri de abrirse al mundo. La Argentina tiene que hacer lo mismo que hacen los países con los que compite en el mercado internacional de alimentos: baja inflación, financiamiento a tasas internacionales y moneda estable. Si se sigue ese razonamiento tampoco debería haber impuestos a la exportación. Ni Estados Unidos, ni Brasil, ni Australia o Chile los tienen. Por el contrario, todos ellos, en mayor o menor grado, consideran a su agroindustria como estratégica y no le fijan trabas, ni tampoco inventan falsas dicotomías. Ejemplos para imitar.


