Ya casi estamos comenzando el segundo mes de este 2015 y los productores agropecuarios de Argentina se encuentran con una sensación de desasosiego y desánimo importante. Esto no significa que no invertirán sus dineros para seguir produciendo –como lo vienen haciendo en los últimos 40 años-, sino que los chacareros ven como ese esfuerzo no tiene la recompensa que otra tenía.

Porque debemos considerar que el productor argentino es un empresario que invierte su dinero para tratar de ganar más dinero (como lo hace cualquier empresario del mundo). Además, las inversiones en la producción agropecuaria son de alto riesgo, por ende las ganancias deberían ser importantes. Porque desde el momento que se siembra o se comienza con la cría de algún ganado, el principal factor de influencia es el clima, que por ahora es designio de Dios o de la naturaleza.

Se puede perder toda una cosecha, o morir gran parte de los animales o tener rindes que apenas cubran nuestra inversión, por influencia directa del clima. También influyen en el negocio factores como políticas económicas –internas y externas-, devaluaciones, vaivenes de los precios, oferta y demanda, importaciones y exportaciones, etc. Y los productores argentinos están viendo que no solamente en algunas producciones ya casi no ganan dinero, sino que año a año están comenzando a perder cada vez más parte de lo invertido.

Y esta sensación de desánimo que comentábamos al comienzo se basa en que el panorama para el resto de este 2015 será igual o peor a lo vivido en los últimos años. En principio porque las posibilidades de que exista una recuperación de los valores es prácticamente nula. La oferta y demanda mundial de granos se encuentra con guarismos que nos hace estimar esta afirmación.

Desde el ámbito local, los hombres de campo ven cómo todos los días aumentan los costos de las diversas producciones en pesos, más de 40% por año, y lo sorprendente es que muchos gastos aumentan en dólares, generando un perjuicio mayor.

Si consideramos que la devaluación de nuestra moneda es menor a la inflación anual en pesos, el cálculo es insufrible. Por eso, por el lado de los ingresos, no hay chances de aumentar los mismos. Mercado internacional tranquilo, devaluación baja de nuestra moneda.

Si no se recibe más por lo vendido, debemos disminuir lo gastado. Y aquí nos encontramos con otra limitante para considerar. Porque los productores ya han “achicado” al máximo sus gastos. Pero se encuentran que la inflación en pesos se come toda posibilidad de rentabilidad. Además, la presión impositiva es insostenible, con aumentos en las alícuotas y cambios en los vencimientos de los impuestos, como en la provincia de Buenos Aires por ejemplo, con el impuesto inmobiliario.

El crédito bancario prácticamente desapareció, quedando solo el comercial de las empresas que intentan no perder clientes o no dejar de vender sus productos.  Lógicamente con riesgos importantes para dichos comerciantes.

Y para fin de año donde muchos entienden –y confían- cambiaría el gobierno central, faltan 10 meses. Y en este lapso se pueden profundizar los factores e inconvenientes que hemos detallado.

Fuimos testigos de cómo el gobierno intenta “capturar” toda posibilidad de caja que dependa del sector agropecuario. Las continuas intervenciones en los mercados, las obligaciones no manifiestas de que los productores deban vender sus cosechas cuando el gobierno quiere y no cuando el productor decida, son tan solo algunas muestras de lo que está ocurriendo.

A fines del 2014 se presentó un proyecto de ley que modifica el funcionamiento de un ente privado como es el Instituto de Promoción de Carne Vacuna (IPCVA) para pasar a ser público y que promueva todo tipo de carnes. Quedando en evidencia que lo único que se busca con este cambio es poder utilizar “la caja” que genera el aporte de los productores y empresas, ambos privados.

“Hay que desensillar hasta que aclare” decía un productor entrerriano. Pero esto no siempre es posible y menos por lo que resta del año. Los empresarios agropecuarios deben seguir defendiendo sus empresas y la única forma es continuar produciendo. Y esto, a pesar de todo.