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En medio de los reclamos de las entidades agropecuarias la cuestión de las retenciones vuelve al centro del debate económico y político. Parece una escena repetida, pero el contexto tiene un ingrediente que la transforma radicalmente. Se trata del tipo de cambio real.

En los primeros años de la era kirchnerista, los superávits gemelos fueron motivo de tranquilidad para el Gobierno. El tipo de cambio competitivo y el peso significativo de las retenciones a las exportaciones en la recaudación fiscal fueron instrumentos clave para lograrlo.

Hasta 2007 la inflación fue muy baja, por lo que no incidió en el tipo de cambio, pero desde 2008 la inflación ha ido aumentando tendencialmente más rápido que el precio del dólar. De tal forma, la apreciación cambiaria en términos reales fue quitando peso relativo a los ingresos por retenciones frente a otras fuentes.

Los ingresos fiscales por retenciones dependen de manera gravitante del nivel del tipo de cambio real, porque las exportaciones se cobran en dólares pero se convierten a pesos para ejercer el gasto público. En abril y mayo de 2013 se recaudaron US$ 2.732 millones por este tributo. Con un tipo de cambio de $ 5,20 por dólar, esa suma equivale a $ 14.209 millones. Pero si el tipo de cambio fuera de $ 7, los ingresos fiscales serían de $ 19.162 millones. Es decir, el Estado se pierde de recaudar en un bimestre cerca de $ 5 mil millones como consecuencia de la política cambiaria.

Una devaluación de esa naturaleza en las condiciones actuales podría causar una explosión inflacionaria, por lo que el cálculo anterior sólo es un ejercicio con fines didácticos y no una sugerencia de política.

El retraso cambiario produce pérdidas no sólo para las arcas fiscales. A la vez que se debilitan las retenciones, se fortalece la recaudación de impuestos internos.

Los datos muestran que en 2008 el IVA era poco más del doble que las retenciones, y en 2012 pasó a ser poco más del triple. Algo parecido ocurre con la relación entre la recaudación por retenciones y Ganancias personales. Las primeras duplicaban a las segundas en 2008, y sólo eran 13% mayores en 2012.

Ganancias personales va dejando de ser un impuesto a los ricos como consecuencia de la forma en que se lo está administrando, y el IVA nunca fue un impuesto popular, de manera que la combinación del tipo de cambio real actual con la política tributaria actual no parece coadyuvar a mejorar la distribución del ingreso.

En general, una caída en el precio de las exportaciones sujetas a retenciones, en un contexto de tipo de cambio retrasado, no es tan grave para los ingresos públicos como una reducción de la actividad económica, dado que con esa relación cambiaria toman mayor importancia los impuestos internos. Entonces, si proporcionalmente aumentan más los impuestos a las clases baja y media que a los exportadores sojeros, ¿quién paga el ajuste?

¿Podría la sobrevaluación cambiaria generar un subsidio cruzado de quienes tienen menos ingresos hacia los exportadores?

En realidad, los exportadores pierden, o dejan de ganar, mucho dinero con el retraso cambiario. Los sojeros le pagarán al Banco Central el 100% de los dólares cobrados, mientras que este último les dará a cambio el equivalente al 65% en pesos. El otro 35% se lo dará a la AFIP, también en pesos. En tal caso, gracias al Banco Central les está comprando muy baratos los dólares a los exportadores y a la AFIP.

Comparando el tipo de cambio actual con el hipotético de $ 7 por dólar, la AFIP concedería recibir $ 5,20 y no $ 7 por el 35% que le corresponde, para que el Banco Central ganara $ 1,80 (diferencia entre $ 7 y $ 5,20) multiplicado por el 65% que los exportadores convirtieron a la moneda nacional: por cada US$ 100 ingresados por exportaciones de soja AFIP concedería $ 1,80 x $ 35 = $ 63, para que el Banco Central ganara $ 1,80 x $ 65 = $ 117. Lo contrario podemos decir de los exportadores sojeros: como consecuencia de la sobrevaluación ahorrarían $ 63 de retenciones pero pasarían a resignar $ 117 por cada cien dólares vendidos al exterior.

El retraso cambiario está controlando el ritmo inflacionario, reasignado recursos y reduciendo la dependencia fiscal con respecto al precio circunstancial de la soja en los mercados internacionales.

No habrá faltantes

Anoche la Comisión de Enlace agropecuaria se alistaba para concretar a partir de el primer minuto de hoy un cese de comercialización de productos no perecederos en todo el país, medida que se extenderá hasta el miércoles a la medianoche, en protesta por la política gubernamental hacia el sector. Los ruralistas explicaron que la medida comprende “todos los productos del campo menos los perecederos”, y que habrá algunas excepciones, como hacienda de remates ya programados, en algunos casos.

Por otra parte, habrá movilización a las rutas y control de cargas por parte de los mismos productores, que después de deliberar en nueve asambleas decidieron llegar a estas medidas, según informó el titular de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Luis Etchevehere.

Los dirigentes de las cuatro entidades aseguraron que tomaron la medida al no haber recibido respuesta al pedido de que la presidenta Cristina Kirchner los recibiera en audiencia, y denunciaron que fue el Gobierno el que cortó el diálogo, ya que el ministro del área, Norberto Yauhar, no se encuentra con ellos desde mayo.