En diez años de kirchnerismo - cristinismo en el poder nacional, nunca hubo un cambio de gabinete como tal, en el sentido de renovar algo más, como la mitad de los ministros, nombrando nuevas figuras que permitan crear alianzas y renovar la imagen política del gobierno.
Tampoco lo hubo en Santa Cruz , durante los años que Kirchner ejerció la gobernación. Nunca han reunido el gabinete, algo inusual. Es difícil encontrar otro caso en el mundo y refleja una cultura política de fuerte concentración de poder.
La inseguridad, además de ser la primera demanda de la sociedad en un año electoral, tiene más relevancia que los asuntos militares en términos políticos
Los ministros se cambian de uno en uno, de acuerdo a las necesidades, circunstancias o conflictos que van surgiendo.
Por esta razón, más que un cambio de gabinete, ha habido un reajuste, como en todos los casos anteriores.
Se podría argumentar que la etapa de Antonio Puricelli en Defensa estaba agotada y que la fracasada privatización de la campaña antártica, con denuncias de irregularidades en las licitaciones, hacían conveniente su reemplazo.
Seguridad es un ministerio hoy más importante que Defensa porque tiene a su cargo la inseguridad, además de ser la primera demanda de la sociedad en un año electoral, tiene más relevancia que los asuntos militares en términos políticos.
A su vez, la salida de Nilda Garré, que en los hechos tenía limitadas sus funciones por el poder creciente de su segundo, Sergio Berni, hoy no cambia demasiado, ya que seguramente Puricelli sabrá respetar su rol determinado por la propia Presidenta.
Juliana Di Tullio, si bien garantiza continuidad en la línea política, no suma experiencia para una tarea que no será fácil en los próximos meses
La llegada de Agustín Rossi a Defensa puede sorprender, porque es alguien que ha sabido manejar con éxito votaciones difíciles para el oficialismo, como el acuerdo con Irán, la reforma judicial y el blanqueo. No pareciera que ser ministro de Defensa sea un premio a estos éxitos.
La designación como reemplazante de la diputada Juliana Di Tullio, si bien garantiza continuidad en la línea política, no suma experiencia para una tarea que no será fácil en los próximos meses.
De acuerdo a ello, es difícil encontrar una lógica política o ideológica en los cambios. Probablemente hayan sido más producto de alguna falla personal de los protagonistas en la óptica de la Casa Rosada, que en un cambio de enfoque político.
Los que si resulta claro, es que como ha sucedido en diez años del kirchnerismo - cristinismo, no se trata de un cambio de gabinete como tal sino sólo de un reajuste.


