La primera, la tragedia humana, cumple pasado mañana un año y todos los días, todos los familiares, sienten dolor por las ausencias que el resto de la sociedad recuerda una vez por mes y que el viernes próximo veremos escenificada en Plaza de Mayo.

La otra dimensión, la política, lleva muchos años de vergüenza y complicidades: es un guiso, valga la mala comparación, donde se cocinan negocios de subsidios, desvíos de dinero, desidias y corrupción. Sin que ningún funcionario se inmute.

¿Acaso no dijo Juan Pablo Schiavi que la culpa de los 51 muertos fue el hecho de que el accidente no ocurrió en un feriado? ¿Acaso no guardó el Gobierno un vergonzoso silencio sobre el hecho, al punto que lo silenció como si nada hubiera ocurrido?.

En el primer caso, el de la tragedia humana que busca un desenlace en el juicio oral, interesan las personas.

¿Acaso no guardó el Gobierno un vergonzoso silencio sobre el hecho, al punto que lo silenció como si nada hubiera ocurrido?

Los familiares de las víctimas, cuando presencien el juicio oral, sentirán cierta satisfacción si la Justicia condena a los responsables. La memoria es completa cuando está acompañada de Justicia.

En el segundo caso, la dimensión política, el aspecto humano no interesa en absoluto.

Los hombres, mujeres y niños que viajaban ese día en el tren Sarmiento, sólo tenían el valor de una carnada, una excusa para que los Cirigliano y los ex secretarios de Transporte, Ricardo Jaime y Juan Pablo Schiavi, pudieran malgastar miles de millones de subsidios.

Para una política subdesarrollada y enferma como la argentina, los hombres somos apenas una carnada para que otros, mejor ubicados o que se sienten impunes, hagan negocios. Esto es lo que siente el hombre común.

En el juicio oral, la Justicia encontrará responsables para la tragedia humana.

¿Acaso los ciudadanos no siguieron votando a gobernantes que durante años nada hicieron por mejorar el estado de cosas?

Pero hay otro juicio que no se realiza frente a jueces ni fiscales y en el que todos somos responsables: el Estado, en particular este Gobierno pero no exclusivamente este gobierno, fracasó rotundamente en armar un sistema de transporte siquiera mínimamente aceptable y, también, fracasó la sociedad en su deber de exigirle a los gobernantes que lo hicieran.

¿Acaso los ciudadanos no siguieron votando a gobernantes que durante años nada hicieron por mejorar el estado de cosas? Y esos funcionarios hicieron lo que mejor hacen: nada que mejore el estado de las cosas. ¿O acaso el sistema ferroviario mejoro.

El Estado y, en particular el Gobierno, son los responsable de la inseguridad. Pero también lo es toda la sociedad.

La tragedia de Once sólo habrá tenido un sentido político si la sociedad se despierta y le exige al Gobierno un cambio.