El Gobierno, por ejemplo, parece que prefiere arreglarse con una manta corta en vez de conseguir una frazada más larga. Con el agro está demostrando que "el modelo" apuesta a la manta corta. Si se observa lo que está sucediendo con la yerba mate, y antes con la carne o los lácteos, se puede comprobar que un día decide tapar los pies y al otro, sin acordarse lo que hizo ayer, se tapa la cabeza. El problema es que está quedando cada vez más al descubierto.
Con la yerba mate, primero desconoció los efectos de la sequía sobre el NEA. Más atrás en el tiempo no le dio importancia a los reclamos de los productores yerbateros para recomponer el precio de la hoja verde y la canchada. Cuando la situación social comenzó a explotar, y los productores comenzaron a cortar rutas, Agricultura tuvo un leve triunfo sobre el sectretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, y consiguió elevar el precio. Claro, al mismo tiempo, desoyó las advertencias de los molinos y las industrias de que con un incremento de más de un ciento por ciento de la materia prima, el precio al consumidor inevitablemente iba a subir. Cuando esto sucedió, el Gobierno comenzó a acusar a industriales, mayoristas y comerciantes por los incrementos de precios y los faltantes en las góndolas. ¿Si todos los costos salariales, de transporte y de la energía aumentan, por qué no habría de aumentar la yerba mate?, se preguntaron los industriales. No hay una explicación razonable a ese interrogante. La respuesta es porque Moreno no quiere que aumenten. Tan simple como eso. ¿La economía se puede manejar con la voluntad de una sola persona o debe responder a las leyes de la oferta y la demanda? En el modelo de la manta corta, la primera opción es la verdadera.
Mientras tanto, la presidenta Cristina Kirchner levanta la voz desde el atril y dice que el Gobierno no permitirá que falte yerba y que suba a precios exorbitantes. El ministro de Agricultura, Norberto Yauhar, la acompaña, por supuesto. "El vino y el mate son las bebidas nacionales", dijo en un comunicado, como si esa afirmación fuera suficiente para impedir aumentos o asegurar el abastecimiento. Mientras tanto, un día amenaza con permitir las importaciones (cuando no hay restricciones en el Mercosur) o prohibir las exportaciones (cuando apenas el 15 por ciento tiene como destino el mercado externo y el principal cliente, Siria, está en guerra civil).
En una economía con una inflación anual de más del 20 por ciento resulta curioso pretender que algunos productos aumenten de precio y otros no. En este contexto, la salida más sencilla es el escenario de puja distributiva. De un lado están los buenos que no forman precio y del otro los malos, que quieren ganar dinero y manipulan el mercado. Y, por encima de ellos, están los más buenos de todos: los funcionarios del Gobierno que velan por el interés común. Así, es muy sencillo descubrir quiénes son los inocentes y quienes son los culpables. Sin embargo, no se elige considerar el problema en términos de cadena de valor. No parece haber lugar para un debate de este tipo. ¿Tienen los productores yerbateros, especialmente los minifundistas, otra opción que no sea el cultivo de yerba? ¿se hizo algún plan para favorecer los proyectos silvopastoriles o la fruticultura? ¿avanzó la productividad de los yerbatales? ¿cómo mejorar el acceso de la producción a la cadena comercial? Nada de esto parece tener relevancia. Sólo alcanza con levantar el dedo acusador y elegir al culpable de turno.
Algo similar sucedió con la cadena láctea. Cuando la leche en polvo, hace dos años, tenía un precio récord en el mercado internacional, el Gobierno aumentaba los derechos de exportación. Ahora que precio cae en el exterior debido a la crisis económica, sobra la leche y el mercado interno tiene un techo. "El Gobierno firmó aumentos salariales del 40 por ciento en la rama de trabajadores lácteos y después les pide a las industrias que le pague más a los tamberos y que no aumente los precios en góndola", explicaba un asesor de la industria. Otra vez el modelo de la manta corta funcionando a pleno.
Es ese mismo voluntarismo que refleja cuando traba las importaciones de maquinaria agrícola con el argumento de que hay que defender la industria nacional y termina impidiendo que la producción renueve sus equipos y mejore su productividad.
Sólo con conformarse que los precios de los granos seguirán en niveles nominalmente altos y que eso alcanza para mantener sólidos los pilares de la macroeconomía puede llevar a un nuevo fracaso. La política de la manta corta, se ha demostrado, es ineficaz. Una visión de largo plazo es necesaria.
Resumen
400% es el aumento en el inmobiliario rural bonaerense
La frase
"Los precios indicados por Moreno sólo se encuentran en el país de las maravillas de Cristina"
Julio Martínez (Diputado UCR).


