La soja ha experimentado un notable crecimiento en el Nordeste argentino. Tal es así que durante las últimas campañas, la región está entre las primeras productoras con, aproximadamente, 1,8 millones de hectáreas sembradas. Y fue y es, precisamente la soja, en doble cultivo con el maíz y el sorgo, la que le trajo a la familia Goujón, Angel y Juan Pablo, la misma gratificación durante este año: arribaron al puerto de Rosario con el primer camión de soja de casi 30 toneladas, en condición cámara.

A diferencia de lo sucedido en la campaña 2010/11, cuando el primer lote llegó el 3 de enero de este año y salió de un campo de los Goujón, en esta campaña, el primer lote estuvo en un campo que pertenece a esta familia pero está arrendado por la empresa VMV Siembras, de Carlos Grosso, de Piamonte, en Santa Fe.

Clarín Rural dialogó con los principales protagonistas, para que ellos mismos den las claves de este doble suceso productivo.

Entre los primeros aspectos a los que hace referencia Grosso es que el campo en Colonia Elisa (centro-este de Chaco), desde donde salió esta soja primicia que se sembró el 3 de agosto, es manejado por Juan Pablo (hijo de Angel), bajo los conocimientos agronómicos y los criterios conservacionistas históricos de los Goujon.

Y, justamente, es sobre estos criterios que Grosso hace hincapié, ya que con ellos “se puede hacer un doble cultivo de verano, maíz-soja, sorgo-soja o soja-maíz, con similares resultados a los de la Zona Núcleo”, dice.

VMV Siembras produce en el Chaco húmedo desde hace cinco años y siempre bajo asesoramiento de Angel y Juan Pablo. A su vez, Grosso afirma, con la visión sustentable que trae de su manejo en el centro de Santa Fe, que el potencial de crecimiento del área con el doble cultivo es muchísimo mayor respecto a lo que actualmente se siembra y, además, el resultado es seguro haciendo bien las cosas.

“Angel viene completando la totalidad de su campo con el doble cultivo y aprovechando el potencial del ambiente, que les entrega maíces de entre 70 qq/ha a 80 qq/ha y soja de 25 qq/ha a 30 qq, de promedio, desde hace más de diez años”, expresa el santafesino.

Sin querer, Grosso deja picando una pregunta: ¿Cuál es potencial que no se está aprovechando en el Chaco húmedo?.

La respuesta es clara y está en el desafío que afrontó Angel Goujón hace 17 años. Desde ese momento empezó a ajustar el manejo del doble cultivo y es el que hoy también pone en práctica su hijo, en los campos familiares y en los que éste asesora en la zona.

El desafío consistió, según cuenta Juan Pablo, en prestar especial atención a la heterogeneidad de los suelos: “Hay que saber ubicarse en el campo, ya que hay zonas con altísimo potencial y otras que no lo tienen”, dice. Y agrega que es clave ajustar el manejo al régimen de lluvias.

Estos dos aspectos le permitieron a Angel explorar al máximo los ambientes. Su manejo a lo largo de los años le exigió ajustar las fechas de siembras de los cereales y la oleaginosa al mes de agosto, elegir materiales de ciclos adecuados y un manejo sanitario muy cuidadoso. Así, creó el círculo virtuoso que lo diferencia. (Ver “ El manejo técnico...” ) De acuerdo a Juan Pablo, normalmente la zona se maneja con las siembras tardías de diciembre en los cultivos de verano, ya que el objetivo es sortear el caluroso mes de enero. En este punto está el cuello de botella, da a entender Juan Pablo, porque con esta estrategia el período crítico de los cultivos se retrasa hasta después de enero, pero se pierde el valioso potencial de hacer dos cultivos en el mismo período.

Con la incorporación de las gramíneas en la rotación, los Goujón generan un importante volumen de rastrojo que preserva el agua hasta agosto, luego de la trilla de marzo-abril. A pesar que en muchos casos arrancan las siembras sin humedad superficial, cuenta Juan Pablo, unos centímetros más en profundidad hay disponibilidad hídrica y permite que el cultivo llegue hasta mediados de septiembre, que es el momento en que aparecen las primeras precipitaciones. Con este manejo, el maíz, el sorgo y la soja se cosechan a fin de año y recién ahí comienza la siembra del siguiente cultivo de verano.

Otro que también aporta sus conocimientos para contestar el interrogante que plantea Grosso es Rodolfo Gil, especialista de INTA Castelar, y quien conoce tanto a Grosso como a los Goujón, por sus trabajos en el Chaco húmedo. Gil visita esta región desde hace siete años. Cuenta que llegó hasta allí motivado por la inquietud de productores que observaban que sus suelos se estaban degradando y que entendían que no hacían un uso eficiente de los recursos ambientales.

Entonces, en referencia al clima, el especialista brinda su primera explicación: “Esta zona, ubicada al este de la isohieta de los 1.200 milímetros de lluvias anuales, tiene la particularidad de que la oferta hídrica y demanda se igualan en el año, y tiene un período libre de heladas muy amplio”, explica. Y agrega: “Esto permitiría, por ejemplo, sostener dos cultivos en el año”. Pero manifiesta que “todavía este tipo de conocimiento y la tecnología no están difundidos para aprovechar las posibilidades que otorga el ambiente”. Además, da un dato muy interesante. “De la cantidad de tierras con potencial para doble cultivo, hay menos del 10% que se manejan con esta estrategia”.

Los resultados de trabajos que Gil tiene en la zona explican muy bien porqué los Goujón pueden producir 10 toneladas por hectárea de granos.

“Medimos que un único cultivo anual capta un 25% de la radiación que llega al suelo y solo absorbe entre el 40% a 45% del agua de lluvias; en cambio, la doble gruesa capta el 50% de la luz solar y aprovecha entre el 70% y 80% del agua disponible”, precisa. Con estos datos contundentes, concluye: “Con más eficiencia en el uso de los recursos, se pueden producir más granos y secuestrar más carbono para sostener todo el sistema”.

Y, por último, Gil cierra con una idea muy interesante: “Siempre buscamos modificar el ambiente para que el cultivo exprese su potencial, pero el gran desafío de la agricultura sustentable es cómo adaptar la planta y la tecnología para que el ambiente se exprese al máximo”.

Claramente, este último concepto es clave, y es el que aplican los Goujón en el noreste argentino, aunque sería necesario tenerlo en cuenta en todas las regiones agrícolas de nuestro país.