Según el USDA, el comercio mundial de maíz alcanza un volumen de 93,22 millones de toneladas.

El 45% proviene de EE.UU. y el 55% que resta procede de diferentes países como Argentina. Todos ellos son de menor envergadura, pues EE.UU. es el rey del maíz. Produce algo así como 317 millones de toneladas; gran parte queda en el mercado interno.

Sobre el total mundial, nuestro país tendría una participación del 20%.

Si las lluvias se expandieran, tanto en intensidad como geográficamente, la siembra podría hacerse en el tiempo óptimo. Es decir en estos días, pensando en la zona núcleo.

La desgracia es que el productor no termina de decidirse. No está seguro de llevar adelante una campaña de siembra realmente destacada, a consecuencia de la falta de certidumbre en las reglas de juego, dadas las trabas existentes en la comercialización.

De cumplirse la estimación de GEA, la superficie podría acercarse a 4,5 millones de hectáreas. Si se da una extensión así, lógico sería aguardar una cosecha del orden del 24.5 millones de toneladas.

La BCR estima que podría alcanzar un volumen de 23-24 millones de toneladas.

Un número realmente bueno.

Es realmente una pena que, en un cuadro mundial favorable, la Argentina no haga provecho de su capacidad de producción maicera, sobre todo en la actualidad que necesita “renovar” los suelos después de tantas campañas de primacía de soja.

El mundo necesita maíz porque EE.UU. se encuentra en una difícil situación ya que no podrá equilibrar la balanza de oferta y demanda mundial.

La ajustada oferta no logra cubrir las crecientes necesidades. Según el USDA, los stocks van a ser de 17 millones de toneladas para el final del ciclo 2011/12, y por ende la relación stocks/consumo de 5,3%. Este ratio es el más reducido de las últimas quince campañas de maíz.

Las diferentes circunstancias de pánico financiero de la historia muy reciente amenazan repetirse y, a su vez, los imprevistos climáticos forman parte del panorama actual, sobre todo con lo sucedido en la campaña terminada en EE.UU. y con La Niña en el horizonte sudamericano. La mezcla de ambos factores permite una expectativa interesante para los valores. Aún con las inquietudes derivadas del plano financiero en el mundo.

En este cuadro y dado los bajos niveles de stocks, es previsible una sucesión de jornadas de fuertes vaivenes.

Seguramente, la volatilidad será, curiosamente, una constante. En definitiva los stocks cumplen la esencial función de amenguar oscilaciones por parte de la demanda.