Los hombres de negocios que se dieron cita ayer en el primer remate de soja
de 2011, y que movilizarán este año unos US$ 30.000 millones , suspiraron
primero de alivio al escuchar al ministro de Agricultura, Julián Domínguez,
negar enfáticamente que el Estado vaya a intervenir directamente en el mercado
de los granos. Pero de inmediato volvieron a tragar saliva. Fue cuando el
funcionario confirmó que sí se piensa en dar mayor participación a las
cooperativas agrícolas.
“Vengo a despejar fantasmas. No vamos a estatizar el comercio de granos ”,
señaló Domínguez al participar en la Bolsa de Comercio de Rosario del remate
simbólico con que arranca la comercialización de soja. Pero de inmediato aclaró
que se estudian cambios en la regulación para “priorizar el capitalismo
nacional”. El objetivo de estas reformas, según el ministro, será que
“cooperativas, productores y acopiadores participen más activamente en la renta
que genera el comercio exterior de granos”.
Así, el titular de Agricultura avaló la versión de que el Ejecutivo estudia
otorgar a las cooperativas agrícolas una mayor porción de los permisos de
exportación (ROE), que hoy administra de modo antojadizo el secretario de
Comercio, Guillermo Moreno. Sería en detrimento de la posición dominante que
desde la desaparición de la Junta Nacional de Granos, en 1991, ostentan
multinacionales de la talla de Cargill, Bunge, Dreyfus y ADM, entre otras.
Hoy las cooperativas que exportan son dos: ACA y AFA, la primera vinculada a
Coninagro, la segunda a Federación Agraria. Según versiones, el proyecto oficial
pretendería cederle hasta 30% de los embarques agrícolas , cuando en 2010
participaron de apenas 5% del negocio de exportación. Otra variante, sin
embargo, podría ser reservarles el aprovisionamiento al mercado doméstico del
20% de la cosecha que no se exporta.
Domínguez no dio precisiones, pero adelantó que la idea es “generar las
condiciones normativas fiscales que impulsen el asociativismo de capital
nacional para que puedan ser exportadores directos”. Y añadió: “El país no puede
depender de las exportadoras extranjeras, que se quedan con toda la renta del
comercio internacional de granos”. Una exageración, ya que por las retenciones
es el propio Estado el mayor beneficiario del dinero que ingresa con cada
cosecha.
Un rato antes, el presidente de la Bolsa de Rosario, Cristián Amuchástegui,
había pedido todo lo contrario: que se libere de cupos el mercado de exportación
de trigo y maíz, “evitando favorecer a sectores en detrimento de otros que
cumplen similares funciones”.
China demora algunas compras de soja
Un rumor corrió ayer por el mercado internacional de granos y despertó temor entre los operadores. Decía que China, la gran aspiradora mundial de soja, había comenzado a cancelar algunas compras y hasta pretendía vender parte de sus reservas de la oleaginosa para forzar una rebaja de los altos precios actuales del cultivo, en torno a los US$500 por tonelada.
Al dar cuenta de la versión, la agencia Reuters informó que compradores chinos habían cancelado no menos de tres cargamentos de soja y negociaban con sus proveedores aplazar otros embarques.
“Las decisiones de los compradores de China responden a unos márgenes pobres y al plan de Pekín para liberar reservas estatales a fin de contrarrestar la inflación de los alimentos”, señaló Reuters, citando fuentes del mercado, temerosas porque si China disminuye sus importaciones podría caer el precio del cultivo en Chicago. Ayer, sin embargo, la soja cerró allí a 491 dólares, con una suba de 0,62%.
Si bien las importaciones canceladas suman entre 150.000 y 180.000 toneladas, representan una pequeña porción de las compras mensuales de China, que oscilan entre 3 y 5 millones de toneladas. Por eso el mercado todavía no reaccionó negativamente a la novedad.
Pero la situación podría empeorar. “Prevemos que haya más cargamentos sudamericanos aplazados a septiembre y después debido a los pobres márgenes de procesamiento”, dijo un operador con sede en Singapur a la agencia Reuters.


