La revista alemana Oil World lo revela sin medias tintas. El 14 de diciembre pasado había estimado la producción argentina de soja en 50,50 millones de toneladas. Pero, el 21 último cambió el cuadro, por los graves problemas climáticos que azotan a la región agrícola del país.
Rápida en reaccionar, Oil World estima ahora que el volumen por cosechar en este otoño sería de 47 millones de toneladas, al tiempo que advierte que el cálculo “está sujeto a revisión”, pues hay que ver cómo sigue el tiempo en la pampa húmeda y en las otras zonas agrícolas argentinas.
Por parte nuestra, seguimos creyendo en que la cosecha sólo llegará a 45 millones. Y que es posible que ni siquiera alcance tal nivel. Aguardamos un rinde unitario próximo a 24 quintales. En tal caso, la reducción total respecto a las estimaciones originales sería de 7 millones de toneladas.
Y 7 millones menos no es una cosa de poca monta.
Se calcula que, de las 18 o 19 millones de hectáreas para soja, cerca de 9 millones tienen graves inconvenientes por la escasez de humedad. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires redujo su estimación de intención de siembra en 200.000 hectáreas, a 18,5 millones.
Si bien, Oil World acaba de aumentar sus cálculos para Brasil, desde 66,8 millones a 67, 3 millones de toneladas, como consecuencia de las recientes mejoras climáticas en el país vecino, la realidad es que esta mejora no logra compensar ni remotamente la baja argentina.
Por eso, la mayor parte de los operadores ya no creen en una producción de más de 134 millones de toneladas, en América del Sur, sino que ahora se discute si ella estará más cerca de 120 o más próxima a 130 millones.
Estas expectativas de oferta más el panorama de importaciones de China determinan una tendencia firme para los precios en el mediano plazo.
Respecto a China, por ser un mercado de más de 1.300 millones de personas, vale destacar que su peso como demandante de soja y sus derivados continuará siendo gravitante.
Pese a que se ha dicho que este mercado quedaría afectado por la inflación interna, la realidad es que el gobierno chino ha incrementado la inversión pública en infraestructura y puesto en práctica una serie de incentivos a las compras de bienes de consumo duradero junto a una política de gasto social generosa que permiten albergar una visión optimista al respecto.
Además, la suba en la tasa de interés, como tendencia ya iniciada, en el mediano plazo, debería actuar como de revaluación para el yuan en términos de las principales divisas, como el dólar.
En consecuencia, el poder adquisitivo de la gente se incrementaría y, así, la demanda por alimentos presionaría sobre la oferta.
Liberado el comercio desde octubre, es probable China sea cada vez más dependiente del aceite de soja argentino. ¿Por qué? La respuesta está en que Brasil debería disminuir su oferta para exportación como resultado de una mayor demanda doméstica para la elaboración de bio-diesel.
Por ello, no extraña que los futuros de la oleaginosa hayan cerrado en los niveles máximos de desde el mes de septiembre del 2008.
En tal caso, puede haber bajas. Pero no parece factible que ellas sean pronunciadas. Los precios seguirían siendo altos.
¡Que tengan una dichosa Nochebuena y una feliz Navidad!


