No alcanza con gestos o cambios de funcionarios. Hay que cambiar la matriz de la  política  productiva que impidió que el país sea un   productor y exportador confiable.

El  cambio en las  políticas evitara una nueva estafa al productor como ocurrió en los últimos   años. Nunca falto trigo en el país  para el consumo interno y menos  va a faltar ahora con  las  actuales  tecnologías  para producirlo en cantidad y calidad.   Sería un  gesto  para quienes todavía no vendieron, pero principalmente, sería un mensaje concreto  para proyectar y potenciar  la producción de la   nueva campaña 2011-2012,  si podemos   captar ahora los  buenos precios  internacionales  de enero  del 2012 , por medio de   los mercados a término sin ninguna interferencia  y se eliminan  definitivamente  los derechos de exportación.

Volver a la sensatez  es sembrar nuevamente  7 millones de hectáreas como lo hicimos en 1929,  con arado de reja y sembradora tiradas a caballo usando  semillas comunes.  Con las  innovaciones actuales, podríamos estar  cosechando  4000 Kg/Hect., y producir   28 millones de TT.  Ante esta hipótesis  no hay que   continuar  con esta  insensatez de políticas para asegurar   2,4 millones  de TT de trigo  para hacer el  pan  de 42 millones de argentinos.  Es solamente  el 10% del potencial de producción del país.  En la campaña 2010-11 por la intervención del estado los productores trigueros  regalaran  este volumen. 

Hay que terminar con el  actual sistema que el Estado interviene de hecho  y  delega la responsabilidad en los  otros sectores de la cadena.  Cómo  funciona la comercialización del trigo actualmente, lo único que se ha logrado es enfrentar a    los miembros de la cadena triguera,  destruir el funcionamiento de  la instituciones  para la  fijación de   los  precios, que la producción de trigo alcance solo para el consumo interno, que  perdiéramos  la exclusividad del mercado brasileño  con  preferencia arancelaria  del primer importador de trigo mundial y que  los productores perdieran cuantiosos  ingresos  en las últimas  campañas. Desde el 2006 las transferencias a la molinería fue de más 2500 millones de dólares más otros 950  millones  por compensaciones.

 Lo  más grave de esta política es  que los principales perjudicados fueron  los consumidores a quienes se querían defender, que pasaron de  pagar el pan $ 1,5  en 2005 cuando empezó la intervención   a  $ 8  en la actualidad. 

Con estos hechos incontratables de la realidad,  la  única opción  para poder potenciar un shock de productividad  es liberar todos los mercados sin ningún tipo de intervención del estado en el negocio empresario. La  otra opción es estatizar el comercio de granos, haciéndose  cargo el gobierno  y quienes los acompañen, por el estancamiento que va a provocar en las producciones   futuras.

Al mismo tiempo hay que terminar con la idea de que el  estado tiene que asegurarle la materia prima a  la industria molinera. Esto no ocurre en ningún país  del mundo. En último caso cada país implementa políticas de estado para subsidiar  a determinados número de habitantes, que no tienen cubiertas sus necesidades básicas en forma directa para evitar todo tipo de corrupción, pero nunca castigando al productor y a la producción del país  limitando las exportaciones.  Es una industria   atomizada como cualquier otra que debe trabajar  a riesgo empresario y  actuar en consecuencia de ahora en adelante. 

Mucho menos pretender  que le aseguren  otras 4 millones de TT que se usan para otros fines,  que  no hacen a las necesidades indispensables del consumidor. Las  200 mil TT mensuales   (2.4 millones TT anuales) que necesitan  para  el pan común, deben comprarlas cada molino  en el mercado  en el momento de la  cosecha compitiendo  con los otros sectores,  y el resto  asegurar el  precio futuro en  los mercados a Término  como lo hicieron desde 1992 hasta el 2005. Al momento que   compran  el  físico que necesitan para  molienda,  van saliendo  proporcionalmente  de su posición  en el  Término.

Hay que terminar  también  con los  subsidios  a la industria molinera por medio  de los derechos de exportación y  las  compensaciones al trigo  que usan para abastecer el mercado porque para lo único  que ha servido fue  para distorsionar todo el mercado como enumero más arriba. Los subsidios  gastados por el estado se deberían haber usado en   forma directa  para atender al  30% de la población más pobre,  para que no  quedaran en el camino por falta total de transparencia que tiene  el actual sistema  discrecional implementado por el gobierno con el manejo  del  ONCCA. 

El Complejo Agroindustrial para crecer y ser parte fundamental en  el desarrollo del  país, trabajando en igualdad de condiciones que  los otros sectores de la economía, necesita   mercados libres, apertura al mundo y seguridad jurídica para  poder hacer  más  inversiones,  que le permitan  transformar  las materias primas  con mano de obra argentina  y  duplicar  el valor de nuestras exportaciones  como primera meta para el año 2020.