En efecto, nos espera un año de inercia. El fuerte impulso de crecimiento de 2010 da un piso importante para 2011, seguramente de alrededor de 5% de crecimiento. Y, a pesar de que el saldo comercial será menor que este año, nadie pronostica problemas cambiarios. En conclusión, la economía está muy bien.
Nada más distante de la realidad. El consumo se sostiene merced a los planes sociales en los sectores de menores ingresos y por los créditos personales y las tarjetas de crédito en los de clase media. Cada vez más la demanda se abastece con importaciones.
Este proceso puede durar un tiempo, tal vez permita recorrer el año electoral. Pero cada vez se irán generando más desequilibrios sociales y políticos. Esos que suelen ser invisibles a los ojos de los economistas y, en este caso, también del Gobierno.
La inflación acumula un 115% en los últimos cinco años y en 2011 agregará un 24% a 27% a la cuenta. Si alguien piensa que semejante desequilibrio forma parte de un proceso sostenido de desarrollo, está profundamente equivocado. La inflación corroe los cimientos de la sociedad. No es sólo un problema económico. Una porción creciente de la sociedad es empujada a la pobreza y la marginalidad.
El crecimiento que está teniendo la Argentina es dual. Sus beneficios le llegan sólo a una parte de la población. El resto está cada vez más sumergido.
Los planes sociales pueden ser un elemento indispensable para ayudar a los más desprotegidos a sortear un momento de crisis. Pero cuando pierden ese carácter y se convierten en sustitutos permanentes del salario se propicia el abandono de la cultura del trabajo. Hoy un trabajador de bajos ingresos gana, en el mercado no formal, lo mismo que quien vive asistido por planes sociales.
Hay países que desacumulan marginalidad, como China, la India y Brasil y otros que recorren el camino inverso. La Argentina está en esta última lista.
En los últimos días hemos asistido a enfrentamientos sociales violentos en Formosa, Avellaneda y Villa Soldati. Son situaciones diferentes, pero en todos los casos revelan un grado de tensión previa que luego se convirtió en estallido. ¿Cuántos episodios más se pueden estar generando? En realidad no lo sabemos, pero la pobreza crónica no es sólo una estadística. Es el germen de algo más; el nacimiento de una sociedad paralela en la cual la droga y la delincuencia suelen echar raíces firmes.
Cada día que pasa es un día perdido en la construcción de un proyecto de desarrollo nacional que nos permita desacumular marginalidad. Si la inflación persiste y la pobreza crece ¿qué cuestión relevante anda bien en la economía argentina?
* El autor es economista y ex viceministro de Economía


