El martes 24 de agosto quedó signado como una fecha clave en el ámbito político y de repercusión para las distintas actividades económicas. El vencimiento de las facultades delegadas al Ejecutivo y la no prórroga por parte del Poder Legislativo abrió la puerta a una marcada diferencia en el plano institucional, coincidente con el enfrentamiento del Gobierno con Papel Prensa.   

Al respecto, el análisis político semanal de Massot & Monteverde reflexiona: “Es curioso lo que ha venido sucediendo con el kirchnerismo desde que sufrió, hace dos años, a manos del campo, una de las dos derrotas de carácter estratégico —la otra se la propinaron Macri, De Narváez y Solá catorce meses atrás, en las elecciones legislativas de junio del 2009— que cuenta en su haber: toma decisiones que parecen las de un poder omnímodo pero, en realidad, no transparentan su fortaleza a prueba de balas sino que delatan, tras el grado de prepotencia y espectacularidad que arrastran, el nerviosismo y la desmesura de quienes ven fantasmas y enemigos en todos lados”.

Pese a los números de las encuestas en vistas de las elecciones 2011, difundidas el domingo por Página/12, “cuyo problema con las cifras que le llevan Doris Capurro, Roberto Bacman, Ricardo Rouvier, Artemio López y Enrique Zuleta Puceiro es que tienen el mismo rigor que las del INDEC”, el único argumento que encuentran los analistas en la cometida del Gobierno frente al Grupo Clarín y el envío a la Justicia del caso Papel Prensa es que “salvo que el santacruceño crea realmente que le lleva 20 puntos de ventaja a su inmediato seguidor en las encuestas y que, con una intención de voto del 37 %, se hallase, a más de un año de las elecciones presidenciales, cerca de alcanzar ese mítico 40 % que lo haría ganar en la primera vuelta, la ofensiva a todo o nada contra Clarín sólo admite una explicación lógica: considerarlo dueño de un poder de juego tal que su presencia representa la principal amenaza para la reelección”.

Existe también una hipótesis alternativa que plantean los consultores: “(…) que Clarín deba ser desarticulado cuanto antes, so pena de poner en serio riesgo la posibilidad de ganar los comicios de octubre del 2011. Eso podría, quizás, explicar tamaña puesta en escena para reflotar una venta de hace 33 años, adulterar groseramente la historia y acusar a Héctor Magnetto y a Bartolomé Mitre de sospechosos de haber sido participes de un delito de lesa humanidad y, por ello mismo, imprescriptible”.

No obstante, “lo que no se entiende de ese razonamiento tiene que ver con los límites del poder K y los tiempo de la justicia”. “El oficialismo tiene, todavía, un margen amplio de poder, fruto de que es gobierno y maneja el aparato estatal —nada menos— pero ya no es hegemónico. En una palabra, no puede hacer lo que le venga en gana con la seguridad de que saldrá airoso. Hasta aquí, es bueno reiterarlo, no ha vencido en una sola de las batallas que ha iniciado contra Clarín”. No ha sido derrotado, es verdad, aunque tampoco ha sido el vencedor. Para que semejante avance rindiese dividendos, Kirchner debería emular a Chávez y la justicia debería expedirse en menos de lo que canta un gallo, a su favor. Algo que seguramente no sucederá”, sentencian los autores del informe.