A raíz de una ley de promoción de la fruticultura que impulsó el Ministerio del Campo de San Luis, productores agropecuarios de varias provincias están mostrando interés en llevar sus inversiones al territorio puntano. Se trata de la Ley de Fomento a la Fruticultura Provincial, que se destaca por otorgar subsidios en efectivo -luego de demostrada la viabilidad del proyecto-, sobre todo a productores con pequeñas porciones de tierra.
José Luis Paglia es productor de granos en Santa Fe. Hace unos años adquirió un terreno en la zona de Quines-Candelaria, al norte de la provincia puntana, con la idea de hacer olivo en un principio, y aceite en una segunda etapa.
“Elegimos San Luis porque nos parece una provincia ordenada y siempre que vamos nos sorprende. Luego nos enteramos del beneficio de la ley, y presentamos nuestro proyecto de hacer olivos”. Para explotar el terreno, José Luis armó una empresa, Apsa, junto con otros inversores. El plan contempla diez hectáreas de olivo y algunas de alcaparras, aunque estas están fuera del beneficio por ser floricultura.
La zona de Quines-Candelaria es apta para cultivos intensivos por su suelo, napas de agua y horas de frío. Sin embargo, a la tierra hay que acondicionarla. Hablando con otros productores de la zona que estaban en la misma situación, decidieron avanzar de forma conjunta. “Le encargamos a una empresa de La Rioja una perforación para riego por goteo, lo que es óptimo para este tipo de cultivo”.
Respecto al mercado para vender su producción, la empresa apunta a exportar aceite de oliva cuando logre el volumen adecuado. “Todavía no sabemos en cuánto tiempo la planta nos va a dar frutas. Destinaremos algo para aceituna de mesa, y la mayoría para exportación”, asegura Paglia, conforme.
El mecanismo de devolución de dinero en efectivo funciona según escalas. Para pequeños productores, la devolución de la inversión a los dos años puede ser de hasta el 80%, mientras que los que se acerquen a las 200 hectáreas recibirán cerca del 20% de su inversión. El Ministerio del Campo calculó los montos a invertir por hectárea por cultivo, y con ese parámetro va a aplicar el beneficio. En el caso del olivo, asciende a 16.327,71 pesos por hectárea, mientras que en el caso de la vid, son 26.613,66 y para el almendro, 17.241,79.
Sin embargo, Paglia y sus socios decidieron ir un paso más allá. “Solamente de riego, tendremos 30 mil dólares”, confiesa, aunque la infraestructura será amortizada con otros cultivos. “Estoy seguro de que me van a devolver el monto acordado, porque siempre que traté con gente del Ministerio me atendieron de forma excelente”, concluye.
Las almendras, por su valor agregado
Otra es la historia de Enrique Miloschitz, de origen bonaerense que luego se trasladó a San Luis. El productor también presentó su proyecto en el Ministerio para ser aprobado; en este caso, de almendros. Pero cuenta una novedad: “Pude hacer la inversión para esta producción gracias a un crédito blando que me dio el Ministerio del Campo el año pasado. De manera que estoy devolviendo el préstamo, pero en dos años más recuperaré parte de lo invertido”.
En efecto, en 2009 el Ministerio lanzó una línea de créditos blandos para la producción agropecuaria, que tuvo gran aceptación, y hoy goza de una tasa del 95% de devolución.
“Es una política de San Luis no regalar nada. La devolución de dinero en efectivo es un incentivo para fomentar las producciones regionales”, subrayó el Ministro del Campo, méd. vet. Sebastián Lavandeira Muñoz. La Ley de Fomento a la Fruticultura Provincial contempla el beneficio de la devolución luego de dos años de la plantación lograda y con tolerancia de falla máxima del 20% del parque sembrado.
Los motivos de la llegada de Miloschitz a tierras puntanas se repiten: “Estoy viviendo en San Luis porque es la provincia mejor administrada”, considera. La tierra que destinará a los almendros está también al norte, en Nogolí.
Con el crédito blando, Enrique compró los materiales para sus dos hectáreas de almendro: 8.000 pesos en 800 almendros; 2.000 pesos en árboles que funcionan como cortina rompevientos, y otro tanto en cañerías para traer el agua. “Elegí la almendra porque no es tan perecedera y brinda un período más o menos largo de post cosecha. Además, puedo darle valor agregado y venderla como almendra pelada, molida, o vender su aceite”, baraja.
En cuanto a tomar personal para la cosecha, Miloschitz todavía no se decide. “Como tengo siete hijos, por ahora nos arreglamos en familia. Pero no descarto emplear gente, si las líneas de crédito son interesantes para potenciar mi producción”, habla, sin miedo a contraer un nuevo préstamo en el futuro.
Frente a la incertidumbre que siempre genera el estado nacional, Enrique asegura que con el gobierno puntano no le sucede lo mismo. “Hago esta producción con la expectativa de que el Ministerio me devuelva el porcentaje, pero no me quita el sueño; sé que son gente seria”, esgrime.
“A través de nuestros programas queremos apuntalar las producciones frutihortícolas pequeñas, porque vemos en ellas a mucha gente que podría estar sacando provecho de su terruño y no lo hace por considerarlo demasiado pequeño para otras actividades, como la ganadería”, apuntó Lavandeira.
Además del beneficio económico, el régimen incluye capacitación y ayudas en el ámbito técnico. Se facilita la preparación del terreno, la provisión de plantas, tutores, injertos, costas de mano de obra para poda, actividades y labores culturales. Como parte del apoyo técnico se requiere la asistencia a por lo menos tres de los cursos, talleres, rondas de negocio y jornadas que se dictarán.
Modelo a imitar
Esta innovadora y acertada política generó cuestionamientos en las provincias vecinas de Mendoza y Córdoba. Según se pudo saber por medios locales, la ley dio que hablar en el último mes. El mendocino Los Andes difundió testimonios de productores agropecuarios que iniciaron reclamos en su provincia para lograr medidas similares y así contribuir a paliar la pérdida de hectáreas de frutales que se está observando hace algún tiempo en esa provincia.


