Recordemos un poco. Después de la suba de los precios del trigo en el 2007, los años siguientes, lógicamente, la producción subió mucho y así crecieron los stocks mundiales.
Y así los precios fueron cayendo. Hasta que empezaron los inconvenientes climáticos.
Analizando lo que sucede en buena parte de Europa y, sobre todo, el terrible cuadro de Rusia, los operadores van tomando conciencia de que el mundo debe mantener niveles de stocks finales cada vez más elevados.
¿Cuál sería la pérdida de trigo? Ya se habla de una caída de 17 millones de toneladas.
De allí que no llame la atención la prohibición de exportar que ha establecido la autoridad rusa. El temor es la base de esta medida.
El consumo mundial es creciente y, lo que es más grave, la posibilidad de ocurrencias de fenómenos climáticos graves es cada vez más elevada.
Dos meses atrás, nadie estimaba lo sucedido. Hoy, ha sonado la alarma y si bien los stocks mundiales todavía son elevados, la realidad es que hechos como éstos asustan. Por ello los mercados tenderían a asegurar sus reservas con mayores volúmenes que los históricos.
De ser así, lógicamente, los precios tendrían un nuevo sustento.
Además estos problemas han aparecido cuando los fondos estaban en buena parte vendidos. Así las cosas la reacción a la suba de los valores fue inmediata.
Algo así, estaría pasando con la soja. El contagio del temor podría estar ya en el mercado sojero.
En esta actividad, la demanda sigue muy firme. Y a diferencia del trigo, la demanda por soja tiene elementos adicionales como lo es las compras de la industria de combustibles.
China continúa liderando las compras. Y además, el informe sobre el estado de los cultivos, del USDA, acaba de revelar disminuciones en los cultivos en el Medio Oeste, a resultas del duro verano.
Si los precios han de caer, uno diría que no lo van a hacer en demasía. Al menos para la soja.
Así parece que están las cosas.


