Cuando analizamos las palabras del ministro de Agricultura que introducen el Manual del Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial, no podemos más que coincidir en que resulta necesario "identificar problemas y proyectos, y discutir sobre la gestión y los instrumentos necesarios para sostener y fortalecer el proceso de crecimiento del sector agroalimentario de nuestro querido país". También acordamos en la necesidad de que la Argentina genere "una visión compartida de futuro, reconstruyendo la confianza como elemento central y políticas que generen previsibilidad y reglas de juego claras".
Al avanzar en la lectura del documento que propone una metodología de trabajo de la que fuimos invitados a participar, junto con un gran número de actores, notamos que en sus fundamentos ideológicos se menciona a Carlos Matus, autor que la propuesta toma como "referente central". Matus fue un académico destacado que se desempeñó, entre otros cargos, como ministro de Economía y presidente del Banco Central de Chile durante la presidencia de Salvador Allende.
En otra sección del Manual, se menciona como objetivo "poner en marcha un sistema de instituciones que garanticen ordenadamente la presencia de todos los actores de la sociedad en la elaboración de políticas públicas para el sector agroalimentario y agroindustrial".
¿Acaso no existen ya en la Argentina instituciones a través de las cuales es posible realizar esa tarea? Se nos ocurren, por ejemplo las comisiones de agricultura del Congreso nacional, el lugar de la República por excelencia.
Más adelante, el manual contiene planillas que se sugiere completar con datos tales como la filiación política de cada uno de los actores que participan del plan, con quiénes podría enfrentarse y con quiénes entenderse. No entendemos por qué un plan agroalimentario debe estar basado en la filiación ideológica de los actores, en vez de en las prioridades productivas o en las propuestas de incorporación de tecnología en las diferentes producciones.
Por otra parte, el documento señala que se busca "un tipo de planificación que se inscribe necesariamente en el marco de la lucha por el poder". Creemos, por el contrario, que un plan estratégico debe fundamentarse en el diálogo que permita formular políticas para que la mayor cantidad de hombres y mujeres trabajen la tierra con la menor cantidad de trabas posibles, construyendo un país que pueda alimentar a todos sus habitantes y aprovechar a la vez las oportunidades que el mundo otorga, aumentando las exportaciones. Sin embargo, el PEA2 no menciona nunca la palabra exportación, no menciona en sus primeras 122 páginas la palabra trigo, ni la palabra carne, maíz o leche.
Resulta confuso que el Gobierno no presente en esta primera instancia del PEA cuáles son los problemas que considera relevantes. Por ejemplo, ¿es para el Gobierno un problema que se haya incumplido la cuota Hilton o es sólo un daño colateral aceptable?
Hemos sido testigos de muchas reuniones con funcionarios del gobierno nacional a quienes elevamos nuestras propuestas para promover la inversión, aumentar la producción agropecuaria y generar más trabajo genuino. Se trata de medidas simples que no necesitan más que de la decisión de quienes están en el Gobierno y no de métodos engorrosos que sólo prolongan la agonía de un modelo que ya ha demostrado su fracaso.
Por Hugo Luis Biolcati
Para LA NACION
El autor es presidente de la Sociedad Rural Argentina


