Quiso evitar que el viento y la sequía provocaran daños en la tierra fértil de su campo y realizó la siembra en febrero y no en abril. Como resultado obtuvo 500 hectáreas de buen trigo. La insólita experiencia ha despertado el interés de ingenieros agrónomos de la zona.

Ingenieros agrónomos del sur bonaerense se encuentran analizando los resultados del inédito emprendimiento de un agricultor de la zona, que en el marco de una fuerte sequía y aprovechando un breve período de lluvia sembró trigo en febrero, en lugar de hacerlo en abril como aconsejan los especialistas, y obtuvo un excelente resultado.

Se trata de un productor rural de la localidad de Stroeder, quien decidió la siembra como último recurso para evitar que el viento y la sequía le volaran la tierra fértil de su campo.

La iniciativa se llevó adelante a contrapelo de lo que indican los ciclos de siembra para esa zona sur de la provincia de Buenos Aires y, sin embargo, el productor obtuvo 500 hectáreas de buen trigo.

La insólita experiencia que ha despertado el interés de ingenieros agrónomos de la zona la realizó Humberto Bertolino, propietario de una estancia de 600 hectáreas ubicada a 30 kilómetros de la localidad de Stroeder, donde la extrema sequía, el viento y la arena causaron graves daños a numerosas explotaciones agropecuarias de esa región del sur bonaerense.

Contrariando todos los manuales de agronomía y los períodos de siembra que recomiendan que el trigo se debe sembrar entre abril y junio, el chacarero Bertolino -ante la desesperación por ver como su campo se volaba por el viento y la sequía-, se animó a sembrar trigo en pleno febrero.

“Y claro, algunos vecinos míos me decían que estaba loco, pero yo veía como el viento me volaba el campo y la arena me tapaba todo. Entonces, cuando empezó a llover en febrero, ahí nomás empecé a trabajar la tierra y sembré 500 hectáreas de trigo”, contó a Télam Humberto Bertolino.

Luego agregó que “era tanta la sequía, la tierra estaba tan seca que llovía y al otro día se volaba igual el campo, y por esa razón perdí 60 hectáreas de trigo sembrado. Pensé que perdería todo lo cultivado, pero por suerte llovió algo más y ya el campo no se volaba y el trigo crecía”.

DE NO CREER. “Hoy el trigo tiene entre 50 y 70 centímetros de altura, está todo verde y tupido, una cosa nunca vista”, dijo asombrado Bertolino, cuya inédita experiencia despertó la curiosidad de especialistas e ingenieros agrónomos de la zona que fueron a visitar su estancia.

Indicó que algunos ingenieros agrónomos de la región “me aconsejan que ahora haga rollos para forraje, o bien lo corte y lo deje en el campo para usarlo como abono. Incluso, otros me dicen que si le hecho la hacienda, el trigo va a retoñar (crecerá), aunque muchas vacas no tengo porque las vendí a casi todas por la sequía”, expresó.
Gracias a las últimas y abundantes lluvias, tras la intensa sequía que azotó esa zona, los campos cercanos a la localidad de Stroeder se van recuperando en forma paulatina, aunque la experiencia de Bertolino sorprendió a los chacareros del lugar, puesto que a nadie se le ocurrió sembrar trigo en pleno febrero, cuando históricamente el ciclo de siembra se realiza entre abril y junio.

“Yo me jugué, lo único que tenía era un poco de gasoil y otro poco de semilla de una variedad de trigo que ya casi ni se siembra (Buck Manantial). Lo usual es sembrar sorgo o avena, pero yo lo único que tenía era ese trigo y cuando observé que empezó a llover, me desesperé. Ahí saqué el tractor y nos pusimos a trabajar la tierra. Era plata o mierda”, dijo con una sonrisa el hombre.

No obstante, Bertolino aclaró que “trabajamos bien la tierra, le pasamos cincel, después la rastra y la tierra quedó como una quinta. Le pusimos 50 kilogramos de semilla por hectárea cuando lo usual es entre 70 y 80 kgs/hectárea para esta zona. De las 630 hectáreas que tengo de campo, sembré 500 con trigo. Hoy es todo un vergel”, detalló orgulloso el chacarero.
“El año pasado y principios de este 2010, lloraba cuando veía volarse los campos por la sequía, ahora tengo más ganas de trabajar, esto es una bendición; nadie creía que sembrando trigo en febrero podría crecer de esta manera. Y parece que es todo un fenómeno porque en los últimos días me han visitado ingenieros agrónomos, chacareros y periodistas”, comentó.
La inusual experiencia de Bertolino, en el sur bonaerense, recuerda de alguna manera, a los pioneros galeses en Chubut, cuando a poco de afincarse en el Valle 16 de Octubre decidieron sembrar trigo pese al clima desfavorable, viento y bajas temperaturas.

Los galeses hasta cosecharon premios internacionales por la calidad de trigo sembrado en la Patagonia, e incluso, construyeron grandes molinos harineros como el que se encuentra en la localidad chubutense de Dolavon, símbolo de aquella epopeya agrícola en tierras australes.