El genial arquitecto Oscar Niemeyer, su calculista Joaquim Cardozo y el paisajista Burle Marx concibieron a Brasilia como un avión con sus dos grandes ejes y la situaron en medio de la soledad para que se transforme en el cerebro de las grandes decisiones nacionales. Ese espíritu parece haber contagiado ayer aquí a los principales actores de lo que se ha dado en llamar la fábrica de alimentos del mundo, que no es otra que la Argentina y Brasil sumados. Frente al palacio presidencial y convocados por el World Agricultural Forum, una suerte de foro de Davos para la Agricultura, los representantes de exportadoras y productoras de carne, granos, semillas, fertilizantes y herbicidas mostraron por dónde pasan sus preocupaciones.
La primera conclusión llegó rápido y es que la demanda cambió. "Ya no se ubica en los países desarrollados. Nuestros clientes son los países emergentes, encabezados por China y la India", dijo el ex ministro brasileño Vinicius Pratini de Moraes y director del coloso en carnes JBS. Después de todo, en los últimos 5 años solo en Brasil unas 30 millones de personas salieron de la pobreza.
Pero le tocó a Fernado Oris de Roa, de la avícola Avex (la cuarta de Argentina), dar la mala noticia: "Tenemos que enfrentar a un comprador, que tiene estrategia, sabe qué quiere y pretende que lo financiemos", dijo en referencia al creciente papel de China, segundo socio comercial tanto de la Argentina como de Brasil. Como vendedores, "no tenemos plan, esperamos que nos vengan a comprar y no sabemos negociar. Hay que construir empresas regionales, tener presencia en los países clientes, exportar los granos convertidos en proteína animal (porque eso significa agregar valor), generar trabajo en nuestros países e introducir productos con marca en otros mercados", se entusiasmó. "Caso contrario, nos van a pagar cada vez menos y lo que ocurrió con el aceite de soja en la Argentina es sólo un ejemplo", advirtió sobre el cierre de exportaciones por parte de Beijing.
"Tenemos que aprender a cazar en manada", fue el consejo del ex premier de Nueva Zelandia y presidente del foro, James Bolger.
Luis Guedes Pinto, número dos del Banco do Brasil (compró el Patagonia) mencionó que, pese ser una región con agua, tierra, tecnología y capacidad empresaria urgen políticas de Estado para la financiación de exportaciones y, frente al vaivén de las cotizaciones, llamó a la creación de un fondo de estabilización de precios.
El ex secretario de Agricultura argentino, Miguel Campos, hizo hincapié en el uso eficiente de la luz y el agua y la biotecnología para un salto productivo en cantidad y calidad. También expuso Rodolfo Rossi, de Nidera.
Cómo garantizar alimentos a la población y la intervención del Estado fue el otro eje. "Muchos no pueden comprar la comida que producen", alertó Pamela Anderson, del Centro Internacional de la Papa. Zanjó Oris de Roa: "Es nuestra responsabilidad como empresarios abastecer al mercado interno. Conocemos los controles de precios, pero también el peligro de la libertad absoluta y de la mano invisible. Debe existir diálogo y cooperación entre lo público y lo privado", concluyó en lo que pareció un mensaje a la Casa Rosada.


