Matilde Fierro
Todavía no finalizó el impacto causado por la última peor campaña de este cereal en decenas de años y los problemas de comercialización, cuando los productores sin precios ciertos a la vista, se lanzaron a sembrar.
Como explicó el Panorama Agrícola Semanal (PAS) de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, si las lluvias son favorables, la superficie cultivable puede crecer en un millón de hectáreas.
Por lo tanto, la última semana anunció que el área triguera aumentaría en un 26 % respecto de la campaña precedente que fue de 3.33 millones de hectáreas.
“En números absolutos podrían implantarse 4,2 millones de hectáreas que de todos modos sería un 28 % menor al promedio de los últimos cinco años y muy lejos de la máxima histórica registrada en 1982/83 con 7,4 millones de hectáreas”, indicó el PAS que dirige el ingeniero agrónomo Eduardo Anchubidart.
Las dificultades para vender el último trigo marcaron a fuego inclusive las relaciones agro gremialistas ya que se firmaron acuerdos para organizar listados de productores para comerciar.
El trigo no tuvo transacciones con libertad para la exportación y tampoco la demanda local colmó las expectativas de los ruralistas que hoy todavía tienen cereal y la nueva soja que podría alcanzar ésta los 54,8 millones de toneladas al término de la presente cosecha.
La nueva campaña triguera cayó como una lluvia serena sobre el agitado campo argentino que por estos días vivió un alto acatamiento al cese de comercialización de hacienda para faena, con el ingreso “cero” de animales a Liniers en respaldo de un sector de los trabajadores cárnicos.
Sin embargo mientras crece la tendencia hacia el trigo, en la zona de Necochea, un enclave del cultivo, se calcula como rinde de indiferencia (para tener rentabilidad) obtener en campo propio tres mil kilos por hectárea.
También aumenta el debate sobre cuál es el estado de ánimo de la gente de
campo: ¿frío para la protesta, tibio o caliente?
Desde el norte de Santa Fe, el clamor es muy fuerte, tanto que el 29 de abril un
nutrido grupo se declaró en tensa espera porque llevan ocho cosechas malas y han
perdido 800 millones de pesos en ganadería, con 500 mil cabezas abajo.
Raúl Zorzón, desde Reconquista, referente de los autoconvocados, explicó a NA que solicitan que “se refinancien las deudas a diez años con dos años de gracia y a una tasa de interés diferencial” y que hablan en nombre de 1.500 productores aun cuando salieron del sistema en los últimos años alrededor del 20 %.
Sin embargo, el ciclo agrícola manda y así a pesar de la incertidumbre, las coberturas con trigo comenzaron con puntualidad en el norte de Córdoba y en el extremo sur de Buenos Aires.
Más allá de los mercados externos que se perdieron, el trigo significa rotar la soja para mantener los suelos en el mejor equilibrio posible.
La extracción de nutrientes es un problema nacional: la relación entre los
insumos y los cultivos con los costos de fertilizantes hacen peligrar la
reposición de microelementos y otros minerales como nitrógeno, potasio o
fósforo.
Los productores van por las hectáreas trigueras, pero se lanzan con las
sembradoras ante la expectativa de que las condiciones de comercialización
mejoren en el camino.


