En tanto, en nuestro país, continúan los problemas para la normal formación de los precios de los cereales.
El trigo sigue en el patíbulo. Y el maíz está por ascender.
La industria local de la molinería no puede adquirir el trigo en la dimensión de lo necesario.
Habitualmente compra unas quinientos mil toneladas por mes. Es algo que poco tiene que ver con los compromisos declarados.
Desde que comenzó la cosecha, en Rosario, no se sabe nada sobre interesados en cerrar compras de trigo. En otras localidades la cose no está mucho mejor. Si bien se establecen precios, éstos no representan los verdaderos valores.
En este mundo del revés, la pregunta es que hará el gobierno.
Cualquiera que se detenga a mirar el comportamiento de éste, cae en la cuenta de que lo primero que tratará de hacer es de mantener la máquina de poder, basada en el populismo, vivita y coleando.
Por ello, no extraña que siga los cosas como están. Se afirma la tendencia a aplicar medidas que “en teoría” mejoran los ingresos de los pequeños productores, pero que en la realidad sólo castigan a la actividad.
Se intenta establecer un mecanismo de devolución de derechos de exportación a pequeños y medianos productores de trigo y maíz.
Esta disposición fue anunciada hace unos cinco meses y hasta ahora no hay nada en concreto. Recién sería para marzo próximo.
La actitud oficial muestra un sesgo claramente discrecional que choca de bruces con los valores de la República.
La previsión y el mercado están fuera de esta actividad.
En este caso, pocos cambios se pueden esperar respecto al trigo y al maíz.


