Las lluvias que ocasionaron desastres en varias ciudades –inclusive la Capital Federal– en los últimos días, también cayeron sobre el campo.
Si bien desde finales de 2009 un aumento en las precipitaciones viene apuntalando los rendimientos de la campaña que termina a mitad de 2010 con la cosecha de la soja, los analistas anticipan que el mayor régimen de lluvias tendrá lugar en el lapso que resta para culminar ese período, y esto podría recortar 15% de la cosecha del cultivo estrella del país.
El intenso volumen de las precipitaciones en los próximos meses “reducirá los días laborales”, además de que si los productores no intensifican los cuidados sobre los cultivos, estos sufrirán un mayor acecho de malezas, plagas y enfermedades derivadas del exceso de humedad. Así lo indica el climatólogo Eduardo Sierra en el último informe de perspectivas climáticas publicado por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. Específicamente, se espera que las lluvias impacten negativamente en el desarrollo de la soja de segunda (llamada así porque se siembra en el espacio que deja el trigo, y es la última que se cosecha en la temporada). Según el climatólogo e investigador de la Universidad de Buenos Aires, Rubén Bejarán, esto se debe a que entrado el otoño las lluvias son más duraderas y con menores temperaturas el agua se evapora más lentamente.
Fueron cerca de dos millones las hectáreas sembradas con trigo y cebada y a partir de ese dato el titular de la Fundación Producir Conservando, Gustavo López, estima que “unas siete millones de toneladas de soja están al día de hoy con un signo de pregunta”, porque fueron sembradas después de los cultivos de invierno y sufrirán las lluvias otoñales.
Pese a que son cautelosos sobre el fin de esta campaña, los analistas concuerdan en que el exceso de precipitaciones ocasionado por un efecto climático llamado “El Niño” darán pie al inicio de un ciclo muy favorable para la agricultura, que arranca a mediados de 2010 con la siembra de trigo y termina con la cosecha de soja de 2011.


