“Pasó lo que todos se imaginan”. Con esa frase, pronunciada con el tono de la resignación, un importante funcionario de Daniel Scioli explicó que el deseo de Néstor Kirchner fue el que motivó la salida de Emilio Monzó del Ministerio de Asuntos Agrarios de la Provincia de Buenos Aires.
“La verdad es que en el Gobierno Nacional nunca lo quisieron a Monzó. Estaba en desacuerdo con demasiadas cosas, y eso no es algo fácil de aceptar para los Kirchner”, explica la fuente platense. ¿Hubo algún hecho puntual que desencadenó el pedido de renuncia?, preguntó este diario. “No hacen falta motivos puntuales para echar a un funcionario en el mundo K. Con que no haya caído bien, alcanza”, respondió el confidente.
El episodio ilustra con bastante certeza el momento de la relación política entre Kirchner y Scioli. Otro importante funcionario -en este caso con despacho en la Casa Rosada- afirma que “Daniel tiene que entender que Néstor quiere que se quede en la provincia”. Kirchner tiene decidido desde hace rato que Scioli sea su delegado en La Plata. Para abonar esa teoría, el gobernador ya avisó por canales informales -el diálogo entre los ocupantes de los dos primeros lugares de la boleta derrotada el 28 de junio hace rato que no es lo que era- que sí, que tiene intenciones de presentarse a la reelección bonaerense y dejar de lado por ahora su proyecto nacional.
A Kirchner no le alcanza con la circulación de esa versión. Quiere ver pruebas concretas. Ya mandó a decir a sus operadores que a Scioli “le falta gestión”. Desde los alrededores del gobernador bonaerense avisan que el plan es seguir con la actitud zen que caracterizó a Scioli desde que saltó a la política y dedicarse a ‘la gestión‘, la misma palabra que usan los K para mortificar al ex motonoauta. Como prueba de ello, juran y vuelven a jurar que en este momento, la obsesión de Scioli es atacar el problema de la violencia en los boliches bailables de la provincia. “Hoy se reunió varias horas con el ministro de Desarrollo Social (Baldomero “Chacho” Álvarez) y acordaron implementar un límite horario para los boliches y hacer varios operativos el fin de semana”, aseguró la fuente sciolista.
La renuncia inducida de Monzó no es la primera tomada luego de la derrota del 28 de junio. Se fue Daniel Arroyo, reemplazado por Cacho Álvarez, hubo cambios en el área de turismo y los habrá en la de deportes. Sin embargo, a pesar de que se inscribe en esa línea de modificaciones, la de ayer resalta porque el campo es el ámbito de la economía que los Kirchner observan como si fuera el nido desde donde surgen todas las conspiraciones de la historia.
Monzó -ex intendente de Carlos Tejedor y ex diputado provincial- solía hablar con las entidades ruralistas de la provincia por orden del propio Scioli. Y también había dicho alguna vez que las retenciones a las exportaciones agrícolas deben bajar. Eso es un pecado en la Quinta de Olivos. En la Casa Rosada desmienten que ese haya sido el origen de la expulsión. Aseguran que Monzó se había mostrado en desacuerdo con el aumento del impuesto inmobiliario que impulsa Scioli y que afectará a los productores.
Sea cual fuere la chispa que dinamitó la carrera de Monzó, lo cierto es que la relación de Scioli con Kirchner seguirá varios meses por los carriles en que se movió hasta ahora. Desde Olivos, el ex presidente seguirá acosando al gobernador ante cada pequeño intento de diferenciación. El plan del santacruceño es panfletear que quiere ser candidato volver a ser presidente en 2011. ¿Es verdaderamente un plan? En el peronismo todos saben que Kirchner no tiene ninguna posibilidad de ganar una elección a ningún nivel. Hace tiempo que una importante mayoría de votantes lo detesta. ¿Para qué lo hace, entonces?, preguntó El Cronista a un hombre de trato casi diario con Kirchner.
– Es lo único que sabe hacer


