RESISTENCIA, Chaco.- Si hay algo que caracteriza a muchas de las mejores oportunidades de negocios, es que alguien las pensó y animó a desarrollarlas como tales más allá de cualquier adversidad. Contra viento y marea, pero con un norte definido. Así, con ese mismo ímpetu, en el campo hay cada vez más productores que sobre la base de un emprendimiento a prueba de dificultades, una postura mental pujante y con inversión en conocimiento y tecnología terminan ganando no sólo en zonas marginales, difíciles para la producción, sino también en medio de actividades afectadas por el intervencionismo oficial, como la ganadería. Eso es lo que hoy justamente están haciendo Enrique Figueroa, Juan Manuel Redruello y Gustavo Lipps, tres productores que comparten el ímpetu por una ganadería de punta desde el Norte. Figueroa en Catamarca, Redruello en Formosa y Lipps en Chaco representan tres casos bien distintos, aunque con un modelo de intensificación que les reporta beneficios. Y esto con un abanico que va desde la mejora en la genética, con Brangus y Braford marcando el paso, pasturas y hasta tecnologías como el silo de maíz o sorgo para potenciar la producción. Es un menú al que también se le suma el feedlot en el caso de Gustavo Lipps. Vayamos por partes. Figueroa tiene un campo en Icaño, en la zona este de Catamarca, casi en el límite con Santiago del Estero. Se trata de una región con lluvias promedio de 550/600 milímetros por año, con una distribución despareja de las precipitaciones y seis meses secos, y temperaturas de hasta 42 grados en el verano. Allí es un invernador, pero tiene un plantel con madres base Brangus como "semillero" porque su intención es hacer ciclo completo.
En ese marco, trabaja sobre una superficie de 23.000 hectáreas e inverna unas 11.000 cabezas. "El grueso de la invernada la compramos en Chaco, con animales de 150/160 kilos para llevarlos a 440 kilos. Desde que el ternero llega al campo y sale lleva dos años", dijo. Figueroa vende unas 4000 cabezas por año con destino a la exportación.
En su campo, los terneros que llegan pasan el primer invierno a campo, sobre gatton panic diferido y con suplementación con silos de sorgo y maíz y algún aporte proteico. Llegado el verano, van al gatton. Después, al otro invierno, los terneros, que ya son novillitos, quedan sobre gatton y si hace falta se recurre al aporte proteico. Se trata de que en el segundo verano y otoño el novillo se vaya.
"La incorporación del silo de maíz es una tecnología que en el Norte, y sobre todo en nuestra zona, es bastante nueva. Hoy nos manejamos con 250/300 hectáreas que sembramos para silo entre maíz y sorgo", afirmó el productor. El uso de esta herramienta ha sido creciente. Arrancó con unas 50 hectáreas hace tres años y ahora ya está en el rango de las 250/300 hectáreas.
Como punto fuerte, está el aumento diario en el peso que aporta el combo de
tecnología. "Podés estar pasando de 350/400 gramos a casi 500 gramos; subís un
25/30% la ganancia con silaje, división de potreros y mejor manejo de rotación
de pasturas", precisó. Hoy, además, Figueroa comenzó a probar Mulato II, un
híbrido de Brachiaria. "Los valores de ganancia, proteína del pasto son
interesantes; puede ser un escalón arriba del gatton", se entusiasma.
Silvopastoril y feedlot
Otro de los productores que está marcando el rumbo con la ganadería en el Norte es Gustavo Lipps, miembro de la Regional Sáenz Peña de Aapresid. En un campo ubicado entre Pampa del Infierno y Corzuela, en el oeste chaqueño, tiene un establecimiento 60 por ciento agrícola. Allí hace girasol/maíz (en doble cultivo estival) o sorgo y soja. Lipps produce en siembra directa.
En otra porción agrícola también realiza sorgos tempranos que van para silo de planta entera o grano. Son lotes que también sirven para producir las avenas adonde van los terneros que llegan de los campos de cría. Pero hay más: en alrededor de otro 35 por ciento del campo está el manejo silvopastoril. Allí, en el monte metió el gatton, y ahora está incorporando grama Rhodes finecup . "En mi caso, que tengo un gatton degradado, me está dando el doble de producción", explicó. Este tipo de grama le permite ir cubriendo los espacios libres que va dejando el gatton.
En este esquema, alrededor de un 40% de la invernada que allí se desarrolla proviene de un campo propio en Pampa del Indio, en el este provincial, contra el río Bermejo.
"El resto se hace con invernada de compra. Los animales entran con 150/180 kilos y, como estoy en una zona agrícola, tengo que ser lo más eficiente posible y sacar el animal en un año", describió. Justamente, para lograr eso trata que el ternero le produzca entre 400 y 500 gramos diarios durante todo el período que está allí. La idea es que salga con 380 kilos con terminación a corral los últimos setenta días. De hecho, el feed- lot es otra pieza clave del planteo. Lipps vende unas 1500 cabezas al año. "El desafío que tenemos es producir una jaula y media por semana", remarcó. "Con sorgo (se hacen 50/100 hectáreas para silo) y avena logro el engorde diario. Con eso me alcanza para darle a las categorías menores que entran al campo, porque en el feedlot no utilizo silaje de planta entera", añadió.
Lipps, que tiene un esquema que produce 350 kilos de carne por hectárea, es un convencido que el paquete tecnológico es el que le permite continuar con la ganadería en una zona agrícola. "Con este manejo superintensivo me cierra la ganadería; es la única manera de hacerla", subraya. Igual, apuesta a seguir creciendo. "Mi desafío es intensificar más; alcanzar un engorde aspirando a por lo menos a 600 gramos diarios", acotó.
A Figueroa y Lipps se suma la experiencia de Redruello, que hace ganadería en General Belgrano, en Formosa. En una zona con un régimen de 1000/1200 mm, maneja unas 5000 hectáreas y tiene una existencia total de 3000 cabezas. "Es una región con un potencial impresionante", indica. En ese lugar, en un paisaje con palmares, con pasto estrella y pasto clavel (el campo tiene 4500 hectáreas entre ambos pastos), gatton panic (500 hectáreas) y suplementación con sorgo o maíz, está tratando de hacer ciclo completo. Hoy el 60/70% de la invernada es de compra, pero está marchando a una mayor participación propia. Con rodeo propio hoy tiene 75% de preñez -un índice importante en la zona- y 68% de ternero logrado.
Al final del camino, saca novillos con 500 kilos para exportación. "Vendo unas 20 jaulas por año (600 novillos)", contó. Todo el planteo está hecho para apuntar a una rentabilidad aproximada del 5 por ciento.
A fuerza de conocimiento, inversión y tecnología, lo que hacen estos productores es la prueba de que las oportunidades están, y también las herramientas para lograr los resultados incluso en zonas difíciles. Como dijo Alberto Jacquet, técnico del INTA Las Breñas, se trata de ser competitivos.
Por Fernando Bertello
Enviado especial


