Carlos Cheppi ya pronunció ante varios funcionarios encumbrados la frase que apunta a convertirse en un clásico del epílogo kirchnerista: “Se va Moreno o me voy yo”. En el fin de semana, el Secretario de Agricultura transmitió su estado de ánimo a un hombre que dialoga varias veces al día con la Presidenta Cristina Kirchner, como para asegurarse de que el mensaje llegara a oídos jerarquizados. También se encargó de sembrar esas palabras en el entorno más cercano al ex presidente y ex jefe del PJ, Néstor Kirchner.

Cheppi, un funcionario que hizo una rápida carrera en el kirchnerismo y que llegó a ser uno de los argentinos más apreciados por el presidente venezolano Hugo Chávez -quien acostumbraba elogiarlo llamándolo por su nombre en los discursos de los encuentros bilaterales- decidió dar el ultimátum la semana pasada, cuando vio que los rumores que hablaban de una renuncia inminente de Guillermo Moreno se diluían. La reacción de Cheppi fue una mezcla de furia e impotencia frente a la reafirmación del Secretario de Comercio en su puesto de superfuncionario, según explicó a este diario un hombre que lo conoce desde los años en que el hoy responsable formal de la política agropecuaria trabajaba en el INTA. “En realidad, a Carlos nunca le dejaron manejar nada. Él no decide porque no tiene respaldo”, explica el informante, un importante empresario del sector alimenticio.

Además de los desplantes a los que lo somete la propia Casa Rosada con su errática política frente al campo, el Secretario de Agricultura tiene un motivo adicional de disgusto. Es un hombre cercano al ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, un eterno cumplidor de las órdenes de Néstor Kirchner que en las últimas semanas difunde en reserva las diferencias con su jefe. “De Vido pidió la cabeza de Moreno y anda diciendo que Néstor se equivocó con la estrategia política”, explicó anoche un ministro a El Cronista. Por eso, el descontento de Cheppi no es sólo un aviso de que prefiere dar un paso al costado: también es una forma de cuestionar a Moreno, un hombre que suele presentarse a sí mismo como un mero brazo ejecutor conectado a las decisiones y los arranques de furia del habitante más poderoso de la Quinta de Olivos.

La inestabilidad de Cheppi se conoce poco después de las dos renuncias que se produjeron en el gabinete en la semana posterior a la derrota electoral del kirchnerismo en los principales distritos del país. Primero dejó el Ministerio de Salud Graciela Ocaña y luego -por presión de De Vido y por la sospecha de una próxima y comprometedora citación de la Justicia- se fue a su casa Ricardo Jaime, Secretario de Transporte.