Los actores de la cadena triguera nacional coincidieron ayer en que la inminente siembra del cereal no superará las 3,5 millones de hectáreas implantadas, lo que derivará, si las lluvias acompañan, en una de las peores producciones finales del último siglo, con un techo de apenas 6,3 millones de toneladas. Eso impediría que haya grano para exportar.

Por eso, instaron a que el Gobierno abandone de inmediato la política intervencionista, que en estos días cumple 3 años, y reponga las reglas básicas de mercado a fin de recuperar la producción perdida y la categoría exportadora del cereal que ostentaba la Argentina.

El objetivo final es cesar con la intervención estatal, pero los referentes admitieron que, por las distorsiones, la salida debe ser gradual. Por eso, propusieron un esquema a dos años, con registros de exportación siempre abiertos, sin ROES verde, y una garantía para abastecimiento interno para producir pan de 2,5 millones de toneladas. Se calcula que consumo interno total de trigo es de entre 5,5 y 6 millones de toneladas.

Desde el congreso “A todo trigo”, organizado por la Federación de Acopiadores de Cereales, que termina hoy en esta ciudad, se trazó un panorama más que sombrío para el Bicentenario. Y se hizo sobre la base de los años previos, cuando los productores perdieron en dos cosechas casi u$s 3.000 millones por la sumatoria de retenciones, restricciones al comercio y precio planchado. “Vamos camino a la peor cosecha desde los festejos del Centenario”, alertó Jorge Solmi, director de Federación Agraria (FAA).

“A duras penas se podrá cubrir el abastecimiento interno. Si no llueve, tal vez se esté a un paso de importar grano”, completó Daniel Assef, de Coninagro. Ernesto Ambrosetti, economista jefe de Sociedad Rural, recalcó que con esa mínima perspectiva de producción, la eliminación de las retenciones a la exportación triguera tendría “costo fiscal cero”. O como definió Asseff: “Estamos ante retenciones testimoniales”.

Alberto Rodríguez, del Centro de Exportadores de Cereales, debió defender la decisión –resistida por el auditorio– de empresas de su sector en firmar un acuerdo con el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, para adelantar el pago de retenciones, comprar un millón de toneladas de trigo de la vieja campaña a precio lleno, a cambio de poder comenzar a registrar exportaciones de la nueva cosecha, aun sin seguridad de poder embarcar algo. “Hay dudas de la existencia de saldo exportable para 2010”, admitió.

“Moreno es una persona nefasta para el campo y para toda la Argentina”, remarcó Javier Jayo Ordoqui, de Confederaciones Rurales (CRA), e instó a la cadena a pugnar por un cambio de políticas a largo plazo.

Los diferentes representantes de la cadena triguera denunciaron la “enorme transferencia” de recursos que, por la intervención, se hizo de la producción primaria a otros segmentos de la cadena, principalmente exportación y molinos harineros. Al respecto, Alberto España, de la Federación de la Industria Molinera (FAIM) defendió a su sector de lo que llamó “los mitos que ponen a la industria nacional como los malos de la película” y negó que se haya quedado con ganancias que no le correspondían.