Debido a que el trigo es una especie invernal de elevado potencial de crecimiento y respuesta a la tecnología, es importante tener en cuenta algunas consideraciones para lograr una óptima fertilización nitrogenada.
¿Por qué es importante el Nitrógeno en la fertilización de trigo? Según un informe realizado por el Ing. Agr. Gustavo N. Ferraris, responsable del Área de Desarrollo Rural INTA EEA Pergamino, el N es el principal elemento requerido para la producción de los cereales de invierno, como es el caso del trigo.
“Las deficiencias de este nutriente reducen la expansión foliar, provocan su prematura senescencia y afectan la tasa fotosintética, dando como resultado una menor producción de materia seca y grano”, destaca el trabajo.
Por otra parte, la disponibilidad de N afecta su concentración en el grano, interviniendo así en la determinación del contenido proteico, principal determinante de la calidad comercial del grano cosechado.
La incidencia del N sobre los dos factores, rendimiento y contenido de proteína, hacen que su manejo sea estratégico para la producción del cultivo. Sin embargo, ambos suelen comportarse como antagónicos.
“La obtención de rendimientos elevados trae como consecuencia bajos contenidos proteicos. Esto puede paliarse al menos en parte con un manejo planificado de la fertilización nitrogenada, destinado a ajustar dosis de aplicación que aporten N en cantidad suficiente para cubrir los requerimientos de rendimiento y contenido de proteína”, explica el informe.
Otra estrategia mencionada, que se ajusta a esta necesidad, puede ser la aplicación particionada del nutriente, en los momentos más oportunos para aumentar los rendimientos (aplicaciones tempranas) e incrementar su concentración en el grano (mediante aplicaciones más cercanas al período reproductivo).
Tal vez el aspecto más dificultoso a la hora de realizar un correcto diagnóstico de fertilidad nitrogenada, es su fuerte interacción con el ambiente. La respuesta a la fertilización se relaciona en forma directa con la demanda del nutriente, la cual se incrementa al aumentar el rendimiento potencial. Por este motivo, aquellos factores que reducen la expectativa de rendimiento, reducen también la eficiencia de uso del nitrógeno (EUN) agregado por fertilización.
Esto justifica que, en aquellas regiones donde el cultivo presenta frecuentes limitaciones a la productividad, como altas temperaturas, baja latitud, riesgo de fusariosis o presencia de calcáreo a poca profundidad, se utilicen bajas dosis de fertilizante nitrogenado. Por el contrario, regiones como el sudeste de Buenos Aires, bajo ambientes de suelo profundo y buena recarga del perfil, presentan EUN elevadas y suelen recibir dosis altas de N.
Manejo sitio-específico de la fertilización nitrogenada
Aun dentro de un mismo lote, la dosis óptima económica puede variar en función de la heterogeneidad natural o inducida por el manejo previo, que origina cambios en el rendimiento potencial del cultivo y en la capacidad del suelo para ofrecer N. El impacto económico de un manejo por ambientes o sitio-específico dependerá de:
1) El grado de variabilidad existente en el lote, siendo deseable grandes diferencias a nivel de macroescala.
2) Que esta variabilidad esté acotada, y exista poca variabilidad a microescala, donde difícilmente podrá ser identificada y manejada.
3) Que la causa de variación pueda ser reconocida e interpretada
4) De la capacidad para diseñar funciones de respuesta específicas para cada uno de los sitios que se propone manejar diferente.
En la Región CREA Mar y Sierras, González Montaner et al., citado por García (2008) proponen definir objetivos de N (suelo 0-60 cm + fertilizante) de 125 o 175 kg Nha-1 en función de la profundidad efectiva de suelo, su contenido hídrico inicial y las precipitaciones hasta fin de septiembre. De ser necesario, se definen valores de índice verde en base a Spad y sensores remotos.
En Argiudoles típicos de la zona de San Antonio de Areco, López de Sabando et al (2008) estudiaron diversas metodologías para clasificar ambientes, como mapas de rendimiento, índices verdes integrados a partir de imágenes satelitales Landsat, mapas de suelo, antecedentes de manejo proporcionados por el productor y una integración estandarizada de estas metodologías.
En general, se observó las distintas metodologías coincidían en zonas de alta y media productividad pero no así en las de baja. La utilización de mapas de rendimiento y la integración estandarizada de todas las herramientas aparecieron como alternativas apropiadas para discriminar ambientes en un rango amplio de niveles de productividad.
Contrariamente a lo esperado, la zona de mayor EUN y a la que se recomienda la dosis más alta no siempre es la de mayor rendimiento, correspondiendo algunas veces a ambientes empobrecidos con baja materia orgánica y muy baja dotación de N inicial (López de Sabando, comunicación personal)
Fuente: Área de Desarrollo Rural INTA EEA Pergamino.
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