La posible candidatura de Scioli refuerza el carácter plebiscitario de los comicios de junio, antesala de la disputa presidencial de 2011. Las dificultades oficiales están en el eje Córdoba-Santa Fe-interior bonaerense. Esa es la base del agropower, que confronta con el gobierno por 4000 millones de dólares anuales, equivalentes al presupuesto de Salud, Promoción y Asistencia social, más Agua Potable y Alcantarillado.

La reacción destemplada del ex senador Eduardo Duhalde ante la posibilidad de que el gobernador bonaerense Daniel Scioli sea candidato a diputado, indica que la propuesta del ex presidente Néstor Kirchner complicó las perspectivas electorales de la oposición. Eso no quiere decir que las del oficialismo sean sencillas, apenas que el kirchnerismo muestra una decisión de resistir superior a lo que esperaba el duhaldismo de pro.

La empalagosa prédica a favor del diálogo y los consensos es una manera de recomendarle a la presidente CFK que desista de las decisiones que han lanzado a importantes sectores económicos y políticos a una confrontación total, por no menos de 4000 millones de dólares anuales en disputa. Es improbable que el gobierno siga las huellas del ahora idealizado ex presidente Raúl Alfonsín, que pasó la segunda mitad de su mandato retractándose de las mejores decisiones de la primera, sin que ello le ahorrara el amargo desenlace de la hiperinflación y la renuncia. La conciencia de que CFK ya alcanzó un punto de no retorno a partir del que sólo es posible avanzar tampoco le garantiza un devenir más plácido que el que le aguardó al líder radical. 

Las invocaciones a la calidad institucional no suenan muy convincentes en boca de quien compró votos para la reforma constitucional que le permitió ser reelecto gobernador, fue uno de los pioneros en la designación de familiares como funcionarios y candidatos, forzó la renuncia de dos presidentes para llegar al sillón que el voto popular le había negado, luego de dos asesinatos cometidos por su policía acortó por sí y ante sí el periodo constitucional que debía completar y sustituyó las internas partidarias por una ley de lemas sui generis. Pero la hipocresía de quienes denuncian aquello mismo que hicieron o que están dispuestos a hacer para ganar una elección no torna más atractiva la propuesta oficial. Sólo ratifica el carácter plebiscitario de los comicios del 28 de junio, es decir el núcleo duro de la democracia realmente existente, en la que, con la solitaria excepción de Duhalde, desde hace un cuarto de siglo gobiernan quienes son elegidos por la voluntad mayoritaria. ¿Pero en qué condiciones llega el gobierno a ese desafío y qué consecuencias pueden desprenderse de los posibles resultados?