El martes 14 de este mes podría ser el día del regreso de Julio Cobos a la UCR para quedar convertido en un actor relevante de la campaña electoral.

La intención del presidente del partido, Gerardo Morales, y del grupo dirigente que lo rodea, es enviar una solicitud a la Convención Nacional para que levante las sanciones por las que expulsó a Cobos de las filas radicales. La liturgia del regreso se celebraría el 14, cuando sesione esa convención en la ciudad de Buenos Aires.

Todavía es muy temprano para descifrar qué consecuencias tendrá esta reabsorción de Cobos sobre su desempeño como vicepresidente. Alfonsín, por ejemplo, temía que un retorno precipitado fuera entendido como un ensayo de cogobierno entre la UCR y el declinante kirchnerismo.

Sin embargo, para el orden simbólico de la política, el regreso de Cobos a su antigua agrupación se produjo anteayer, cuando caminó a lo largo de toda la avenida Callao abrazado a los principales dirigentes del partido.

Esa reincorporación puede cobijar muchas consecuencias. Para el mediano plazo, dota a la UCR de un candidato gracias al cual ese partido podría discutir, sin complejos, una candidatura presidencial con la Coalición Cívica de Elisa Carrió y el socialismo de Hermes Binner. En lo inmediato, Cobos puede transformarse en un argumento importante de presión en todas las transacciones en curso para armar las listas del 28 de junio. Sobre todo en la provincia de Buenos Aires y en la Capital Federal.

La muerte de Alfonsín tiene una proyección especial en la microfísica bonaerense. Margarita Stolbizer deberá revisar la estrategia por la cual vino expandiendo su figura gracias al ataque sistemático a la estructura controlada por Leopoldo Moreau y Federico Storani. Este dúo se corrió de la línea de fuego ?tal vez ni se anime a reclamar lugares en la lista de diputados nacionales? y dejó su lugar a Ricardo Alfonsín, quien ayer se retiró de la Recoleta con el bastón de mando de su padre entre las manos. Quienes se oponían a las conversaciones con Stolbizer, ahora presionan al hijo del ex presidente para que reclame el primer lugar en una lista común. Habrá que ver hasta qué punto esa pretensión no termina traicionando el mandato dialoguista que dejó el llorado Alfonsín en sus últimos mensajes.

Otra incógnita: ¿qué efecto tendrá la revitalización de la UCR sobre el PJ provincial? Los radicales apuestan a aprovechar la aureola que rodea la figura de Alfonsín para neutralizar el avance del dúo De Narváez-Solá. Nadie quiere imaginar que el equilibrio entre las dos variantes opositoras juegue a favor del kirchnerismo bonaerense. Tal vez, lo estén calculando los Kirchner y por eso exaltan a Alfonsín y su familia, encabezada por Ricardo, el candidato.

En la Capital, los radicales esperan también aprovechar el momento. ¿Qué sucedería si Cobos le levantara el brazo a Ricardo Gil Lavedra para que fueran solos a la elección?, se preguntaba un dirigente del interior. Tal vez, le faltaba información: Carrió prometió a los radicales que después de Semana Santa compondrá una lista común en la que ellos se llevarían dos candidatos a diputados nacionales sobre seis, y cuatro candidatos a legisladores locales sobre ocho. Además, sugirió, enigmática: "Sepan que me haré cargo de mis responsabilidades".

Con independencia de estas nimiedades, el voto no positivo de Cobos y el histórico funeral de Alfonsín fueron decisivos para la recuperación de la autoestima por parte de un partido que temía, con bastante razón, tener que disolverse en otra fuerza política. Sería infantil, sin embargo, suponer que gracias a esos hechos, en buena medida accidentales, se podrá prescindir de una estrategia de largo plazo y de una propuesta capaz de seducir a la sociedad.

En 1983, Alfonsín exhibió esas capacidades y por eso ejerció dentro del radicalismo un liderazgo gigantesco, que con su muerte queda vacante. En su lugar queda ahora un núcleo de dirigentes que, desde hace más de un año, lleva adelante una inteligente tarea de diálogo puertas adentro. Lo impulsa Enrique Nosiglia y lo integran Gerardo Morales, Ernesto Sanz, Jesús Rodríguez, Juan Manuel Casella, Chrystian Colombo, Federico Storani, Facundo Suárez Lastra y Horacio Jaunarena, entre otros. Todos llevan heridas de combate, son expertos en política. Saben, por lo tanto, que los desafíos que tiene por delante la UCR para sobrevivir no se superarán con sólo una hora de gloria y un candidato afortunado, de quien casi nadie, ni siquiera ellos, conoce lo que piensa.

También para la escena nacional la ausencia de Alfonsín será problemática. La Argentina se acerca, después de las elecciones, a otro ciclo en el cual el poder estará fragmentado y demandará de un enorme esfuerzo de coordinación. Pocas figuras como el ex presidente muerto estaban tan habilitadas para tender un puente entre las distintas facciones. Tal vez, los Kirchner lo hayan advertido. Tal vez, por eso lo lloran.