Emoción y respeto. Interminables manifestaciones de afecto y agradecimiento. Aplausos. La multitudinaria despedida al ex Presidente Raúl Alfonsín resultó ayer una rareza para un político argentino del nuevo milenio. Una caravana con miles de personas acompañó el féretro envuelto en una bandera argentina, y escoltado por una guardia de honor integrada por casi 200 granaderos a caballo, desde el Congreso hasta el cementerio de la Recoleta. Todos querían brindarle un reconocimiento y expresar –al mismo tiempo– el rechazo hacia un estilo de hacer política sin espacio para el diálogo y el consenso. “Raúl, querido, el pueblo está contigo”; “Alfonsín, Alfonsín”; “Olele, olalá, si este no es el pueblo, ¿el pueblo dónde esta?”, fueron los cánticos más escuchados durante la hora y media que tardó el cortejo fúnebre en recorrer los dos kilómetros por la avenida Callao.

Hubo también expresiones de fastidio hacia la actual dirigencia política. “Esto es una demostración del hartazgo del pueblo”, le dijo una señora a Ricardo López Murphy que observaba la manifestación desde una esquina. “¿Ustedes creen que con (Carlos) Menem va a pasar lo mismo?”, le preguntó un hombre a un grupo de periodistas. “Se fue el último político honesto”, se quejaba un jóven menor de 30 años.

La caravana arrancó a las 14.15, al término de una misa realizada en las escalinatas del Congreso por el arzobispo de Santa Fe y primo hermano del ex mandatario, José María Arancedo, y de un acto oficial en el Salón Azul del Senado.

Al frente del cortejo se vio al vicepresidente Julio Cobos, al titular de la UCR, Gerardo Morales, a Federico Storani, y al hijo del caudillo radical, Ricardo Alfonsín, marchando abrazados en medio de familiares y militantes. Parejas con niños pequeños, personas de diferentes ideas políticas y muchísimos afiliados a la UCR -que desempolvaron viejos símbolos como las boinas blancas, banderas rojiblancas y los escudos RA celestes y blancos- se agolpaban para dar el último adiós, en medio de una lluvia de claveles. Desde los balcones, adornados con banderas argentinas y crespones negros, tiraban papelitos.

La cantidad de gente fue tal que desbordó la seguridad montada por el partido radical cuando la cureña arribó a la puerta principal del cementerio, cerca de las 15.40. Fue el único momento de tensión, que produjo un gran forcejeo entre familiares, militantes y periodistas al intentar ingresar. Ricardo Afonsín tuvo que alzar la voz hacia la multitud para que permitieran el paso del féretro.

Cuando volvió la calma, se iniciaron los discursos finales en la bóveda de los Caídos de la Revolución del Parque en 1890. “En Uruguay lo lloran igual que ustedes”, dijo el ex presidente de Uruguay Julio María Sanguinetti. “Hoy se produjo el reencuentro absoluto y total de Alfonsín con el pueblo”, se emocionó Mario Losada. “Te vamos a recordar por tu bonhomía, por tus rabietas, por tú humildad y por tu honradez”, se despidió Meijide. “Quiero decirles, amigos radicales, que Alfonsín ya no les pertenece, es de todos”, proclamó Antonio Cafiero.