Todos sabemos que la producción de soja en el MERCOSUR está comprometida. Tanto la de primera como la de segunda.

Pero si la soja está comprometida, el maíz está en la lona. El panorama no es tan sólo triste, es amargo.

Y esto no lo quieren entender quienes hacen la política económica; porque no hay peor ciego que quien no quiere ver.

Los gobernantes de la Nación se ponen una venda ante sus ojos para no ver la realidad. Porque no les conviene ver la crudeza, después de haberse burlado de la actividad agraria y de su presunta falta de riesgo. Prefieren dejarse llevar por el “ojos que no ven, corazón que no siente”.

La cuestión es que el maíz se encamina a cerrar el ciclo. Y la producción, tal como viene, será mucho más que pobre.

Ello debiera impactar en los valores mundiales. En definitiva, la Argentina es un jugador mundial.

Sin embargo, los precios siguen como si no pasare nada. La explicación puede provenir de los datos calculados por el USDA.

Es que pareciera que el USDA está en las nubes. Y no muestra (todavía) cómo están las cosas en esta parte del mundo.

Para la Argentina, este organismo proyecta una cosecha de 16,5 millones de toneladas, frente a los 18 millones del reporte previo y las 20,85 millones del 2007/08. Como se aprecia la reducción que ha estimado este organismo poco tiene que ver con la dureza de la realidad actual. Si le preguntamos a un acopiador su opinión al respecto, seguramente habrá de sonreír. Es que esta cifra, hoy por hoy, parece inalcanzable.

De acuerdo a estimaciones privadas, apenas se llegaría a una producción de 13,5 millones de toneladas –especialmente si se consideran los pronósticos climáticos para lo que resta de enero- contra una producción en el ciclo anterior de casi 21 millones de toneladas.

Razones no faltan. Además del ambiente tan negativo que viene de la política oficial, la seca está haciendo estragos. La mayor parte de la región núcleo está bajo sequía. En la prolongada franja más próxima al río Paraná, la cosa es alarmante. En el noroeste de Buenos Aires, en el sudoeste de Santa Fe y en Córdoba, en general, el cuadro es de extrema delicadeza.

En este esquema, el Programa Maíz Plus, que acaba de ser reglamentado, se convierte en una utopía. Además de ser un programa lleno de errores, está totalmente fuera de foco en la realidad actual.

El maíz se burla del gobierno, lamentablemente, con el bolsillo de los productores.

Para Brasil también, la situación está muy mal. Apenas podría levantar una producción de 48 millones de toneladas, cuando en la campaña anterior había logrado alrededor de 59 millones de toneladas.

Si bien, el USDA estima un producción en suba por parte de América del Norte y, además, aprecia correctamente una reducción en la demanda, dado que habrá de contraerse por la baja en las necesidades de la industria del etanol, el cuadro de oferta y demanda mundial sería ajustado. La mejora en la producción del Norte no sería suficiente para amortiguar los problemas de América del Sur.

Así las cosas, los precios siguen sin acusar impacto alguno. En el mercado doméstico, los precios merodean el nivel de $350. Y en el mercado internacional, el FOB -Puertos de Argentina- ronda alrededor de los u$s 150 por tonelada.

Lo realmente irritante, fuente futura de conflictos, es el cierre de las exportaciones de maíz.

Cuando el USDA revele cuán grave es el cuadro de producción en América del Sur, los precios tenderán a una fuerte suba. A menos, ello sería lo razonable. El próximo reporte mensual será decisivo.

La cruel paradoja vendrá de la mano de la política oficial que no deja recibir el impacto positivo en los precios dado la estrategia de cerrar las exportaciones.

En tal caso, el chacarero, el productor de maíz, deberá soportar la angustia de una bajísima producción con precios ficticios por la imposibilidad de exportar. En tanto, los precios en el mundo comenzarán a subir, los locales no lo harán dada la limitante de una demanda local y la imposibilidad de exportar.

No deseamos ser agoreros; pero un análisis desapasionado nos lleva a creer en una acentuación en la gravedad del conflicto agrario, de la mano del maíz. Un nuevo “yuyo” está apareciendo en el horizonte del gobierno.