El Gobierno nacional busca un objetivo concreto con el paquete que anunció ayer: evitar el estancamiento económico y lograr que la Argentina mantenga un crecimiento mínimo del 4% el año próximo.
Por eso la reacción inicial del empresariado fue de apoyo político. Lo manifestaron en público Juan Lascurain, de la Unión Industrial, y Jorge Brito, por los banqueros. Pero -en privado- los hombres de negocios tienen reparos concretos frente a las medidas.
Les genera muchos interrogantes la instrumentación del actual paquete. Los dirigentes empresarios sostienen que el Gobierno carece en muchas áreas de funcionarios con idoneidad y profesionalismo para instrumentar hasta las mejores medidas.
La decisión de lanzar las medidas se adoptó en el máximo nivel en la Quinta de Olivos, después de que Cristina y Néstor Kirchner se convencieron de una cuestión: que sin una inyección de fondos la actividad económica va rumbo al estancamiento en el crucial año electoral.
También se resolvió inyectar dinero al circuito privado, para lograr un efecto claro: frenar el drenaje de los depósitos y fortalecer al sistema bancario con una colocación total de la friolera de 3.800 millones de dólares.
El paquete incluyó otra medida de voltaje político: la baja de retenciones al trigo y al maíz.
Esta decisión se adoptó después de un debate interno intenso en la Quinta de Olivos, pero que reflejó al final un fuerte pragmatismo en el Gobierno: la falta de liquidación de las exportaciones provocó una caída en la recaudación por las retenciones que alarmó al Palacio de Hacienda.
Claudio Moroni -titular de la AFIP- elaboró un informe reservado en que se advierte que los exportadores frenaron la liquidación y concluye lo siguiente: que eso sólo se destrabaría con una reducción de retenciones.
En otras palabras: que la medida se tomó para alentar el ingreso de dólares y fortalecer las reservas y el superávit fiscal. Decía el trabajo del titular de la AFIP que de esta manera se fortalecería el núcleo del modelo.
Así, los datos fiscales y la cotización del dólar obligaron a reactualizar el debate sobre las retenciones en las últimas 48 horas. Fue durísimo el debate en la intimidad de Olivos. Primero, por cuestiones políticas y en forma inicial, Néstor Kirchner fue reacio a la propuesta. Pero al final la avaló, porque las encuestas reservadas que tiene el Gobierno indican que las medidas anticrisis tienen un elevado nivel de aceptación popular. Llegan al 80% y hasta el 60% cosecha el polémico blanqueo .
Guillermo Moreno y Ricardo Etchegaray estuvieron en contra de la rebaja en las retenciones y se enfrentaron en un crudo debate con Débora Giorgi, Sergio Massa y Juan Carlos Cheppi, quienes propiciaron la iniciativa. Martín Redrado también los apoyó y Carlos Fernández, el ministro de Economía, estuvo en el medio de ambos grupos.
El laudo final de la Presidenta le otorga plafón político a la ministra de la Producción. Ahora podrá abrir un diálogo con el campo, desde otra posición de fuerza y mayor credibilidad. Ayer ya hubo contactos secretos con Pedro Apaoloza (CARBAP) y hasta con el beligerante Hugo Biolcati (SRA).
Eso fue ayer comentado de manera destacada en la reunión informal de la cúpula de la Unión Industrial. El martes hubo otro encuentro clave en la poderosa Asociación Empresaria Argentina.
Entre los hombres de negocios existe una convicción profunda: las medidas proactivas son positivas, pero será difícil sostener la actividad productiva en el tiempo.
Nadie en la AEA y en la UIA -instituciones de hombres muy informados- espera milagros desde el exterior. Tampoco se los espera en la Quinta de Olivos.
Hace un mes que se trabaja en el paquete, y su concreción se aceleró después de la fracasada reunión en Washington del Grupo de los 20.
Ahora también genera dudas el equipo económico de Barack Obama. Un reciente artículo de The New York Time abona las dudas y sostiene que Tim Geithner y Larry Summer jugaron roles centrales en las políticas que provocaron la crisis financiera actual.
Pero la verdad está indicando que con este equipo económico se esfuma una tesis que tuvo un creciente predicamento entre dirigentes y expertos argentinos: que Obama podría impulsar una reforma que convirtiera al Fondo Monetario Internacional en una organización "progresista".
Geithner fue funcionario de alto rango en el Fondo cuando Anne Krueger era subdirectora del organismo y el FMI le hacía la vida imposible a la Argentina.
Larry Summer, como secretario del Tesoro norteamericano, lanzó las desrregulaciones que permitieron la creación de los instrumentos financieros que generaron la crisis.
Geithner, también desde la Reserva Federal de Manhattan, acompañó a George Bush en el armado de las erráticas y contradictorias respuestas a la crisis que derivaron en el tsunami financiero y en la recesión mundial, desde la caída de Lehman Brothers, hasta el reciente salvataje al Citigroup.
El mentor de Geithner es el propio Summers, una figura que se llevó muy mal con los europeos y japoneses en la gestión anterior. Esto no es un dato trivial cuando se necesita, como ahora, una fuerte coordinación internacional para políticas anticíclicas.
Los antecedentes hicieron bajar las expectativas en la Quinta de Olivos sobre una salida internacional y ratificaron una idea de Kirchner: que durante el año electoral la economía sólo va a funcionar bien si se aplica la receta de "vivir con lo nuestro".


