La relación de los presidentes argentinos con sus pares demócratas ha sido un tanto paradojal.

Frondizi tenía una buena relación con Kennedy, pero ello no fue suficiente para impedir que sectores de su administración lo vieran con sospecha por su posición frente a Cuba y la comentada reunión con el Che Guevara.

El gobierno demócrata más progresista fue hasta ahora el de Carter y este coincidió con el régimen de facto de Videla.

A Menem le tocó Clinton y fue con él, más que con Bush padre, que se llevaron adelante las relaciones carnales.

Obama es para Cristina Kirchner una oportunidad. La cuestión es si hay decisión para usarla.

La elección confirmó que el fenómeno hispano en los EEUU es cada vez más relevante, pero también que América Latina como región y en particular América del Sur tienen poca relevancia.

McCain visitó en campaña dos países de América Latina (México y Colombia) y Obama ninguno, aunque planificó una gira -que no llegó concretarse- que lo hubiera llevado a tres (México, Brasil y Chile).

Argentina quedó fuera de las dos agendas, pero Obama en su planificación mostró algún mayor interés por el Cono Sur.

Si Argentina busca exportar más a los EEUU, con el nuevo Presidente no lo logrará, dada su tendencia más proteccionista. Obama no avanzará en el Tratado de Libre Comercio con Colombia y durante la campaña dijo que iba a revisar el Nafta. La crisis mundial cerrará más las economías en el mundo y el gobierno demócrata encontrará nuevas justificaciones para hacerlo. Probablemente los exportadores de limones argentinos se verán frustrados.

Lo que Obama da al gobierno argentino es la oportunidad de abandonar los prejuicios ideológicos que llevaban a mantener un discurso crítico hacia Washington.

Para la forma como se maneja el gobierno argentino, lo más importante es que Bush era muy impopular en la Argentina y, en cambio, los primeros sondeos realizados después del triunfo de Obama muestran que es muy popular en el país.

Cristina Kirchner podría pensar, con razón, que una foto con Bush le restaba votos, pero ahora es evidente que una con Obama se los suma.

El presidente electo no mostró demasiados planes o propuestas concretas para América Latina, pero se diferenció en la actitud, anunciando que podría dialogar con Castro y con Chávez pese a las diferencias.

Ya no hay razones ideológicas ni imagen para eludir coincidencias con el Presidente de los EEUU y seguramente la Presidenta argentina pondrá en marcha ahora gestiones para reunirse con Obama y su esposa. La cuestión será cuándo lo logrará.