Sin embargo, no hay indicios claros para ser tan pesimistas. Claro está que más que saber esperar, hay que poder hacerlo. Un buen presupuesto y el uso de opciones puede ayudar.
En el mercado de granos parece que, de a poco, se va consolidando un piso cercano a $750. La cuestión es saber, ahora, dónde se ubicaría el techo. Por el momento está en $800 pero a juzgar por las perspectivas mundiales, seguimos creyendo en un nivel sustancialmente superior, en un mundo en el que la relación de stocks / consumo de granos en general, continúa en un nivel reducido.
El mundo tiene miedo por la recesión general y la crisis financiera, que no se sabe bien cómo terminará. Por ello, tanto el dólar como el petróleo y las acciones están sometidos a presiones duras.
Cuando el dólar sube en el mundo, los granos pierden valor. Y si las acciones o el petróleo caen, también lo hacen los granos. Este es el mecanismo que por ahora rige, muy en líneas generales.
Por si no hubiera suficiente nafta para aumentar las llamas de la depresión de los precios, está la información del USDA que pareciera jugar en contra de los precios agrícolas.
Algo que planchó el mercado durante buena parte de octubre viene de la mano de una presunta picardía del famoso USDA. En su informe, sobre área sembrada y producción de octubre, aparecieron datos con equivocaciones que ahora se conocen, que influyeron en forma negativa en los precios en gran parte de octubre.
¿De qué picardía hablamos? El 10 de octubre pasado el USDA aumentó de manera sorpresiva, y sin ningún dato que permitiera presumir un cambio tan drástico, la estimación de producción de soja 2008/09 para EE.UU. Tal aumento se justificaba en una presunta mayor superficie cosechable para la campaña.
El dato, en un contexto tan sensible, cayó como un enorme balde de agua fría. Esta noticia tiró para abajo los precios y las expectativas de mejoras.
Pero parece ser que las cosas terminan saltando. Ahora, el organismo que debe velar por veracidad de las estadísticas de EE:UU acaba de informar que ha revisado la producción estimada 2008/09 de soja, y por lo tanto ha hecho un nuevo cálculo que ha dado una superficie menor. Por ello, hoy por hoy, la estimación nueva habla de una producción que sería de 80 millones, en lugar de la cifra de 81,2 millones de toneladas estimada el 10 de octubre.
El mismo informe disminuyó los stocks finales de este país a 5,6 millones de toneladas en vez de los 6 millones anteriores.
De no ser por el cuadro financiero y, aún, económico mundial, los actuales datos fundamentales deberían ser claramente alcistas. Pero, lamentablemente, la situación general patea en contra.
Obviamente, estos precios -algo mejorados, pese la las puntuales bajas- tienen un componente ligado a la desvalorización de nuestra moneda en el mercado de cambios. No es lo mismo un dólar de $3,40 que uno de $3,10.
El piso está dado por la percepción de parte de los operadores de que una vez que los precios se acercan a un valor próximo a $730, una gran cantidad de órdenes genuinas de compra actúan sobre el mercado local. A partir de allí, los precios comienzan a subir, pero, una vez que superan los $770, los especuladores se apuran a vender y, en consecuencia, los precios no se mantienen.
Sin embargo, la especulación se está mostrando conciente de que hay muchas razones para presionar a una suba considerable en los precios. Ello, tarde o temprano, despertará su avidez por mercadería.
En rigor de verdad, nada ha cambiado sustancialmente en los últimos tres meses como para justificar semejante caída en los precios internacionales.
China e India siguen presentes; quizás, con algunos interrogantes sobre la demanda futura, pero continúan allí, prestos para importar. Para muestra sólo falta un botón: las importaciones de soja por parte de China, a lo largo del mes de septiembre, han sido un récord, con un aumento de un 120% respecto al mismo mes del año anterior.
China es el principal importador mundial. Sus importaciones representan casi un 20% de la producción total de soja.
La necesidad por combustibles, también, continúa. Es cierto que el precio del petróleo ha caído dramáticamente. No obstante, la demanda de granos para producirlo no debería caer visiblemente, puesto que la estrategia energética, de “no quiero que me pisen el poncho” de EE.UU. y de Europa sigue muy vigente.
La situación local es compleja: hay necesidad y premura por parte de las industrias para tener mercadería. La soja es requerida pero nadie quiere desprenderse en un valor por debajo de los $760, o algo así.
Quienes tienen soja en sus campos o en plantas de acopio, se niegan a vender porque consideran a estos valores muy bajos y porque prefieren no estar líquidos y mantenerse con granos como forma de guardar valor.
En medio de esta marea negativa, va apareciendo un elemento positivo: de a poco se observan negocios forward, que para el caso de la soja, llegan a un término máximo de unos tres meses. Algo es algo.


