Otra vez la estrategia “una de cal, una de arena”. El Gobierno está marcado por un destino binario: on-off, derecha-izquierda, menemismo-progre, norte- sur. Desarmar el negocio de las AFJP es una buena noticia, recuperar las jubilaciones del Estado también lo es. Hacerlo para tener caja electoral y para mantener la agonía de un plan económico basado en el subsidio a los amigos, no. Pasó el tiempo, pero finalmente se entendió que aquellas familias corriendo en cámara lenta en medio de un bosque hacia su felicidad era simplemente una estafa:
–Ok, yo les doy la plata y dentro de diez años me la devuelven.
–Sí.
–¿Pero aunque sea me pueden garantizar que devuelven lo mismo que les di?
–No, no pueden.
Por estos diálogos mantenidos en Día D y por convicción, claro, me quedé en el Estado.
Hay en estas páginas una columna cándidamente peronista firmada por Artemio López: es encantador que la “rabia” de Eva haya terminado en un loft en El Calafate. Juan Domingo López o los intelectuales estatales de la tercera edad reunidos en Open Letter (si se duda por lo de “estatales” recuérdese que Página/12 es una empresa mixta) sostienen con convicción que el kirchnerismo ha devuelto a la agenda pública el rol del Estado, y no sería extraño que observen estas nuevas medidas con el mismo sentido. Es cierto. El problema es cuando el Estado es LAFSA, la compañía aérea que no vuela pero que mantiene aún a cien empleados que cobran sin trabajar, o cuando el Estado es el Bobo que subsidia a los colectivos, ferrocarriles, grandes supermercados, empresas lácteas y diversos millonarios vernáculos que ahora comen cordero patagónico, antes engullían sushi y pasado mañana devorarán tortilla a la española. El regreso a la jubilación estatal es una buena y justa medida, que poco tiene que ver con el destino de los fondos: la familia K los usará para la campaña electoral (sin necesidad de lavar dinero, como han hecho hasta ahora) y para garantizar los pagos de la deuda. ¿O alguien todavía duda de que el Gobierno que más deuda externa pagó durante la democracia (26.000 millones, más que Menem, De la Rúa, Alfonsín y Duhalde) seguirá haciendo lo propio el año próximo? Robin Hood nos anuncia que asaltará la caja; pero será Hood Robin quien la distribuya. Y todo esto sin pensar en el mediano plazo, porque ¿qué pasará cuando la plata se termine? ¿Cómo sobrevivir en medio de un plan económico inexistente y que no genera riqueza?


