El argumento es básicamente incorrecto y, además, la recaudación esperada era muy baja en relación la recaudación total por lo que su impacto redistributivo hubiera sido muy reducido.

Los impuestos a las exportaciones tienen el propósito -además de recaudar- de modificar el sistema de precios relativos recibidos por las diferentes producciones. De ese modo se desestimula alguna a favor de otra, como podría ser imponer la soja para aumentar la rentabilidad relativa de la producción de el trigo. También sirven para absorber renta de un sector con gran capacidad exportadora, para financiar otro que se quiere desarrollar, como sucedió aquí y en otros países, imponiendo la producción primaria para financiar industrias.

Otra función de las retencioens es desacoplar precios externos, que se reducen con la aplicación del impuesto, de los internos. Esto tiene sentido en bienes de consumo masivo o que son insumo de industrias para consumo local (trigo, maíz) o de exportación (soja).

La redistribución de ingresos de impuestos de exportación depende no del impuesto en sí mismo, como puede suceder con impuestos al consumo, sino de en qué se gasta lo recaudado. En el caso de las retenciones móviles sucede, además, que la recaudación que se esperaba es muy reducida en relación a la recaudación total. Una de las estimaciones en danza sostenía que este año se podía recaudar unos 1000 millones de dólares.

Si se considera que la recaudación impositiva de este año, sin considerar los ingresos por seguridad social, aumentará en relación a la del año pasado, lo que aumentó la de los siete primeros meses (38%), la recaudación de retenciones móviles hubiera sido tan solo un 1,3% de la recaudación impositiva.

Una reducción de un punto en el IVA, que es el 40% de la recaudación impositiva, redistribuiría una suma un 40% superior a la que se esperaba de las retenciones móviles. Bajar el IVA o reducir la evasión en impuestos a ganancias y riqueza es, sí, una forma de distribución por impuestos.