-Se habla de que el Gobierno está haciendo que el dólar baje para castigar al sector industrial, que no salió a apoyar al proyecto del Ejecutivo y el esquema móvil de retenciones. ¿Este sector podría ser el próximo en recibir un golpe duro por parte del Gobierno?

-Nosotros los argentinos, como no somos lo suficientemente maduros, solemos no hacernos cargo de las cosas que generamos y eso nos lleva a aceptar rápidamente -tanto entre los políticos como entre los ciudadanos comunes y corrientes- las teorías conspirativas. “Nos va mal porque alguien está haciendo algo para que nos vaya mal, y no porque nosotros hacemos las cosas mal”. De todas formas, como yo no creo en las teorías conspirativas, la realidad es que la caída del tipo de cambio de los últimos dos meses tiene como razón de ser simplemente que el Banco Central decidió salir a defender el valor de la moneda. Uno puede discutir el haber llevado el dólar tan bajo porque eso implicó hacer un sacrificio de reservas muy superior al que hubiera implicado elevarlo a niveles de cotización que sean un poco más altos. El mismo presidente del Banco Central se ha cansado de decir en sus discursos que lo que quiso es demostrar que está dispuesto a defender el valor de la moneda, que es la principal función del BC y que las reservas internacionales están justamente para eso.

Con respecto a que el sector industrial pueda llegar a ser el siguiente al que se le exija un esfuerzo para poder financiar la caja y la redistribución del gobierno, es cierto. De todas formas, hay otros sectores que van a estar primeros en la cola, como los primarios que todavía (como por ejemplo, la minería) no han sido objeto de un aumento excesivo de presión tributaria, y todavía tienen márgenes de ganancias fuertes. Pero, es cierto que en la medida en que se vayan acabando estos sectores, el industrial sobre todo el que produce agroalimentos, y que por lo tanto tiene mayores beneficios y mayor competitividad que el resto, va a ser elegido.

-¿Por qué no ha sido elegido antes?

-No lo ha sido hasta ahora porque dentro de la ideología del Gobierno está esto tan viejo y absurdo de que el sector agropecuario tiene que financiar la industrialización de la Argentina. Es algo innecesario y la historia ha demostrado que nunca ha sido así. Justamente por atacar al sector agropecuario, lo que terminamos haciendo es desindustrializar al país. Pero el Gobierno no lo entendió así y lo que ha hecho es tratar de transferir recursos a la industria. Parte de esa transferencia de recursos que se ha hecho a la industria, seguramente va a tratar de apropiársela. Hoy, muchas de esas transferencias se hacen por los diferenciales de retenciones. El sector primario tiene retenciones mucho más altas que el industrial, entonces lo que van a hacer, seguramente en algún momento, es subirles las retenciones al sector que produce manufacturas de origen agroalimentario.

-Se espera, por otra parte, un aumento de tarifas y un recorte de subsidios…

-Uno puede apretar una naranja hasta que se acaba el jugo, y cuando esto suceda van a tener que empezar a buscar otras formas, y lo que más está creciendo dentro del gasto público hoy son las transferencias a los sectores que producen bienes o servicios, que tienen precios congelados, para que los puedan mantener en esos niveles. En la medida en que no puedan seguir sosteniéndolo, más cuando la inflación incremente esa brecha fenomenalmente, lo que vamos a ver es que -por necesidad y no por convicción- suben las tarifas. Y esto hay que tenerlo en cuenta porque en realidad no va a haber una estrategia de recuperación de las tarifas en el tiempo, sino que van a haber subas esporádicas y arbitrarias que va a mantener a esos sectores en absoluta incertidumbre de sus ingresos futuros, con lo cual, van a seguir invirtiendo nada. Y lo ideal sería que pudieran tener alguna fórmula en el tiempo que les permita prever cuál va a ser el nivel de actualización que van a tener sus ingresos, para poder -de esa forma- invertir y beneficiarnos a todos, porque los que más se benefician con los sectores de servicios que invierten, son los más carenciados, porque yo ya tengo gas, los pobres no.

-Hablaste de que en los segundos mandatos se pierde la confianza en los gobernantes y hay un desgaste en el poder. Con los seis primeros meses de gestión turbulenta que tuvo CFK, ¿crees que si termina este año, tiene la continuidad de su mandato asegurada?

-Acá en Argentina tenemos lo que se conoce como el “Síndrome del Segundo Mandato”, que justamente dice que los segundos mandatos suelen terminar mal. Yo creo que por eso Néstor Kirchner prefirió que fuera su mujer quien continuara esta gestión (risas). En realidad, lo que sucede es que en el primer período de gestión, lo que uno hace en tanto y cuanto no sea una barbaridad y tenga buen marketing, genera crecimiento. Efectivamente, lo que uno hizo en el primer mandato se ve en el segundo. Y ahí está el tema: si cometo grandes errores en el primero, se van a pagar en el que le sigue, y en este caso, al asumir CFK el suyo como un segundo mandato y no poder criticar al anterior, tiene que pagar esos costos políticos, y sufre un desgaste. Lamentablemente, es así, lo va a tener que sufrir y eso también modera nuestra posibilidad de crecimiento hacia adelante, porque la confianza de la gente se va a ir desgastando en la medida en que estos costos vayan apareciendo por la escasez de energía, falta de combustibles, esta necesidad de aumentar la presión tributaria con niveles fenomenales, el gasto público por la carrera del poder electoral en el 2007, la inflación. Son todos costos que va a tener que pagar durante este mandato para corregir los errores del pasado.

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