Las exportaciones de carne cayeron sensiblemente en los últimos meses y, según fuentes de la industria frigorífica y de la ganadería, no se recuperarán. Las cifras de los últimos meses están muy lejos de las 45.000 toneladas mensuales que el Gobierno se comprometió a liberar: en mayo se enviaron al exterior 33.330 toneladas; en abril, 17.076 t. y en marzo, 13.563 t. Según estimaciones del sector, el mes pasado no se habrían exportado más de 15.000 toneladas.

En los primeros cinco meses de este año se embarcaron 148.578 toneladas, un 8% menos que en el mismo período del año pasado. En la administración de Kirchner atribuyen la caída al conflicto agropecuario, que incluyó extensos períodos en los que los productores no comercializaron hacienda y otros en los que directamente no se permitió su tránsito por las rutas.

Para ganaderos y empresarios de la carne, en cambio, la caída se relaciona con las crecientes barreras introducidas por el Gobierno. Y los productores, además, se quejan de que la diferencia entre el kilo vivo y la carne en el mostrador es cada vez más alta. En mayo pasado, la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario (Oncca), que preside Ricardo Echegaray, creó el denominado "encaje productivo", que obliga a los frigoríficos a tener permanentemente cubierto el 75 por ciento de su capacidad de almacenamiento.

Por esa norma se reemplazaron las resoluciones que limitaban las ventas al exterior de carne a determinados porcentajes respecto de lo vendido en 2005. "Con esto del encaje productivo, los números no dan para exportar más de 20.000 toneladas mensuales", dijo un empresario. Según el consultor en ganados y carnes Víctor Tonelli, en los últimos meses se aceleró la entrega de los permisos de exportación. "La evolución de la información que publica la Oncca respecto de los permisos aprobados indica que estamos en 46.000 toneladas mensuales. Ahora, si entre lo que publican y lo que pasa efectivamente hay diferencias, yo no lo puedo saber", señaló Tonelli.

"En la Argentina comemos el 80 por ciento de la producción de carne, y en los últimos años viene creciendo el consumo. El 75 por ciento de encaje para garantizar el abastecimiento interno es un número lógico", dijo Echegaray a LA NACION días atrás.

En la industria frigorífica, representada por seis cámaras empresariales, es difícil encontrar voceros. Acostumbrados a las llamadas telefónicas del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, para discutir de precios prefieren evitar sensibilizar al Gobierno. "¿Por qué el pueblo peronista no puede comer lomo?", es una pregunta retórica que más de un industrial le atribuye al polémico secretario.

Las restricciones a las exportaciones de carne no son nuevas. En marzo de 2006, el entonces presidente Néstor Kirchner prohibió completamente los embarques para frenar la suba de los precios internos. Desde entonces, las ventas -que nunca se normalizaron- estuvieron interrumpidas en varias oportunidades. La última vez, en marzo, incluso se obligó a desembarcar contenedores de barcos que estaban por zarpar. Actualmente, las exportaciones de carne tienen tres instancias de aprobación: la Oncca entrega un documento sin el cual no puede embarcarse (ROE Rojo, que exige el 75% de "encaje productivo"), la Secretaría de Comercio Interior lo visa, aprueba o rechaza, y finalmente la Aduana decide si puede salir del puerto o no.

En abril, cuando el Gobierno negoció con las entidades del campo para superar la crisis agropecuaria, las partes firmaron un acuerdo que contemplaba la exportación mensual de no menos de 45.000 t. y el cumplimiento de los precios de los 13 cortes más consumidos y elaborados por Comercio Interior.

Pocas opciones

Según Tonelli, "los clientes del exterior no tienen muchas opciones y aunque patalean no se enojan con las empresas argentinas porque saben que no tienen margen. Están enojados con la política argentina. Lo que sí ha ocurrido es que ahora pagan más por la carne uruguaya, que tradicionalmente valía un 10% menos que la argentina. Ahora, Uruguay garantiza confiabilidad y cumplimiento, y esto vale mucho. La diferencia por tonelada puede ser de hasta 2000 dólares".

La Argentina ni siquiera cumplió con un acuerdo de exportación de carne a Venezuela por 12.000 toneladas, que no estaba incluida dentro de las limitaciones para exportar. Esta semana, delegados del presidente Hugo Chávez se quejaron por eso durante una reunión con exportadores de alimentos en la Cancillería. En el país caribeño escasean los alimentos, y sus autoridades firmaron convenios con sectores cercanos al gobierno argentino, como los procesadores avícolas, frigoríficos exportadores, la láctea SanCor y los molinos.

Las ventas de carne a Venezuela tienen algunas particularidades. "La carne va envasada en bandejitas en un contenedor refrigerado; como allá no hay instalaciones de almacenamiento adecuadas, la bajan del barco directamente al camión que la lleva a los barrios, en los que se distribuye directamente. A veces se vende a precios subsidiados y a veces, no", contó un exportador.

Por José Crettaz
De la Redacción de LA NACION