En momentos en que el Congreso debate sobre los impuestos a la exportación de granos (retenciones), nos detenemos a analizar el efecto de los mismos sobre todos los sectores involucrados, ya que el problema de las retenciones no es sólo de los productores, sinó del país en su conjunto.
Las retenciones a las exportaciones en la práctica se cobran así:
Cuando un exportador realiza la declaración jurada de venta al exterior (DJVE) queda fijado el precio índice que publicó la SAGPYA ese día y la tasa de retención vigente, que serán usados para computar el impuesto a retener sobre esa exportación. Cuando el comprador paga por su importación, el Banco Central es el que recibe los dólares del pago. El Banco Central pagará al exportador en pesos el remanente luego de retener el monto del impuesto según la tasa y precio índice determinados previamente en la DJVE. Entonces el estado recauda con extrema facilidad el monto de las retenciones a través del Banco Central, antes que el exportador cobre por su venta al exterior.
¿Cómo afecta esta práctica a los distintos sectores involucrados?
A los Productores: El Precio Doméstico
Como el exportador, comercialmente, es la cara visible del productor en el exterior, aunque funcionalmente la retención se le practique al exportador, ésta la paga indirectamente el productor. Esto es porque el precio doméstico al que éste vende está directamente determinado por el precio que le quedará al exportador cuando efectivamente cobre su venta luego de las retenciones. El precio FAS equivale al precio FOB menos las retenciones menos los costos de embarque y financiación de la compra, menos el margen comercial que trata de maximizar el exportador.
A los Productores: El Efecto de las Retenciones Sobre el Area Sembrada
Cuando en las zonas marginales, donde el negocio de sembrar es muy magro, los productores reciben por sus granos un precio superior al del año anterior, hay más incentivos para extender el área productiva en la siguiente siembra. Y se lo hace aún sobre lotes con menor potencial productivo, y/o con mayores costos de flete para llegar al puerto. Pero cuando el precio doméstico de los granos es inferior, quedarán lotes sin sembrar porque éstos ya no proyectan ganancias.
De esta manera, los precios domésticos, dependientes directos de los precios internacionales y del nivel de retenciones, van expandiendo o retrayendo la frontera agrícola año a año. Hay un número que indica la respuesta del agro argentino a las subas y bajas de precio, y se llama elasticidad-precio de la oferta. En Argentina, las elasticidades-precio de las áreas sembradas con granos en un determinado año, son cercanas a 0,40 en relación a los cambios de precios recibidos por la campaña anterior. Groseramente, una suba del 10% en precios indicaría un aumento de un 4% en el área, y una baja del 10% en el precio indicaría una disminución en el área del 4%. Algo similar sucede con el paquete tecnológico aplicado a los cultivos; mayores precios inducen el uso de más insumos y viceversa.
Cuando el gobierno impone retenciones al precio de exportación de un grano, se produce una reducción de precios domésticos y el consiguiente efecto reductor del área sembrada y del paquete tecnológico a aplicarse, reduciendo proporcionalmente la producción de ese grano la campaña siguiente.
A los Productores: El Costo de las Retenciones sobre la Producción
El costo total que sufre el agro por las retenciones es la reducción de producción sobre la curva de oferta, ponderada por la reducción de precio. En el gráfico siguiente, el costo que sufre la producción es el área verde AEGJ que indica que con una disminución artificial del precio doméstico de a A a J mediante retenciones, la producción baja desplazándose sobre la curva de oferta de E a G.

Al Gobierno: Recaudación Fiscal
El sector gobierno se beneficia con la recaudación fiscal que producen las
retenciones.
A los Consumidores: Materias Primas y Alimentos más Baratos
Los sectores que demandan grano domésticamente, se benefician por poder comprarlo más barato.
Al Sistema Macroeconómico Argentino: Generación de Pobreza
Entonces, el resultado total de la aplicación de retenciones es una suma algebraica, donde tenemos un rubro con signo negativo,
• - el valor de la menor producción,
y dos rubros con signo positivo,
• + la recaudación fiscal, y
• + el beneficio de los consumidores.
Dicha suma algebraica genera un resultado negativo, ya que necesariamente la caída del valor de la producción es de mayor cuantía que la suma de la recaudación fiscal mas el beneficio de los consumidores. Ese resultado negativo se denomina ineficiencia de las retenciones, que son la pérdida neta del sistema.
+ Recaudación Fiscal
+ Beneficio de los consumidores
- Caída del Valor de la Producción
----------------------------------------------------------------
Ineficiencias de las retenciones (pérdida del sistema)
En el gráfico siguiente, para un ejemplo de retenciones durante 2008, los precios domésticos bajan de A a J, y los consumidores consiguen comprar el grano más barato, y aumentan su consumo desplazándose de B a H sobre la curva de demanda y entonces ese beneficio equivale al área azul ABHJ. Ese es todo el beneficio logrado por el público general y por los procesadores de granos.
La recaudación fiscal sobre la producción el año 2009 equivale a la cantidad HG exportada en 2009 multiplicada por la reducción de precio AJ determinada por las retenciones de 2008, delimitada por el área rectangular amarilla CDGH.
Pero como menores precios en 2008 determinan menor volumen producido en 2009, el volumen exportable sobre el que se recauda se reduce de E a D, ya que la producción se desplaza sobre la curva de oferta cayendo de E a G, y queda un triángulo DEG sin recaudar, que es una parte de las ineficiencias mencionadas. A su vez, como el consumo doméstico aumenta de B a H, debido a menores precios domésticos, se producen menores exportaciones y disminuye entonces la recaudación por retenciones a dichas exportaciones, y entonces queda otro triángulo BCH sin recaudar, y esa es la otra parte de las ineficiencias del sistema de retenciones.

Un Mecanismo Generador de Pobreza
En la práctica, estos triángulos que representan las ineficiencias nos indican el nivel de pérdidas insalvables que generan las retenciones a la economía argentina en su conjunto. Significan que “la riqueza para repartir se achica”. El efecto de pérdida que las retenciones en un determinado año le generan al país, se verán recién al año siguiente. Y por eso, la atención de lo urgente, recaudación y reducción de precios domésticos, hipotecan los resultados de la economía del futuro mediato. Si vamos sumando este efecto negativo año tras año sobre el conjunto del país, es muy fácil entender muchos de los misterios y paradojas que han azotado a la economía argentina durante unas 5 décadas de retenciones al agro.
¿Qué es la Redistribución a Través de las Retenciones?
Con retenciones, hay una transferencia de recursos del agro al fisco y a los consumidores domésticos de granos y subproductos. Los ingresos brutos agrícolas se particionan y parte de ellos se distribuyen al fisco y a los consumidores.
Pero como se ha descripto anteriormente, este sistema de transferencia de
recursos tiene un pecado original de tipo aritmético, en que los perjuicios
causados son mayores a los beneficios obtenidos, por lo que el sistema en su
conjunto sufre una pérdida neta que empobrece al país, progresivamente, año a
año.
¿Cómo Funcionaría la Redistribución sin Retenciones?
Los 100 días de inactividad comercial del sector agropecuario que acabamos de vivir, al paralizar casi totalmente la economía del país, produjeron por inversa una prueba fehaciente de la capacidad multiplicadora de la actividad económica que tiene el sector agropecuario, tan vapuleado durante décadas “por ser sólo productor de materias primas”. Si fuera tan poco relevante el sector, no hubiera tenido la trascendencia económica que tuvo el hecho que demoren sus compras y ventas por 100 días.
Si no hubieran retenciones, los productores ganarían muchísimo mas dinero. Cuando un productor gana más dinero, inmediatemente intenta agrandar su negocio y producir más. Su situación estratégica en un lugar geográfico, su eventual disponibilidad de tiempo, crédito o herramientas serán los elementos que definan su potencial de su expansión. Una ganancia adicional se traduce instantáneamente en mayor consumo, mayores compras de bienes y servicios, comenzando por el interior mismo del país.
La cadena de proveedores de bienes y servicios que por efecto dominó se benefician al instante a partir de las localidades del interior y hasta los grandes centros urbanos abarca directa o indirectamente a todos los sectores del país. Esta es la redistribución del ingreso sin intervención estatal, y constituye un crecimiento genuino, sin necesidad de ningún subsidio con su contraparte de gasto fiscal.
Así se crea riqueza en un círculo virtuoso, que pasa rápidamente de mano en mano, en una secuencia de “vagones” de consumo de un “tren” que es la macro-economía del país.
Así se genera el eslabón inicial de una industria nacional con potencial exportador propio, a partir del agro, y se generan todo tipo de servicios nacionales que agrandan “la torta nacional” y hoy también se proyectan hacia el exterior en generación de divisas.
Cuando se reduce la productividad y la rentabilidad del agro, sufren todos los demás sectores de la Argentina, comenzando por el interior. Ese es el efecto pobreza de las retenciones.
¿Qué otros perjuicios trae este tipo de intervención estatal?
La no-progresividad de la carga fiscal hace estragos innecesarios
Al gravar los precios brutos de los granos, y no las ganancias o rentas de cada explotación, como sí lo hace el impuesto a las ganancias, las retenciones castigan con mucho mayor intensidad y poder destructivo a la renta o incluso a las pérdidas de los que tienen malos resultados económicos. Este es el efecto opuesto al que se busca universalmente con el impusesto a las ganancias. Por eso las retenciones son por definición destructivas y producen todos los años el quebranto y bancarrota de muchos individuos y empresas individuales a quien les toca soportar eventuales condiciones productivas adversas que todos los años ocurren para distintas zonas y situaciones particulares. Cuando se asevera con toda superficialidad que como el campo gana mucho, es justo reducir sus ganancias, se está incurriendo en un error que significa una catástrofe innecesaria para muchos productores agropecuarios individuales, pequeños, medianos y grandes. El impuesto más universalmente aceptado en todo el mundo para gravar la renta es el impuesto a las ganancias, por definición mucho más ecuánime y constructivo para el conjunto económico que los impuestos a la exportación. Con el impuesto a las ganancias, quien gana más paga más, quien gana menos paga menos, y quien no gana, no paga. Con las retenciones pagan todos un monto bruto que nada tiene que ver con su situación particular cada campaña, y así todos los años van quedando fuera del sistema muchos productores que deberían poder seguir produciendo en un sistema sin retenciones.
La migración de las zonas marginales a las grandes urbes
Los grandes aumentos o reducciones de área de cultivos no se ven en zonas de excepcional ubicación y fertilidad sinó en las zonas marginales, donde los márgenes de rentabilidad son de mucha menor cuantía y los riesgos de producción mucho más grandes.
Las retenciones o cualquier otra limitación a las exportaciones significan la detención de la producción en aquellas zonas marginales por falta de rentabilidad. Así es como hemos visto a lo largo de las 5 décadas en que ha habido retenciones, una incesante migración de gente, sin renta agrícola posible, desde las zonas marginales del norte de Santa Fé, Santiago del Estero, Chaco, Formosa, Misiones, y gran parte del NOA. Esta gente, sin posibilidades de trabajo digno en el resto del agro argentino, también limitado por las mismas causas, migran de los márgenes rurales a las márgenes de las grandes urbes, con la ilusión de conseguir un trabajo en la industria, beneficiada por aquello mismo que significó su muerte económica en el campo, las retenciones. Abrumadoramente, toda esa pobreza urbana tiene un pasado rural.
Pero la desgracia que esto conlleva, hace trizas en la ciudad cualquier
ilusión inicial al abandonar la tierra de origen. ¿Hace falta describir el nivel
de miseria que se vive en los márgenes de las ciudades argentinas y el
conurbano? Cuando, viviendo en la ciudad, se cae en la miseria más profunda, no
hay esperanzas de supervivencia como sí las habría en ambientes rurales, donde
el pobre hasta puede salir de caza con sus perros, puede tener una huerta, unas
gallinas, y un lugar para que los chicos crezcan. Al pobre de la ciudad, a veces
no le queda otra salida que salir a apropiarse de lo que aparezca, o de
prostituirse, mientras los chicos se echan a perder con vicios urbanos.
Un estado que crece mucho más que el sector productivo
Con la fácil recaudación de retenciones, el estado inmediatamente se acostumbra a contar sin mayores dificultades con importantes fondos para gastar. Dichos fondos permiten a las sucesivas administraciones de gobierno beneficiarse en las urnas por la dependencia que crean en sus votantes más pobres cuando el dinero se convierte en clientelismo político bajo rimbombantes anuncios de y “pasión por los que menos tienen”. De la misma manera existe la tentación de generar dependencia electoral por prebendas en aquellos empresarios que se benefician por granos más baratos. Entonces no sólo esos fondos ingresan y se gastan fácilmente, sinó que su obtención pasa a ser una “cuestión de estado”.
Mientras tanto, los productores se quejan del despojo que sufren en sus negocios y sufrimos todos los argentinos por no contar con mayor producción y su enorme y evidente potencial multiplicador sobre el resto de la economía. Por vía paralela, los gobiernos de turno continúan en búsqueda de adhesión de los sectores con necesidades más urgentes y de los empresarios urbanos que pagan menos por sus materias primas y pueden pagar menores sueldos a sus empleados ya que los alimentos son más baratos. Y todo eso pospone el verdadero debate de fondo que es que con retenciones y limitaciones a las exportaciones la Argentina se empobrece a pasos agigantados, comenzando por el interior.
Por Alfonso Ruiz-Guiñazú


