Cuando en diciembre del año pasado, el economista Aldo Abram advertía a Agrositio.com que la inflación en 2008 iba a rondar el 20%, y que esto iba a traer problemas en las inversiones, sumado a la presión fiscal a la que ya era sometido el campo, parecía que no podía existir un panorama más desalentador. Hoy, podemos decir que todo lo que se avizoraba fue poco, y que no llegaba ni a la mitad del escenario actual.

La importante suba del precio de commodities agrícolas fue una inyección al sistema: “nuestro vilipendiado ‘yuyo’, la soja, creció entre noviembre del 2007 y marzo del 2008, un 28% (de u$s 389 a u$s 498 dólares la tonelada, promedio mensual, con un pico de u$s 577 el 03/03/08) y otras commodities también tuvieron alzas muy importantes”, analiza Gabriel Rubinstein en el artículo “Perspectivas de inestabilidad”, que saldrá en el número de hoy de la revista Noticias.

Esta suba en el precio “fue como ganarse una lotería equivalente a unos 9.000 millones de dólares”, pero al poco tiempo el Gobierno tiró “el regalo del cielo” al mar. “Ese regalo le podía agregar a una economía que venía creciendo en torno al 7,5% anual, aproximadamente un par de puntos de mayor PBI (al 9,5% !!), aunque seguramente, un par de puntos más de inflación anual”, asegura la nota.

Pero la alegría duró poco: la decisión del Gobierno de incrementar las retenciones al 35 por ciento, hizo que los productores salgan a defender sus ingresos y el conflicto se eternizara: “El campo no aguantó y muchos argentinos se solidarizaron con sus reclamos. La ambición desmedida del gobierno, sospechado de usar fondos de manera muy politizada y poco transparente, ha generado una marea de rechazos al accionar del gobierno”.

“El enfriamiento y la política pro-inflacionaria K”

“Marzo resultó un mes fatídico para la economía local. La inflación que venía en arremetida alcista (en enero ya había sido del 2,7 por ciento; un 37,3 por ciento anualizada), subió aún más, alcanzando un registro mensual de 3,2 por ciento (anualizada de 46,3 puntos porcentuales), y la actividad económica que en febrero habría alcanzado un valor interanual de 7,5 por ciento (no el 8,6 que informó el gobierno), en marzo habría caído hasta el 5 por ciento”, analiza el artículo mencionado.

Sin el conflicto del campo de por medio, “este año, Argentina podría haber crecido un 9 por ciento o más, y luego aterrizado suavemente hacia tasas del 5 por ciento en dos o tres años”, destacó Rubinstein.

No obstante, aun “si las medidas de fuerza no retornaran más, muy difícilmente el año cierre por encima del 6 por ciento”, puesto que “la economía se enfrío y de la manera no deseada: con fuga de capitales, incertidumbre, con la clase de ajuste que en lugar de llevar a una realmente baja inflación (ajuste por precios), lleva a un aumento de la tasa de desempleo (ajuste por cantidades)”.

Respecto a las políticas antiinflacionarias, el economista y consultor especializado en bancos, sostuvo: “Una sana política económica hubiera requerido el de poder lograr una baja tasa de inflación. Nada ni nadie exigía tener una inflación como la de Europa o Estados Unidos. Sí la de alcanzar guarismos “parecidos” a los de economías vecinas bastante sanas, como los de Brasil o Chile”.