Tecnología para la aplicación de Fungicidas Foliares en Soja con equipos terrestres
Autor: Ing. Agr. Rubén A. Massaro - INTA EEA Oliveros, Ruta 11 km. 353. 2206 Oliveros (Sta. Fe)
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Introducción
La aplicación de plaguicidas con equipos pulverizadores, entendida como la deposición de la cantidad necesaria del principio activo en su sitio de acción (o blanco), suele ser analizada en forma simplificada considerando sólo la maquinaria o, aún más, sólo los elementos atomizadores de la misma (llamados comúnmente pastillas). Sin embargo, una interpretación sistémica del proceso es la que posibilita una adecuada preparación de los pulverizadores para realizar una tarea exitosa.
Los componentes fundamentales de este sistema son los siguientes
1. 1. El canopeo del cultivo sobre el que se va a trabajar. Conocer la
estructura que presentan las plantas, el Índice de Área Foliar (IAF = superficie
de hojas por cada m2 de suelo), la barrera que constituyen las hojas por su
forma y superposición espacial, son algunas cuestiones importantes a tener en
cuenta al inicio de este proceso.
2. 2. Aspectos relacionados con la plaga: su localización en los estratos de
hojas (inferio-res, medios o superiores), y su progreso en el follaje de acuerdo
con la dinámica de la infección o infestación. Éste es el objetivo o blanco en
el trabajo de pulverización.
3. 3. Cómo actúa el plaguicida desde el punto de vista de su translocación o no,
desde el lugar al que llegó por medio de las gotas de la pulverización.
4. 4. El ambiente climático, fundamentalmente temperatura y humedad relativa del
aire. Estos parámetros influyen en forma directa o indirecta sobre el cultivo,
la plaga, el producto y las gotas que genera el pulverizador.
5. 5. La preparación del equipo pulverizador (calibración o regulación), que
debe realizarse para cada situación de trabajo, considerando la influencia e
interacción de los aspectos citados.
El resultado final de este sistema puesto a funcionar se obtiene evaluando la
calidad de la aplicación. Esto se determina a través de la cobertura (número de
gotas/cm2 que llegan al sitio de acción del producto o blanco) y su uniformidad
(medida a través de la variabilidad o Coeficiente de Variación = CV). Este
análisis se realiza por medio de tarjetas sensibles al agua (principal vehículo
de aplicación) que, colocadas en el lugar donde deseamos llegar con el producto,
quedan marcadas con pequeñas manchas (generalmente una por cada gota). Estas
marcas se cuentan con una lupa y se conoce la cantidad de gotas/cm2 (=
cobertura).
Cada tipo de plaguicida requiere diferentes coberturas y grados de uniformidad.
Cuando se comienza a ejecutar esta medición, también se empieza a aceptar que el
volumen aplicado (litros/ha) es relativo. Generalmente se necesita un mayor
volumen pulverizado en un cultivo con más follaje a “mojar” con las gotas,
especialmente si el mismo es totalmente cerrado.
A continuación se describen los pasos a seguir para definir una Tecnología de
Aplicación para fungicidas foliares en el cultivo de soja.
1. Aspectos del cultivo de soja
El cultivo de soja es uno de los que más dificultades presenta para un buen
mojado de sus hojas interiores o de blancos “sombreados” por las mismas, con
gotas provenientes de una pulverización. El cierre del canopeo cubriendo el
entresurco y la altura del cultivo parecen ser dos aspectos de mucha
importancia.
1 Trabajo publicado en: Revista Para Mejorar la Producción 27, Soja campaña
2003/04. 2004. INTA EEA Oliveros. 1
En ensayos para la evaluación de cultivares en el sur de Santa Fe se determinó
que en la mayoría de las situaciones (cultivar/distancia entre hileras/ambiente
productivo) los cultivos alcanzaron una Intercepción de la Radiación solar
cercana al 100 % en R2 o floración (superior al denominado IAF Crítico) aún en
siembras a 70 cm y ambientes limitantes para el crecimiento. En el estado R5
(llenado de semillas), todos los cultivos cumplían con esa exigencia cerrando el
entresurco de allí en adelante. Para las fechas de siembra de los experimentos
(mediados a fines de noviembre) el canopeo “cerraba el entresurco” desde fines
de diciembre en adelante.
En otros experimentos, con fechas de siembra que ya podemos considerar normales
para el sur y centro de Santa Fe (mediados de octubre a mediados de noviembre),
desde floración de la soja se encuentra una buena cobertura del suelo por el
cultivo. Esto se completa desde inicios de llenado de semillas (R5), con una IAF
cercano o superior a 5 (= 5 m2 de hojas en 1 m2 de suelo), cubriendo
prácticamente el 100 % del espacio sobre el suelo.
Los tratamientos con plaguicidas (especialmente insecticidas y fungicidas) que
deban ejecutarse desde enero en adelante, encontrarán la barrera que constituyen
capas de hojas superpuestas, especialmente si la distancia entre hileras es
cercana (52 a 26 cm) y la altura de las plantas es superior a un metro.
2. Consideraciones sobre las enfermedades foliares en la soja
De acuerdo con las descripciones y experiencias en control de las
enfermedades folia-res, la localización de la mayoría de ellas comienza en las
hojas inferiores y se produce un ascenso hacia la parte superior del canopeo.
Por ej.: la “mancha marrón (Septoriaglycines) está ampliamente distribuida y
causa defoliación de hojas desde las inferiores hacia el ápice” (Pioli, 2000).
En cuanto a “roya de la soja” (Phakopsorapachyrhizi), “aunque los síntomas
pueden presentarse en cualquier momento del ciclo del cultivo, se hacen más
evidentes en plantas próximas a floración y progresan desde las hojas inferiores
hacia las superiores” (Ivancovich y Botta, 2003). Sin embargo, durante el ciclo
2003/04, la manifestación de esta enfermedad en el área de Reconquista (Santa
Fe) ocurrió en estados tardíos del cultivo incluso en las hojas del tercio
superior (Cracogna, 2004).
La posición de la enfermedad en las hojas y la necesidad de protección de los
estratos del canopeo que más aportan a la producción (superior y medio),
determinan el sitio al que deben llegar las gotas asperjadas con los fungicidas.
Estos sectores de la planta constituyen el blanco para la aplicación.
En las enfermedades foliares, si bien se produce una evolución en el cultivo, la
ubicación sobre las hojas es fija, a diferencia de los insectos que se mueven de
un sitio a otro. Esta situación exige una condición de calidad que debe cumplir
la aplicación de un fungicida: la mayor uniformidad posible.
Sin dudas que al estado de desarrollo en el cual se detecta la enfermedad, y en
el que se realiza la aplicación, se debe adicionar el crecimiento posterior del
cultivo tal como se describió en el punto 1. Este aspecto tiene relación con la
posibilidad de reinfección por el patógeno y las dificultades crecientes que
presentará el cultivo al ingreso de las gotas con producto.
3. De los fungicidas
El modo de acción de los fungicidas aplicados por vía foliar -desde el punto
de vista de su penetración y translocación en las plantas- es un aspecto muy
importante porque está relacionado con la cobertura necesaria, y con la
protección de áreas foliares no alcanzadas con la aspersión.
En la Tabla 1 se clasifica a los plaguicidas (insecticidas, herbicidas y
fungicidas) de acuerdo con la absorción y su movimiento en las plantas que los
reciben. Puede observarse que los fungicidas (los más utilizados en control de
enfermedades de soja) son de contacto y de sistemia parcial (se mueven en el
órgano de la planta sobre el cual fueron depositados). Esta característica
determina la falta de protección en hojas nuevas que se desarrollarán después de
una aplicación temprana, por ejemplo en R2. En la Tabla 1 se puede apreciar el
incremento en el IAF entre R2 y R5 en diferentes variedades de soja.
Este componente del sistema es el que nos demanda una alta cobertura: 50-70 go-tas/cm2,
o por lo menos 40, valores similares a la aplicación de un insecticida de
contacto. Por otra parte, la falta de movilidad de la plaga, que en este caso
está fijada a los tejidos infectados, requiere de una alta uniformidad (CV
inferior a 30-35 %).
4. La influencia de los parámetros climáticos
El viento, la temperatura y la humedad relativa del aire (HR) son factores
que ejercen un gran efecto sobre las gotas asperjadas, aún cuando sean
“protegidas” por coadyuvantes específicos, y sobre el modo de contacto con el
organismo plaga en algunos grupos de plaguicidas.
La acción del viento se ejerce incrementando la evaporación, el arrastre de las
gotas pequeñas y de los gases originados en la volatilización de los
plaguicidas. En general se recomienda no pulverizar con más de 12 km/hora como
velocidad predominante.
La temperatura puede influir directamente sobre la evaporación del agua, la
tensión de vapor de los plaguicidas, y el arrastre de gotas por corrientes
convectivas. También determina la capacidad de contener agua y, conjuntamente
con la humedad relativa, el punto de condensación o punto de rocío.
En los últimos ciclos agrícolas, el ambiente climático durante la época de mayor
intensidad de trabajo para la aplicación de plaguicidas, ha sido extremadamente
adverso. Durante los meses de enero, febrero y marzo las temperaturas
registradas en Casilla Meteorológica son altas y los registros de HR presentan
valores muy bajos. Desde fines de octubre las temperaturas máximas comienzan a
superar los 30 ºC, valor considerado crítico para las pulverizaciones agrícolas.
En el Gráfico 1, pueden observarse los valores de temperatura y HR registrados
un día representativo del verano 2003/04 en Oliveros (Santa Fe). Estas
condiciones climáticas muestran que durante gran parte del día el ambiente fue
adverso para la actividad de pulverización, sin tener en cuenta el efecto sobre
el plaguicida y el cultivo. Por lo tanto es necesario considerar como más
adecuado el trabajo nocturno. Los registros en las Estaciones Agrometeorológicas
de las EEA Reconquista y Rafaela del INTA fueron similares a los de Oliveros
(Gráfico 2).
En el Gráfico 3 se puede observar el registro de las temperaturas máximas
durante enero, febrero y marzo en Oliveros, Reconquista y Rafaela. Esta
información plantea la necesidad de planificar la actividad, pensando en un
clima adverso, con un 60 % de días de altas temperaturas durante la mayor parte
de las horas con luz. Supuestamente en este ambiente no habría presencia de
enfermedades, pero las mismas podrían desarrollarse antes y requerir un
tratamiento posterior con fungicidas.
5. Preparando el pulverizador para la aplicación de fungicidas
La aplicación de fungicidas plantea un desafío en cuanto a la calidad del
trabajo: alta cobertura de gotas y buena uniformidad en la distribución del
producto.
a. Uniformidad en la distribución.
Esta condición comienza con la homogeneidad del caldo o mezcla en el tanque del
pulverizador, que depende de la formulación del plaguicida y de la eficacia en
el sistema de agitación o remoción del equipo. Muchos de los fungicidas
disponibles actualmente para control de las enfermedades de la soja (entre ellas
“roya de la soja”), están formulados como suspensiones o
emulsiones-suspensiones.
Los mecanismos de agitación que pueden tener los pulverizadores están descriptos
en la Tabla 4. Los de mejor funcionamiento son los mecánicos, y los hidráulicos
deberían cumplir con la norma de recircular el 5-10 % como mínimo del volumen
contenido en el tanque. Por otra parte, el diseño del sistema hidráulico,
juntamente con las formas de los tanques, hace dudar de la eficacia de este tipo
de agitación. Son numerosas las experiencias de mala distribución de herbicidas
en suspensión verificadas a campo con equipos de productores y empresas de
aplicación. Este aspecto debe requerir un especial cuidado en la aplicación de
fungicidas.
La uniformidad de distribución también depende de la variabilidad de los
caudales individuales en los picos del pulverizador. La tolerancia habitual de
más/menos 10 % sobre el promedio del caudal individual debería reducirse a
más/menos 5 %, con el propósito de mejorar la calidad de la distribución en el
ancho de trabajo de la máquina. Un pulverizador como el del Gráfico 4,
seguramente no tendrá una aplicación uniforme.
La elección de la pastilla es el eslabón final del proceso para la preparación
del equipo. Si la aplicación de fungicidas debe ser de alta cobertura, en un
cultivo que presenta barreras para la penetración de las gotas, debería
utilizarse un elemento atomizador que permita cumplir con ambas exigencias: cono
hueco o cono lleno serían las mejores opciones. La mayor cercanía posible entre
ellas, y la regulación de la altura de la barra acorde con la aspersión,
contribuyen a la uniformidad del trabajo.
Es común que se decida utilizar estas pastillas (y otras también) con presiones
relativamente altas. Sin embargo debería considerarse el ajuste de la presión a
la mínima necesaria para que el cono se forme correctamente. Presiones de
trabajo entre 3 a 5 bar pueden ser adecuadas, según el número de la pastilla. El
volumen (litros/ha) dependerá del IAF del cultivo: a mayor IAF, mayor volumen.
En síntesis, el equipo debería funcionar con esta preparación:
- Pastillas: cono lleno o hueco, ángulo cerrado.
- Distancia entre picos: 0.35/0.50 m.
- Presión de trabajo: relativamente baja.
- Altura de la barra: “toque” de los conos por encima de la superficie a asperjar.
- Volumen (l/ha): relativamente alto. Cuanto mayor sea el IAF y la altura
del canopeo, debería ser más elevado.
6. Resultados obtenidos en aplicaciones a campo
Desde hace varios años, en trabajos de experimentación a campo conducidos por
técnicos de la EEA Oliveros del INTA en cultivos de soja, se han realizado
determinaciones de la cali-dad de las aplicaciones de insecticidas y fungicidas
foliares. En la Tabla 2 se describen los resultados obtenidos en tres
situaciones diferentes, sobre cultivos con canopeo definido y distintos grados
de cobertura foliar.
Como se puede observar en los resultados, en un cultivo a 70 cm entre líneas, a
pesar del entresurco cerrado y la altura de las plantas, las gotas atravesaron
la capa superior de hojas y lograron depositarse en el tercio inferior en gran
cantidad. La mayor dificultad se presentó en el cultivo a 35 cm entre líneas,
entresurco muy cerrado por las hojas y ambiente muy crítico (alta temperatura y
baja humedad relativa).
Bibliografía
1. 1. Akesson, Norman y Yates, Wesley. 1975. El empleo de aeronaves en la
Agricultura. FAO, Roma. Cuadernos de Fomento Agropecuario Nº 94. Pág. 113-120.
2. 2. Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes de la República Argentina (CASAFE).
2003. Guía de Productos Fitosanitarios para la República Argentina.
3. 3. Constanzo, Marta. 2004. Efectos del ambiente sobre la aspersión.
Corrientes convectivas. Docente Climatología Agrícola, Fac. Ciencias Agrarias,
UN de Rosario. 9 pág. En: X curso Aplicación Eficiente de Plaguicidas, 17 al 20
de agosto de 2004. INTA EEA Oliveros (Sta. Fe).
4. 4. Cracogna, Mariano. 2004. INTA, EEA Reconquista, Comunicación personal.
5. 5. Craviotto, R.M.; Arango, M.; Papa, J.C. y Massaro, R.A. 2000. Evaluación
de la residualidad de glifosato en aplicaciones tardías en el cultivo de soja.
INTA EEA Oliveros. No publicado.
6. 6. Ivancovich, A. y Botta, G. 2003. La roya de la soja en la Argentina. INTA
EEA Rafaela, Información Técnica de Cultivos de Verano, campaña 2003.
Publicación Miscelánea Nº 100.
7. 7. Massaro, R.A.; Papa, J.C. y Craviotto, R.M. 2000. Evaluación del efecto de
fungicidas foliares en soja sobre el rendimiento y la calidad de las semillas.
INTA EEA Oliveros. No publicado.
8. 8. Pioli, Rosanna. 2000. Enfermedades de Soja. Facultad de Ciencias Agrarias,
UN de Rosario, Cátedra de Fitopatología. AGROMENSAJES Nº 2. Pág. 10-12.
Tabla 1. Clasificación de los plaguicidas según su movimiento en las plantas
|
Plaguicidas |
No aborbido |
Absorbido poco translocado |
Absorbido translocado de un órgano a otro |
|
Herbicidas |
Contacto |
Translocación localizada (sistemia parcial) |
Sistémico |
|
Insecticidas |
Contacto (tópico o local) |
Translaminar (acción en profundidad) |
Sistémico |
|
Fungicidas |
Contacto (protector) |
Translocación localizada (quasi sistémicos) |
|
|
Translocación dentro de un órgano (sistémicos “verdaderos”) |
Elaborado por: Ing. Agr. Rubén A. Massaro. INTA EEA Oliveros.
Tabla 2. Mecanismos de agitación del caldo en el tanque de los pulverizadores
|
Agitador |
Mecanismo |
|
Mecánico |
Hélice en la parte inferior interna del tanque. |
|
|
|
|
|
Paletas sobre eje horizontal en la parte inferior interna del tanque. |
|
Hidráulico |
A través de los retornos. |
Tabla 3. Cobertura (gotas/cm2) lograda en cultivos de soja de canopeo definido, con ambientes y pulverizadores diferentes
|
Distancia entre líneas (cm) |
Altura del cultivo (cm) |
Ambiente climático |
Cobertura del entresurco |
Equipo y pastilla |
Volumen (l/ha) |
Cobertura en estratos Sup. Medio Inf. |
||
|
70 |
110 |
Bueno |
Alta |
Automotriz Cono hueco |
100 |
364 |
189 |
120 |
|
35 |
120 |
Extrema-damente crítico. |
Alta |
Automotriz Cono hueco |
100 |
102 |
23 |
0 |
|
52 |
75 |
Bueno |
Media |
Mochila Cono hueco |
120 |
88 |
35 |
12 |


