El cultivo de Trigo y la siembra directa en la región
central norte
Jorge Fraschina, Carlos Bainotti y José Salines - Grupo Mejoramiento de Trigo, EEA INTA Marcos Juárez.
Siembra directa y trigo
El factor clave para alcanzar mejores resultados en la agricultura de secano
es tratar de maximizar el uso del agua de lluvia por parte de los cultivos. Si
tenemos en cuenta que el agua de lluvia debe infiltrarse en el perfil de suelo y
luego ser absorbida por el sistema radicular para su utilización en el resto de
la planta, surge la importancia de favorecer la mayor acumulación de agua y así
tender a mantener una adecuada disponibilidad hídrica durante el mayor tiempo
posible.
La acumulación de agua en el suelo no sólo depende de la capacidad de retención
que es característica de cada tipo de suelo, sino también de la velocidad de
infiltración del agua de lluvia debido al posible escurrimiento. La técnica de
siembra directa tiene un impacto directo sobre la capacidad de infiltración del
suelo, debido a que modifica favorablemente algunos factores que actúan sobre
ella, como son la permanente cobertura con rastrojos y la acumulación de
residuos orgánicos en los primeros centímetros de suelo. Un suelo cubierto está
protegido frente a los efectos erosivos de la lluvia y de la rápida evaporación
posterior.
El cultivo de trigo contribuye a la sustentabilidad de los sistemas de
producción en siembra directa con su importante aporte de residuos de cosecha y
su particular tipo de sistema radicular. En una experiencia realizada por
Marelli et al. (1983) en un suelo de serie Marcos Juárez de excelente aptitud
agrícola pero con el 3% de pendiente, una cobertura de 4000 kg/ha de rastrojo de
trigo comparada con el mismo suelo desnudo, incrementó un 23% la infiltración de
agua de lluvia, disminuyó un 28% el escurrimiento superficial y disminuyó un 80%
la pérdida de suelo. Experiencias más recientes mostraron que un suelo con 3500
kg/ha de rastrojo de trigo evaporó un 72% menos de agua que el suelo sin
cobertura (Marelli, datos no publicados).
En general la cantidad de residuos de cosecha que aporta un cultivo de trigo
depende más del rendimiento obtenido que de la variedad. Sin embargo a igual
rendimiento, hay algunas variedades de siembra temprana que tienden a dejar
mayor cantidad de rastrojo. Los residuos de cosecha de trigo además quedan
distribuidos en forma homogénea en la superficie del suelo y se caracterizan por
su durabilidad en el tiempo, favorecida por su alta relación C/N y contenido de
lignina. Esta situación se observa claramente en la presencia de rastrojo de
trigo en la cobertura de lotes provenientes de trigo / soja, que resultan
excelentes antecesores del cultivo de maíz en la rotación.
La siembra directa y la disponibilidad de agua para trigo
La acumulación de agua en el perfil de suelo en el momento de la siembra es
importante para todos los cultivos, pero lo es especialmente en el caso del
trigo por la baja ocurrencia de lluvias durante gran parte de su ciclo.
Partiendo de adecuados niveles de agua acumulada, un cultivo de trigo bien
implantado puede afrontar el período invernal normalmente seco durante el cual
transcurren importantes etapas de desarrollo como son el macollaje y gran parte
del encañado. Posteriormente en el momento de espigazón, que eligiendo
adecuadamente la variedad y época de siembra debería ocurrir inmediatamente
pasado el riesgo de heladas tardías, la probabilidad de lluvia aumenta y la
disponibilidad hídrica generalmente resulta suficiente para abastecer el llenado
de los granos.
El trigo puede alcanzar elevadas eficiencias en el uso del agua que está
acumulada en el suelo. Ensayos de variedades de trigo conducidos durante varios
años en campo de productores en el sudeste de Córdoba y sur de Santa Fe, han
permitido medir consumos de agua entre 10 y 15 kg de grano por cada milímetro de
agua total utilizada por el cultivo medida hasta 1,5 metros (Fraschina et al.
2000).
Para el caso de trigo, tanto el cultivo anterior como el sistema de labranza
modificarán la acumulación de agua en el suelo durante la segunda mitad del
verano y el otoño, y por lo tanto la disponibilidad hídrica inicial del cultivo.
Esta situación es especialmente importante en la región central norte triguera
donde el maíz y las variedades de soja que maduran durante el mes de marzo,
resultan buenos antecesores de trigo.
Se debe recordar que las pérdidas de humedad de suelo posteriores a la madurez
fisiológica del cultivo antecesor, dependerán del manejo realizado en cada
situación y es aquí donde adquiere mayor importancia ajustar debidamente la
técnica de barbecho químico.
Elección de variedades de trigo para siembra directa
Si bien dentro de la estrategia de manejo del cultivo de trigo en siembra
directa la mayor atención se debe poner en la elección de lotes con buena
disponibilidad de agua y en la implementación de una equilibrada suplementación
de nutrientes para cada situación, nuestra experiencia reciente muestra que
también resulta importante la elección de variedades y fechas de siembra
adaptadas a esta modalidad de cultivo (Kohli et al. 1999). Junto a esta última
pauta, se debe mencionar también la necesidad de utilizar semilla sana, curada y
con adecuado desarrollo de grano, que permita alcanzar la cantidad de plantas
recomendada para cada variedad y época de siembra, apuntando a lograr un buen
establecimiento del cultivo. Se debe recordar que una buena implantación es la
clave para mejorar la eficiencia en el uso del agua y de los nutrientes
disponibles.
Con respecto a la elección de variedades de trigo para siembra directa la
sugerencia es tratar de caracterizar previamente cual será el ambiente de
producción. Si bien en la mayoría de las situaciones se sigue observando buena
adaptación de las variedades que permiten una siembra temprana, en los buenos
ambientes de producción se alcanzan iguales rendimientos con variedades de ciclo
intermedio y corto de buen potencial de rendimiento (Fraschina et al 2001). La
siembra temprana de trigo asegura una mejor implantación del cultivo y ofrece
condiciones más favorables en las primeras etapas de desarrollo, y por lo tanto
tiende a un mejor uso del agua almacenada en el suelo. Sin embargo se debe tener
en cuenta que cuando los ambientes de producción de trigo son mejores por su
mayor disponibilidad hídrica, adecuado nivel de nutrientes, años de siembra
directa y rotación de cultivos, las diferencias entre ciclos desaparecen y
prevalece el potencial de rendimiento de la variedad independientemente de su
ciclo.
En varias regiones del área central norte triguera es común observar daño de
frío por heladas durante la implantación del trigo en siembra directa y también
se verifica que existen diferencias entre cultivares frente a esta modalidad de
estrés ambiental (Fraschina et al. 2002). Este tipo de daño se observa
especialmente cuando la ocurrencia de helada es acompañada por cambios bruscos
de temperatura. Los resultados fueron coincidentes con observaciones registradas
en años anteriores y obliga a replantear el uso de algunas variedades
susceptibles a este tipo de daño en condiciones de siembra directa con abundante
rastrojo en superficie que incrementa el efecto de la helada sobre los tejidos.
Esta situación resulta importante porque en ambientes más secos las pérdidas de
área foliar por daño de helada no siempre podrán ser compensadas.
Para la elección de variedades de trigo con buena adaptación a siembra directa,
también se deberá prestar especial atención a su comportamiento frente a
enfermedades producidas por parásitos necrotróficos, es decir aquellos que
tienen posibilidades de transmisión a través de los rastrojos como son la
mancha amarilla, la septoriosis de la hoja y la fusariosis de la espiga (Galich
y Galich. 2000).
El área de mayor difusión del trigo en siembra directa es la dedicada al doble
cultivo trigo / soja, en rotación con maíz y soja de primera siembra. En este
sistema de producción, la secuencia trigo / soja con buenos rendimientos suele
ser una alternativa de excelente rentabilidad (Peretti, 2001). Para ello el
cultivo de soja de segunda siembra debe ser implantado lo antes posible. En el
sudeste de Córdoba y el centro sur de Santa Fe la situación ideal sería llegar a
sembrar la soja de segunda hacia fines de noviembre o principios de diciembre.
Aquí es donde adquiere importancia la elección de variedades de trigo de siembra
temprana pero con madurez rápida, como así también en los buenos ambientes de
producción, la siembra de variedades de ciclo más corto. En ambos casos la idea
es tener una cosecha más temprana con un rastrojo que permita una rápida
implantación de la soja de segunda y así alcanzar un mejor resultado físico y
económico de la secuencia trigo / soja y su aporte al sistema.
Pensando en facilitar la implantación de la soja sobre trigo, otra
característica a la que también debe prestarse atención en siembra directa es el
tipo de rastrojo que deja el cultivo de trigo y su distribución en el lote,
debido a que algunas de las variedades difundidas tienen marcada tendencia a
vuelco en condiciones favorables. Esta situación origina pérdidas de rendimiento
antes y durante la cosecha, pudiendo también ocasionar dificultades y demoras en
la siembra de soja de segunda.
Referencias:
- Fraschina, J., Salines, J. y Bainotti, C. 2001. Caracterización de
variedades de trigo de distinto ciclo en siembra directa. Resúmenes del V
Congreso Nacional de Trigo. Villa Carlos Paz 25 - 28 de septiembre.
- Galich, M. T. Villar de y Galich, A. 2000. Manejo de enfermedades del trigo en
el área pampeana central norte. Hoja Informativa nº 339. EEA INTA Marcos Juárez.
- Fraschina, J., Salines, J. y Bainotti, C. 2002. El cultivo de trigo y la
siembra directa. AAPRESID. Trigo en siembra directa. Mayo de 2002, pp 31.
- Fraschina, J., Salines, J. y Bainotti, C. 2002. Daño por frío en trigo. Trigo
Actualización 2002. Información para extensión nº 71 EEA INTA Marcos Juárez.
- Kohli, M.M., Annone, J.G. y García, R. Germoplasma de trigo específicamente
adaptado a siembra directa. El ideotipo de germoplasma para siembra directa.
Actas del 7º Congreso Nac, de AAPRESID. 18 al 20 de agosto, Mar del Plata.
- Marelli, H. 1983. Evaluación de la erosión hídrica en suelo saturado. Actas
del X Congreso Argentino y VIII Latinoamericano de la Ciencia del Suelo. Mar del
Plata.
- Peretti, M. 2001. Economía del cultivo de trigo en los últimos 20 años. Trigo
Actualización 2001. Información para extensión nº 65 EEA INTA Marcos Juárez, pp
42 - 48.


