En reiteradas visitas de la FPC a Fair Oaks y a Mike McCloskey, ya se vislumbraba el enorme potencial de crecimiento de la lechería en Estados Unidos: la sustentabilidad de sus sistemas, el avance tecnológico y la proyección de una demanda mundial en aumento.
Hoy, esas proyecciones se están cumpliendo, como confirman distintas fuentes del sector (eDairy News, Rabobank, entre otras).
Vale recordar que en aquellas visitas también se destacaba el gran potencial productivo de Argentina, que seguramente seguirá la misma tendencia de expansión impulsada por el mercado global.
La industria láctea estadounidense atraviesa un proceso de fuerte expansión, impulsado por inversiones en capacidad de procesamiento y una producción en constante crecimiento. Entre 2023 y 2028 se destinarán más de 11.000 millones de dólares a 50 proyectos distribuidos en 20 estados, lo que permitirá procesar más de 15.000 millones de libras adicionales de leche hacia fines de la década.
Este impulso responde a varios factores. En primer lugar, la producción de leche en 2025 superó las previsiones, con un aumento superior al 4%, sostenido por la decisión de los productores de mantener más vacas en los rodeos y optimizar la reproducción. A esto se suman los ingresos complementarios por la venta de ganado para carne (terneros machos), que ya representan entre el 5% y el 10% de los ingresos totales del sector.
En el plano de la demanda, el mercado interno mantiene un crecimiento estable, potenciado por la valorización de los lácteos como fuente de proteínas saludables, mientras que las exportaciones alcanzan niveles récord. México continúa siendo el principal destino, pero crece la presencia en Asia y Medio Oriente. En los últimos cinco años, la participación de EE. UU. en el comercio mundial de lácteos pasó del 12% al 17%, consolidando su perfil exportador.
Las nuevas plantas se concentran en estados tradicionales como Wisconsin y Minnesota, y también en regiones emergentes para la actividad, como Texas, Idaho, Arizona, Dakota del Sur y Nueva York.
El crecimiento, sin embargo, trae consigo desafíos. El más importante es avanzar hacia una producción ambientalmente sustentable, lo que exige incorporar tecnologías de reducción de emisiones y manejo eficiente de efluentes. A esto se suman la escasez de vaquillonas de reposición y la volatilidad de los precios, factores que presionan la rentabilidad y generan tensiones ante la creciente concentración industrial.
Otro punto crítico es la disponibilidad de mano de obra calificada. De allí la relevancia de la Ley de Modernización de la Fuerza Laboral Agrícola, que busca garantizar personal permanente mediante la reforma del sistema de visas H-2A, actualmente en debate en el Congreso estadounidense.
Pese a estos desafíos, predomina un clima de optimismo. La combinación de expansión productiva, diversificación de ingresos, modernización tecnológica y apertura de nuevos mercados coloca a la lechería de EE. UU. en una etapa de transformación profunda y crecimiento sostenido.
Si estas inversiones y reformas se consolidan, el país podrá liderar la innovación global en lácteos, reforzar su competitividad exportadora y asegurar un futuro de expansión sustentable.


