Sin embargo, este sector vital enfrenta desafíos crecientes: plagas y enfermedades que amenazan los rendimientos, casos de resistencia a plaguicidas químicos tradicionales y una presión cada vez mayor para introducir nuevas tecnologías. Aquí entran los bioplaguicidas, soluciones naturales derivadas de plantas, microorganismos y otros organismos que ofrecen una forma adicional de proteger los cultivos. Estos productos no son solo alternativas; son complementos poderosos de los plaguicidas químicos, mejorando la eficacia general mientras se minimizan los riesgos para la salud y los ecosistemas.

La urgencia de acelerar la adopción de bioplaguicidas es evidente. El mercado de estos productos en la región proyecta un crecimiento acelerado, de aproximadamente USD 2.17 mil millones en 2024 a USD 4.81 mil millones para 2029.  Al integrar bioplaguicidas con plaguicidas químicos en programas de Manejo Integrado de Plagas (MIP), los agricultores pueden aumentar la productividad, reducir los costos asociados a la resistencia de plagas y satisfacer las exigencias globales de residuos en alimentos. Veamos como los bioplaguicidas son herramientas ecológicas respaldadas por la ciencia que atacan plagas específicas con precisión. Usados en combinación con plaguicidas químicos generan efectos sinérgicos para un mejor control y sostenibilidad. Veamos también, cómo superar barreras actuales mediante políticas, investigación y educación que ayuden a acelerar su adopción, asegurando la seguridad alimentaria de la región.

¿Qué son los Bioplaguicidas y cuál es su Rol en la Agricultura Moderna?

Los bioplaguicidas son sustancias derivadas de fuentes naturales como bacterias, hongos, virus, plantas o animales, que son utilizadas para manejar plagas, enfermedades y malezas. Su modo de acción es usualmente específico para ciertas plagas, lo que permite reducir riesgos de efectos indeseados sobre otras especies. La Agencia de Protección Ambiental de EE. UU. (EPA) los clasifica en tres tipos principales: plaguicidas microbianos (por ejemplo, bacterias como Bacillus thuringiensis), protectores incorporados en plantas (cultivos genéticamente modificados que producen compuestos contra plagas) y plaguicidas bioquímicos (sustancias naturales como feromonas o extractos vegetales).

Sus ventajas son convincentes y están respaldadas por la ciencia. Muchos bioplaguicidas se descomponen rápidamente en el medio ambiente, reduciendo la acumulación de residuos en suelos y agua. Un estudio en la revista Plants enfatiza su baja toxicidad para humanos y fauna, haciéndolos ideales para una agricultura más sostenible. Por ejemplo, generan menos desechos peligrosos y pueden tener un impacto más leve en organismos no objetivo en comparación con algunos sintéticos. En América Latina, donde la biodiversidad es rica, los microrganismos y plantas endémicas proporcionan materias primas para bioplaguicidas innovadores adaptados a plagas regionales.

En el Manejo Integrado de Plagas (MIP), los bioplaguicidas destacan como herramientas complementarias. El MIP combina métodos biológicos, culturales, físicos y químicos para optimizar el control poblacional de insectos dañinos para el cultivo. Un análisis revisado por pares en OJB Sciences muestra que integrar bioplaguicidas en el MIP retrasa la resistencia de plagas a plaguicidas químicos y mejora la salud de los cultivos a largo plazo. Por ejemplo, rotar bioplaguicidas con químicos evita que las plagas se adapten, un problema común con el uso exclusivo de químicos

Sin embargo, los bioplaguicidas no están exentos de desafíos. Pueden actuar más lentamente que los químicos y dependen de condiciones ambientales como la humedad o la temperatura para una eficacia óptima. La identificación precisa de plagas y la aplicación adecuada son cruciales. A pesar de esto, su especificidad es una fortaleza: un bioplaguicida fúngico puede eliminar solo un insecto objetivo, protegiendo a las abejas y otras especies esenciales para la polinización.

En América Latina, instituciones como el Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (CATIE) en Costa Rica avanzan en la investigación de bioplaguicidas. El trabajo de CATIE en tecnologías agroecológicas, incluido el biocontrol, promueve prácticas sostenibles a través de estudios aplicados y capacitación profesional. Esta base científica subraya por qué acelerar la adopción es vital: los bioplaguicidas no solo son ecológicos, sino también efectivos para una agricultura resiliente.

Crecimiento del Mercado y Adopción Actual en América Latina

El mercado de bioplaguicidas en América Latina está en auge, impulsado por la demanda de productos alternativos y la necesidad de diversificar las herramientas de manejo de plagas. Datos recientes estiman el mercado en USD 1.85 mil millones en 2025, proyectado a alcanzar USD 3.53 mil millones para 2030 con una tasa de crecimiento anual compuesta del 13.8%  Brasil lidera con más del 40% del mercado, con ventas de bioinsecticidas alcanzando alrededor de USD 900 millones en 2023/2024, impulsadas por plagas como Helicoverpa armigera .

Este crecimiento refleja tendencias más amplias. En Argentina, las ventas de agricultura orgánica superaron los USD 840 millones en 2024, impulsando el uso de bioplaguicidas para cumplir con estándares de exportación  El enfoque de Colombia en microbios nativos para controlar plagas como la polilla de la papa resalta la innovación local 

La adopción está creciendo en cultivos clave. En la soya y caña de azúcar de Brasil, más del 50% de los productores integran bioplaguicidas con químicos, mejorando rendimientos y sostenibilidad. Un estudio en Current Plant Biology señala cómo esta combinación controla brotes de manera efectiva 

Sin embargo, la adopción varía. Aunque los pequeños agricultores enfrentan problemas de acceso, pero iniciativas del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) ayudan promoviendo bioplaguicidas cerca de la cosecha para reducir residuos químicos Investigación revisada por pares en Biological Control muestra que los programas de control biológico generan beneficios sociales como comunidades más saludables y conservación de la biodiversidad 

La expansión del mercado está impulsada por cambios regulatorios y la presión de los consumidores. Cada año se ven más eventos sobre bioplaguicidas y bioinsumos en la región que fomentan la colaboración, acelerando la innovación, liderados por organizaciones como CATIE, AsoBioCol y el IICA, entre otros. Para sostener esta expansión, las inversiones en I+D local son clave, aprovechando la biodiversidad de la región para soluciones desarrolladas en contextos agroecológicos específicos. Pero lograr esta inversión depende de regulaciones claras, coherentes y predecibles en los países de América Latina. También es importante la formación de redes interinstitucionales, de gobierno y no gubernamentales, que contribuyan a construir capacidades técnicas en las autoridades regulatorias y permanezcan actualizadas en los rápidos avances de la innovación, compartiendo metodologías y datos entre países.

Eficacia de los Bioplaguicidas Combinados con Plaguicidas Químicos

El mayor beneficio de los bioplaguicidas se manifiesta cuando se integran con plaguicidas químicos, creando una defensa robusta contra las plagas mientras se promueve la sostenibilidad. Esta sinergia aborda la resistencia, una crisis global donde plagas desarrollan resistencia a métodos químicos de control. Un estudio revisado por pares en One Health aboga por este cambio hacia el manejo integrado de plagas destacando múltiples ejemplos de mejoras en la productividad agrícola al combinar productos de control químicos y biológicos.

En Brasil, el brote de Helicoverpa armigera en 2013 devastó cultivos, pero la integración de bioinsecticidas con químicos logró un control superior. Los agricultores usaron bioplaguicidas basados en Bacillus thuringiensis junto con químicos específicos, reduciendo los brotes y el uso excesivo de químicos [13].  Múltiples estudios y ensayos de campo confirman la eficacia de esta mezcla, con bioplaguicidas ralentizando el desarrollo de plagas y químicos proporcionando un control rápido.  El Marco de Gestión Sostenible de Plaguicida de CropLife (SPMF, por su sigla en inglés) promueve enfoques holísticos y manejo integrado de tecnologías agrícolas para el control de plagas. En América Latina, este programa se encuentra bajo el nombre #AgriculturaSostenibleenAccion en redes sociales, donde se destacan proyectos en Chile, Colombia y Guatemala.

Estrategia Regulatoria para Superar Barreras a los Bioplaguicidas

A pesar de su potencial, existen barreras que frenan la adopción de bioplaguicidas en América Latina. Los altos costos, la disponibilidad limitada y regulaciones complejas encabezan la lista. Expertos de la región coinciden en que la asequibilidad y la escasez de suministro obstaculizan acceso a estas tecnologías por los agricultores. Los obstáculos regulatorios retrasan las aprobaciones, como se ve en Suramérica donde la armonización está rezagada.  Las brechas de conocimiento también persisten; muchos agricultores carecen de capacitación en integración de tecnologías. Un trabajo publicado en CABI Reviews identifica la disponibilidad de bioplaguicidas como un obstáculo importante Los países de América Latina pueden actualizar sus marcos regulatorios, fortaleciéndolas con modelos similares al de Brasil y Argentina, que pueden convertirse en referentes regionales, logrando convergencia regulatoria que acelere la inversión.

En conclusión, al abordar los puntos aquí descritos, América Latina podría multiplicar las tasas de adopción de bioplaguicidas, al tiempo que se acelera el ingreso de nuevas tecnologías químicas, mejorando la productividad y sostenibilidad. Acelerar la adopción de bioplaguicidas y plaguicidas químicos modernos en América Latina es esencial para una agricultura productiva y sostenible. Esta estrategia respaldada por la ciencia protege cultivos, entornos y comunidades, garantizando la seguridad alimentaria.

Fuente: Croplifela.org