
Era lunes a la tarde y desde Malabrigo hacia el suroeste el horizonte se veía raro. Empezó a tronar y algunas nubes daban el indicio de una tormenta que nadie esperaba, en magnitud e impacto.
Lentamente el frente de tormenta se armó y de pronto “era un infierno el golpe del agua, la forma de caer de la lluvia, mirábamos para el lado de Vera y se veía terrible, con un sonido como si estuviera pasando un tren. Por momentos parecían baldes de lluvia, cortaba y volvía a arrancar”.
Así explica la situación vivida al terminar de hacer el segundo ordeño del lunes Andrés Pinatti.
El tambo que tiene con su hermano, en campo propio y alquilado, en el límite de los departamentos santafesinos de 9 de Julio y Vera, sobre San Javier recibió 84 milímetros, mientras a 20 kilómetros sobre Colonia Durán cayeron 350 mm y en Vera unos 400. A eso se agregaron ráfagas fuertes, e incluso algún momento con piedras.
En la franja de la tormenta quedaron dos tambos, uno sobre todo afectado de lleno por los anegamientos.
Mientras en la zona de Ceres aún falta agua, así está el norte provincial con una emergencia y desastre por sequía prolongados hasta el 31 de agosto y con estas irrupciones climáticas inesperadas.
“A pesar de todo este verano pudimos hacer buenas reservas, en cantidad fue el año que más hicimos, porque los milímetros que cayeron por la época que pudimos sembrar, se distribuyeron bien a principios del verano. Sí faltó después para el llenado de granos, para hacer calidad”, explica.
En tanto, “los cultivos tardíos no lograron cantidad, pero si calidad en los granos de maíz que picamos hace dos semanas”
Para el tambo, “en el verano pegó el calor, pero dentro de lo previsto estuvimos bien”, porque lograron una recuperación que los puso en el ritmo que está teniendo el sector en la mayoría de las cuencas.
“Ahora ya estábamos haciendo los litros del año pasado en el pico de producción. Estábamos en 6.600 a 6.700 litros con 185 vacas, siendo este momento del paso de la tormenta un momento angular, mientras entran algunas en producción y otras se secan, pero estiman llegar al pico a fines de julio y mediados de agosto, con unas 240 en ordeño.
Toda la proyección es si la lluvia se calma. “Si el invierno no viene húmedo, si es más vale normal a seco, vamos a estar bastante arriba de los siete mil litros”.
En el trabajo que todos los días hacen en familia, ponen mucho empeño en mejorar de forma constante la calidad de la materia prima. Por eso hace un mes negociaron una suba en el precio con la empresa grande a la que destinan la producción cuatro veces por semana, que desde octubre tenía un valor quieto, mientras el resto de los días la reparten en otras dos pymes de la zona y así logran un número por encima del promedio del Siglea.
En el área de Malabrigo son tres los tambos, los que vienen dando peleas a sequías, a una inundación puntual hace dos veranos, pero a pesar de todo este es un año de más optimismo.
En el caso de los Pinatti, definieron estirar el engorde de los machos Holando al peso final de faena, ya que antes llegaban a los 170 o 190 kilos. Ese diferencial el año pasado les permitió tener una mejor entrada de recursos y con ello compraron una pala cargadora, para mejorar la alimentación de los rodeos.
Si se reconduce el clima y no vuelve a haber sorpesas que frenen el crecimiento, “veo más un futuro hacia las pymes, no tanto hacia las empresas más grandes. Yo lo digo así porque, algunas siguen con la vieja historia del cálculo del mercado interno y el externo, por eso se hace menos atractivo producir leche solo para una firma grande”.
Para Pinatti y en su zona, “las pymes son más diversas y también te exigen calidad, dependiendo del producto que hacen. Uno puede negociar de forma más personal, porque la leche que se está produciendo acá en la zona ya no está alcanzando para las cuatro pymes que están trabajando”. “Hay que estar un poco atentos a que el negocio cierre para ambos lados dentro de las posibilidades”, siendo el mercado y la demanda lo que vuelve a empujar.
Los que fueron años de achicamiento en el norte de Santa Fe, ahora le da una chance a los tambos que sobrevivieron, pero siempre dependiendo del clima.
“Esto va a ir desembocando en la eficiencia. Por el tipo de suelo que tenemos nosotros acá, por ahí se hace más llevadero. Hablemos de campos 70% ganaderos y 30% agrícolas, es ahí donde el tambo en esa realidad encaja bastante bien”.
Más allá de esta tormenta puntual y de las fases secas, la mejora les está permitiendo a los productores trabajar de mejor manera en cuestiones vinculadas al bienestar animal, al estrés térmico en verano, apuntando a más sombra artificial y aguadas, pero también al alteo de lotes para los rodeos de recría.
Es tiempo de mirar un poco más allá.
“Somos tres o cuatro tambos los más pujantes, pero me preocupa un poco el incentivo en el recambio generacional,, yo estoy en ese tema con mi hijo también. Los chicos están esperando que los municipios, la provincia y también la Nación aflojen un poco con la presión tributaria, que mejoren las leyes laborales, porque hay que hacer atractiva a la actividad para que los chicos se queden”.
Lo que Andrés Pinatti plantea se vincula también de forma directa con la necesidad de mejorar la infraestructura.
Hoy los tambos del norte encuentran su límite en el servicio eléctrico.
“Realmente el servicio de la EPE es vergonzoso. Ya antes de esta tormenta, cayeron 15 milímetros y como el personal no tiene una camioneta para entrar en los días de lluvia a arreglar la línea, saltó por una descarga eléctrica un fusible y estuvimos 30 horas sin luz tres tambos”, siendo algo solucionable y sencillo, sabiendo que es más complejo cuando ya se habla de postes caídos, solo como ejemplo.
En el último año se mejoró el cuneteado de varios caminos, que sólo precisan mejor mantenimiento de los bajos para prevenir anegamientos en caidas de lluvia mínimamente normales.
Lo que sienten los productores tamberos del norte es que se deben retomar las reuniones sectoriales convocadas por la provincia. “Nos habíamos entusiasmado de haber tenido la primera reunión que se hizo cuando recién empezó la gestión, con la promesa de tener otras reuniones, pero nunca más, no fuimos más convocados”.
No sólo por los hechos de las últimas horas, sino concretamente para poder generar un mayor vínculo para tratar las condiciones de producción de la región.
“No sólo en el gobierno, sino también en las instituciones, desde acá sentimos que no nos quieren dar una una identificación para los poquitos que somos. Nos siguen dejando vinculados, pegados a la cuenca central de la lechería de Santa Fe, que tiene una realidad totalmente distinta”.
Puede ser el paso de la tormenta la oportunidad para que los vuelvan a mirar, a entender sus características diferentes, su potencial de crecimiento en el último tramo de la provincia, “para revalorizarnos, identifiarnos como zona, como región, dentro de lo chiquito, lo poco o lo mucho que sea para nuestro norte, no sólo para los tambos, sino también para las empresas”.
Por Elida Thiery (Aire Agro)
Fuente: El ida por el campo