Estados Unidos anunció nuevas tarifas del 25% sobre importaciones de Canadá y México, y un 10% adicional sobre productos chinos. La medida, impulsada por Donald Trump, busca presionar a estos países en temas de inmigración y narcotráfico.

En respuesta, Canadá y México han anunciado represalias con aranceles equivalentes sobre bienes estadounidenses, mientras que China también planea medidas de respuesta.

Economistas advierten que estas acciones podrían elevar los precios de bienes esenciales como autos, acero y alimentos, afectando a los consumidores.

El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, calificó la medida como injusta y anunció tarifas sobre bienes valorados en 155.000 millones de dólares canadienses. México también planea imponer tarifas del 25% a productos de EE.UU., mientras que China rechaza las medidas y advierte sobre los efectos negativos de una guerra comercial.

China también reaccionó negativamente, expresando su descontento por las nuevas tarifas y considerando acciones legales ante la Organización Mundial del Comercio (OMC). El gobierno chino cuestiona la justificación de Trump sobre la lucha contra el fentanilo, recordando que, desde 2019, China ha implementado medidas estrictas contra el tráfico de sustancias relacionadas con esta droga.

Esta medida, podría alterar significativamente el comercio agrícola entre los tres países, afectando la demanda de productos estadounidenses.

México, el mayor importador de maíz de EE.UU., ya ha adquirido 8,3 millones de toneladas en la campaña 2024/25, con una demanda pendiente de 15,7 millones de toneladas. Si bien las limitaciones logísticas dificultan una sustitución inmediata del maíz estadounidense, el gobierno mexicano podría aprovechar esta situación para fortalecer su política contra el maíz transgénico.

En el caso de la soja y sus derivados, México también depende de EE.UU., pero tendría más margen para diversificar sus compras con Brasil y Argentina. Mientras tanto, Canadá, que exporta grandes volúmenes de trigo y aceite de canola a EE.UU., también se vería afectado, elevando costos y generando potenciales desviaciones comerciales.

Presión bajista en los mercados

Los aranceles impuestos por EE.UU. a México, Canadá y China generaron presión bajista en los precios agrícolas, especialmente en los cultivos estadounidenses, debido a las posibles represalias comerciales. Con México, Canadá y China representando más del 50% de las exportaciones agrícolas de EE.UU., el impacto de estas medidas podría ser significativo a largo plazo. Además, analistas sugieren una perspectiva bajista para los futuros del CBOT, dado que las posiciones compradas por parte de los fondos podrían no ser correctas a corto plazo.

Por otro lado, el anuncio de aranceles de EE.UU. a Canadá y México genera incertidumbre. Si bien estos aranceles afectan múltiples productos, en el mercado de aceites vegetales podrían impulsar el precio del aceite de soja al frenar las importaciones de aceite de canola canadiense, del cual EE.UU. es el principal comprador. Sin embargo, los mercados siguen atentos a posibles medidas adicionales contra China, un factor clave que podría reconfigurar el comercio global de la oleaginosa.

La incertidumbre sobre la implementación y duración de los aranceles mantiene al mercado en alerta, con precios presionados a la baja. La historia sugiere que, una vez aplicadas estas medidas, su eliminación es compleja, como ocurrió con China en 2018. Así, el mercado de granos enfrenta un nuevo factor de volatilidad que podría marcar la tendencia en el corto plazo.

El mercado de granos sigue mostrando una alta volatilidad, con factores como el comercio internacional, la política de biocombustibles y el clima desempeñando un papel clave en la evolución de los precios.

Los reportes del USDA en las próximas semanas y la evolución de las condiciones climáticas en Sudamérica y EE.UU. serán determinantes para el rumbo de los mercados.

La implementación de estas tarifas amenaza con provocar una crisis económica global, con consecuencias perjudiciales tanto para los países involucrados como para la economía de EE.UU. La inflación podría aumentar significativamente y la confianza de los consumidores podría verse deteriorada y así, afectar la popularidad de Trump entre sus votantes. Además, las represalias podrían dar lugar a un ciclo de tarifas cada vez más agresivas, perjudicando las relaciones comerciales y el crecimiento económico global. La respuesta de Canadá, México y China, sumada a las incertidumbres generadas, podría convertir esta guerra comercial en un desafío más difícil de resolver.

Por Esteban Moscariello