Hay veces que resguardar valor en cosas que dejen marca si te caen en el pie hace sentido. Digamos que entendemos muy bien lo que no entendemos y el oro y su fuerza son fácilmente explicables desde esa óptica; sin embargo, la fuerza de la moneda en México no es imposible de entender, pero difícil de justificar.

Digamos que la liquidez es amplia por muchas razones, No entraré en detalles, pues una de esas premisas creadoras de liquidez cae en la zona de las famosas remesas y otras más apuntan a vectores poco decorosos para la plática.

Respecto de las remesas podríamos escribir un capítulo entero que explique el mundo al revés. Duele pensar que un ciudadano sin oportunidades en su propio país prefiere adherirse a todos los riesgos al migrar buscando en el extranjero oportunidades que su propia tierra no le permite tener.

En sentido estricto, el estado nacional se ha desentendido de dicho ciudadano, y, aun así, este migrante le llena las arcas de dólares a la misma administración pública que lo forzó a salir.

Duele ver cuando la autoridad resalta el rubro de “ingreso por remesas” como si fuese un activo. La cantidad de ingreso por remesas es inversamente proporcional al respeto otorgado por la administración pública a sus gobernados.

Como mencioné, hay otros factores en la canasta de posibilidades para justificar la fuerza del peso mexicano, pero son aun menos decorosas que la anterior y mira que da pena hablar de ello.

El tema es que de la fuerza del peso se desprenden lógicas reacciones. Importar es más barato, competir en la exportación es más difícil. Para el campo en México las cosas no están fáciles, pues encima de todo, Tláloc se ha olvidado de hacer sus rondines., No sé si le pasó ya igual que a los migrantes o lo tiene cansado el reguetón que se escucha por todos lados.

México está importando maíz en cantidades industriales, literalmente y va en ritmos récord. La sequía en el campo es real, y no es solo esa sequía climática. A final del día, así como los que migran, las necesidades de abasto nacionales han tenido que hacer lo mismo. México puede importar barato gracias al tipo de cambio y barato gracias a que los estadounidenses aun tienen en inventarios la mayor parte de una cosecha récord de maíz.

Los agricultores estadounidenses aun están tan llenos de grano del ciclo anterior, y están por arrancar la siembra de uno nuevo. El precio internacional es tan bajo de momento, que ellos mismos han expresado la opinión de dejar tierra “sin usar” en este naciente ciclo agrícola. Y pongo entre comillas el “sin usar” porque de una manera u otra el productor es fiel y devoto a su actividad, además de ser un optimista por naturaleza.

El campo mexicano se queda con lo peor de las posibilidades, pues en medio de una sequía y caída productiva, los precios internacionales no acompañan recibiendo en el combo la doble Nelson.

Los agricultores norteamericanos van por una nueva campaña. El Departamento de Agricultura (USDA por sus siglas en inglés) a partir de esta semana estará reportando el avance de siembra, el campo se pondrá a trabajar, y tal vez termine sembrando más área de la que ha reportado recientemente la semana pasada.

Quién sabe y en una de esas Tláloc también se fue a buscar mejores horizontes y les termina haciendo el trabajo difícil a los norteamericanos como buen migrante, para que, a cambio, a modo de remesas, nos sigan mandando cantidades industriales de maíz desde el

norte.
Cerremos el tema si te parece, digamos para concluir que el mundo sigue convulsionado, el conflicto en el Mar Negro se agudiza (no había suavizado), pero se hace mas notorio.

La situación entre China y Estados Unidos se hace más astringente y en silencio el Mar de la China meridional está en alerta incrementada con los locales avanzando estratégicamente en la toma y construcción de islotes en búsqueda del dominio de rutas

navegables.
Los estadounidenses entran de lleno en su agenda electoral, la revancha entre Trump y Biden.

Como puedes ver, el riesgo y la volatilidad son constantes, la administración de riesgos debe ser permanente.