Una empresa y una familia que ha dejado su huella en la molinería argentina por más de

170 años. La historia de Molinos Cabodi está directamente relacionada a la perseverancia y el progreso de desarrollo nacional. La compañía tiene un legado que atraviesa seis generaciones de la misma familia, produciendo harinas de trigo de la más alta calidad.

Sus comienzos

En el año 1853, un inmigrante francés llamado Sebastián Roqués radica una tahona de piedra tirada por caballos en un pequeño caserío llamado Rojas, fundando lo que sería con el correr de los años uno de los primeros y más importantes molinos harineros del país, símbolo de la molinería argentina. Roqués fue convenciendo a los productores de la zona para que sembraran trigo, siendo un verdadero impulsor del desarrollo y progreso de Rojas.

Con el tiempo, el molino pasó a manos de su yerno, Juan Cabodi, incansable inmigrante

italiano que llevó el negocio al siguiente nivel. A lo largo de las sucesivas generaciones, la historia del molino se fusiona con el desarrollo y progreso de nuestro país. Pasamos de las tahonas impulsadas por caballos al motor de vapor, luego al motor diésel y, finalmente, la fuerza motriz eléctrica. Cada avance tecnológico fue un nuevo hito en nuestra trayectoria.

A lo largo de los años, Molinos Cabodi enfrentó numerosas crisis, como el devastador incendio de 1920, que destruyó por completo el molino, o la convocatoria de acreedores del año 2000, cuando la crisis económica terminal de la Argentina puso a prueba nuestra resistencia.  Pese a todo, una y otra vez, gracias al esfuerzo de la gente, empleados, familia, amigos; seguimos adelante.

Superación, resiliencia y progreso

Actualmente, Molinos Cabodi es una empresa sólida y en continuo desarrollo, consolidada como una de las molineras más importantes de nuestro país y la más antigua de todas.

Nuestras harinas llegan prácticamente a toda la Argentina y una parte considerable de

la producción se destina a la exportación. Hoy, el proceso productivo está totalmente automatizado y optimizado en pos de la máxima calidad y sanidad de nuestros productos, refrendada por nuestra certificación ISO 22.000.

Molinos Cabodi entiende como filosofía de su negocio el servicio a sus clientes,

produciendo las mejores harinas del mercado, pero también siendo ejemplo de seriedad y responsabilidad empresarial, con un compromiso social hacia la comunidad a la que

pertenecemos. En este sentido, estamos especialmente orgullosos de nuestra relación con la Escuela de Educación Especial 501, que lleva el nombre de nuestro bisabuelo, Juan Cabodi.

Lo más importante de todo es su gente, casi 300 empleados que son el alma de Molinos Cabodi. Muchos de ellos han pasado su vida entera trabajando en el molino, muchos han pasado su trabajo de padres a hijos, porque el molino es sentirnos parte de algo que nos trasciende, donde todos somos necesarios e indispensables de alguna manera, pero donde nadie puede aspirar al éxito si no es a través del éxito del conjunto, de la organización toda.

Tuvimos y tendremos que adaptarnos a un mundo que cambia a veces más rápido de lo

que nos damos cuenta. El desafío que nos enfrenta es cambiar sin dejar de ser nosotros mismos porque la historia de Cabodi es una historia de superación, resiliencia y progreso.

Hace casi dos siglos que la misma familia administra el molino con dedicación, con el compromiso y orgullo de intentar hacer lo mejor, transmitido de generación en generación: Prestigio, responsabilidad empresarial y compromiso social.